Revista Opinión
Uno, que ha seguido desde dentro, desde hace más de treinta años, las traiciones y cuchilladas dentro de IU, hoy vuelve a ver cómo en el partido amigo, Podemos, se vuelven a repetir las mismas formas que tratan, de manera directa o indirecta, de acabar con la organización.
Errejón, ¡así no! Todo el mundo tiene derecho a discrepar, a tener ideas distintas de las que tienen la mayoría de sus compañeros de partido. ¡Faltaría más! Lo que no se puede hacer es --después de haber perdido la batalla de Vistalegre, después de haber aceptado la posición del partido y presentarse a las primarias-- de forma brusca y sin consultar, ni tratar de convencer a la mayoría del partido, buscar una fórmula personalista que no está recogida en su organización y que se presuponía que podía romper el partido.
Y todo ello explicado con mentiras. Ha defendido que las siglas son una herramienta, y no seré yo quien diga que no. Ahora bien, lo que no es más importante que un partido, son sus militantes por muy listos que sean o se lo crean.
También ha tratado de justificar esta traición afirmando que se trata de ampliar la base de electores progresistas, cuando una persona inteligente –y Errejón lo es— sabía que su acción iba a provocar una crisis de dimensiones mayúsculas.
Qué decir de la forma. Esperar a que Pablo Iglesias esté de baja de paternidad –recordemos que dice que la chispa que ha encendido esta opción, ha sido los resultados en las elecciones andaluzas, y esto ha ocurrido hace un mes y medio— y contárselo al líder de la formación, cinco minutos antes de escribir el twit y hacerlo público, no parece sino una manera burda, inesperada, inmoral e injustificada. Se lucha desde dentro para conseguir lo que se quiere, y si no se puede obtener hay dos posibilidades, se acepta la posición de la mayoría o se marcha uno sin provocar tensiones o ruidos.
Seguramente fue un error abrir una vía de distensión al aceptar que Carmena, cuyo liderazgo nadie de la izquierda pone en duda, torciera el brazo a Podemos y le impusiera, como condición para repetir, ser quien confeccionara la lista de Más Madrid, olvidando que, Carmena no ha estado sola sino que para conseguir ese liderazgo ha necesitado el apoyo de concejales y de gente de otros partidos como Podemos, Equo o Izquierda Unida.
Errejón ha demostrado su hipocresía y su ‘trepismo’, anteponiendo –en contra de lo que él pretende hacernos creer— su ambición personal, sin importarle crear la crisis más importante de su partido y de la izquierda, cuyas consecuencias negativas pueden llegar a ser gravísimas.
De no volverse atrás, y parece muy improbable después del paso que ha dado y el daño que ya se ha hecho, Errejón competirá con otro partido (Más Madrid) contra Unidos Podemos en Madrid. ¡Qué tristeza!
Se vuelve a demostrar la capacidad destructiva de la izquierda progresista. De nuevo a sufrir, de nuevo al suelo. Eso sí, para levantarnos con más fuerza, para tratar de aceptar que hay que aprender, de una vez por todas, que por encima de los personalismos están las ideas. Mientras, es posible que sin tardar demasiado, quizá después de las elecciones de Mayo, Íñigo Errejón nos combata desde el PSOE. ¡Qué pereza y qué tristeza!
Salud y República