La rabia. La conozco. Mojigata que me ha carcomido el júbilo por la vida en estos últimos años.
"No hay motivo alguno que justifique el rabiarse" escuché decir a un monje; me pregunto si aludía al enfado, al dolor o a las dos cosas... en todo caso yo temo haber padecido de ambas y sin haber pegado un grito.
Cómo me gustaría ser como aquellas personas que gritan pero no se enojan y que no perdonan pero olvidan.