Seamos honestos, vivimos en un mundo adaptado. Una sociedad donde el racismo dejó atrás las capuchas blancas y la cruz ardiente para convertirse en una discriminación elegante, hiriente pero no vulgar. Donde es común relacionar la piel negra con suciedad, analfabetismo, delincuencia y pobreza; donde una persona de piel negra debe temer no morir en manos de la policía por ser el primero en la lista de sospechosos, y donde el dicho trabajar como negro es parte del vocabulario de muchas culturas y una costumbre ya arraigada.Lo mismo sucede en la literatura, pero hoy hablaré de una situación enfermiza y nauseabunda de la cual los escritores, supongo, no tienen culpa: las cubiertas blanqueadas. ¿Pero qué son las cubiertas blanqueadas?Ven, llevemóslo a la práctica.
¿Ves la caratula del libro Mentirosa, de Justine Larbalestier? No parece mostrar ningún defecto e incluso es bastante llamativa, pero es una de las más terribles muestras de blanqueo de caratulas, pues Micah, la protagonista del libro, es descrita como negra. Sí, se supone que es la misma de la portada. ¿Existe algún tipo de regla artística que indique que negro es blanco? ¿Acaso la foto de esa portada corresponde a la de la protagonista? Eso, mi amigo, es un gigantesco y pervertido blanqueamiento de portada.Luego de todo el alboroto y de las quejas que se presentaron por este caso de racismo en una caratula, la editorial volvió a imprimir el libro con una nueva imagen:
No digo que sea mejor o peor, pues no soy muy bueno con las portadas de los libros, solo me pregunto cuál fue la razón por la cual se decidió en un primer momento por la portada anterior... ¿El mercadeo es racismo maquillado? ¿Una portada con una persona negra no vende igual?La respuesta es muy sencilla y aparece en una entrada que publiqué hace algún tiempo titulada ¿El color de piel de un personaje realmente importa?:"Si una raza no es asignada específicamente como negra o asiática, entonces se asume que la persona es blanca. Los blancos conforman menos de un tercio de la población del planeta, pero por la forma en la que la sociedad está estructurada, a veces parece que se asume que el hada de los dientes o el conejo de pascua son blancos también".
En pocas palabras y poniéndome en los zapatos del dueño de una importante editorial de novela juvenil: las probabilidades de que una persona compre un libro en cuya portada se sienta identificada son bastante altas. Es normal, es nuestro deseo humano de ser parte de algo, como cuando vemos los comerciales de productos de higiene y belleza... ¿Cuántas personas negras aparecen allí? Ninguna. O al menos en la televisión que pago no.Ya, Piper. Enfócate. Sí, pacífica conciencia. Lo siento. Continuando con el tema de las cubiertas blanqueadas, esta situación no ocurre solo con las personas de piel negra, sino con cualquier personaje de otro origen étnico diferente al caucásico. Este ejemplo es uno de los que me extraña bastante. Como se percibe en la imagen, los libros están ambientados en el Egipto antiguo y la imagen corresponde a la princesa Nefertiti, pero por sus rasgos, esta chica parece más bien alguna actriz de Disney Channel modelando para Halloween. ¿Error de los diseñadores de portada? ¿Dificultades para hallar a la modelo precisa? No quiero decir que no pudiesen existir libios, bereberes o cromañones blancos e incluso rubios, pero esta cubierta no corresponde a la descripción que da su autora.
Sigamos con la indignación. Si observas bien esta portada reconoces a una chica blanca y a lo mejor gótica estilo Crepúsculo. Te sorprenderá saber que la portada que mejor representa al personaje de la novela es la que está debajo.Aunque el personaje ha sido maquillado otorgándole facciones un tanto rosaditas para mi gusto, podemos conocer a Ai Ling, la protagonista. ¿Qué pensarán los autores de estos libros? ¿Y los lectores? ¿Están tan idealizados con el enamoramiento hacia este género que se dejan llevar por hermosas y estilizadas portadas más que por la concordancia y la lógica? ¿Con la cubierta anterior sospecharías del ambiente que rodeaba la historia? No creo, es una ambigua chica blanca.Desde una perspectiva indiferente esta situación puede parecer inofensiva y hasta graciosa para muchos, pero me pongo en el lugar de mi hijo, cuando camine por los pasillos de una librería sin encontrar una sola portada con la cual sentirse identificado. Si no me he hecho entender lo explicaré con una situación que ha salido a la luz estos días, el machismo en la literatura fantástica. Durante años las mujeres debieron identificarse con personajes masculinos en los libros y del trato sexista que se le otorgaba al género, pero hoy en día vemos un gran avance, con personajes femeninos reales. ¿Sucede igual con el personaje no blanco en la literatura?
