Otro de los lugares que no podíamos dejar sin ver eran las ruinas de la mezquita más antigua que hay en Delhi con un alminar fabricado en arenisca de una grandiosidad difícil de imaginar llamado el Qutub Minar.
Rodeada de bellos jardines con aves cantoras y un ejército de simpáticas ardillas las piedras hablaban de otros tiempos poderosos y de mezcla de estilos arquitectónicos donde se podían apreciar bellas columnas de templos hindúes y jainistas.
Por la tarde volvíamos al caos circulatorio del centro pero para sumergirnos en otro rincón de paz. El templo principal de los Shikh en la capital del país: Gurdwara Bangla Sahib.
Los hombres sikhs intimidan con su presencia al ser más fuertes que la mayoría de sus conciudadanos, tienen largas barbas y un llamativo turbante que cubre el pelo que nunca cortan.
Además siempre llevan una pequeña daga cruzada que confirma sus orígenes guerreros. Una religión que bebe del hinduismo y del Islam abierta a los viajeros donde la espiritualidad, la música y la paz crean un ambiente que no te deja escapar fácilmente.