El decidirse por una chica blanca en la portada de un libro por sobre una chica de piel morena no es solo un error, forma parte de una larga historia de marginalización y de tergiversación. Los editores no escogen al azar modelos de color blanco. Sucede en un contexto de racismo.
Racismo. Hoy en día este concepto ha avanzado tanto que se convirtió en un tipo de discriminación inocente, en la cual no se está ofendiendo a nadie de forma directa ni se está lanzando un ladrillo por la ventana de alguna familia negra. Quizás pienses que soy exagerado, que no es para tanto, que racismo es gritarle Nigger a un africano en la calle. No, racismo es suponer que eres mejor a otro por el color de la piel, es asumir que esta situación con las portadas es un simple error provocado por el etnocentrismo.
Continuando con algunos ejemplos, hace poco el periódico estadounidense The Guardian publicó un artículo donde se informaba acerca de la lluvia de criticas que recibió una editorial por presentar a la protagonista, que es descrita negra, como blanca. Por consiguiente, la editorial Bloomsbury debió cambiar la portada.
La portada de tu derecha es la corrección
Alguien podrá refutar y dar su argumento poniendo como ejemplo la obra de teatro sobre Harry Potter, en la cual cambiaron el color de piel de Hermione, a lo que le responderé dos cosas: la primera, la obra de arte es una adaptación del libro, y la segunda, que puede dormir tranquilo, la Hermione del libro está intacta.Este es otro caso interesante de blanqueamiento, con The Mysterious Benedict Society. El libro trata las aventuras de cuatro jóvenes superdotados. Hasta ahí nada nuevo. Cuando analizamos las portadas de los libros no hallamos algo alarmante ¿Verdad? Menos cuando la mayoría desconocemos la historia y esta imagen se ve borrosa.
Si usamos el acercamiento y el recorte notamos que Sticky Washington, ese chico calvo de anteojos que sostiene el cartel, es blanco. ¿WTF? En los libros su autor lo describe como negro.
Ante esta portada el editor puede defenderse explicando el uso que da a los colores, con la sencillez del trazo, lo cual dificulta la caracterización completa del personaje, pero... ¿por qué la chica de las escaleras pudo ser definida como rubia y el chico del catalejo como pecoso? Ahora los invito a encontrar al mismo chico negro de la segunda portada.
Y la he dejado extragrande para que se vea mejor
La selección de la portada de un libro hace parte del proceso literario y digo que es responsabilidad del autor supervisar y verificar que cumpla con el mensaje que desea transmitir. Lo admito, soy un escritor autopublicado y desconozco hasta dónde llega el limite que imponen las editoriales, pero si mi libro trata de lobos asesinos parlantes y la editorial desea usar una portada con los Backstreet Boys vestidos de lobos y metralletas... ¿debo aceptarlo?
Para terminar voy a nombrar un libro bastante conocido en la fantasía, Terramar, de Ursula K. Le Guin. Quienes han oído o leído a esta escritora sabrán que la mayoría de los personajes de sus historias no son blancos, por lo tanto se supone que las portadas de sus libros poseerán cierta concordancia (nota: segunda vez que uso la palabra concordancia en esta entrada).
Imagen de yalsa.ala.org
En cuanto a estas portadas, la propia autora dijo:Pero tuve problemas interminables con el diseño de la cubierta. No en la gran cubierta de la primera edición —un perfil fuerte y rojo-marrón de Ged— o con las cuatro magníficas pinturas de Margaret Chodos Irvine en el conjunto encuadernado de Atheneum, pero sí con demasiada frecuencia. El primer Mago inglés era un pálido, encorvado, hombre parecido a un lirio — chillé cuando lo vi.
Gradualmente obtuve un poco más de influencia, con algo más que decir sobre las cubiertas. Y muy, muy, muy gradualmente los editores pueden estar comenzando a perder su temor ciego a poner una cara de no blanca en la cubierta de un libro. "Perjudica a las ventas, perjudica a las ventas" es el mantra. Vale, ¿Y? En mis libros, Ged con una cara blanca es una mentira, una traición— una traición al libro, y al lector potencial.
No pretendo pelear ni iniciar una discusión en torno a este tema, sino visualizar un problema que a la mayor parte de la población no le afecta ni le va a afectar nunca por el simple hecho de que... no son negros.