Tras la II Guerra Mundial el racismo fue condenado por la brutalidad que alimentó, parecía claro que la causa de “la grande y terrible guerra que acaba de terminar no hubiera sido posible sin la negación de los principios democráticos de la dignidad, la igualdad y el respeto mutuo de los hombres, y sin la voluntad de sustituir tales principios, explotando los prejuicios y la ignorancia, por el dogma de la desigualdad de los hombres y de las razas”. Eso dice el Preámbulo de la Constitución de la Unesco, aprobada el 16 de noviembre de 1945. Es posible olvidar para las generaciones actuales que esas doctrinas estuvieran entre los más importantes elementos que contribuyeron a la II Guerra, también es posible que las ideas de épocas anteriores a 1940 no supieran cuales serían los resultados que provocarían. Mas difícil es aceptar que escritos que defendían aquellas ideas racistas, hoy se aplaudan y difundan publicitados como heroicos y basamento del actual movimiento independentista.
En 1950 se produjo la primera declaraciónde la Unesco, instada años antes porNaciones Unidas, en la que trataba de atajar las doctrinas racistas, decía ‘’Los sabios están generalmente de acuerdo en reconocer que la humanidad es una y que todos los hombres pertenecen a la misma especie Horno sapiens. Además, se admite comúnmente que todos los hombres proceden del mismo tronco’’... Fueron apareciendo declaraciones de Naciones Unidas -1950, 1951, 1964, 1967 y 1978- a través de la Unesco, potenciaron que los gobiernos mundiales, instituciones internacionales, intelectuales, medios de prensa, grandes masas de población, condenaran toda doctrina que se acercara al racismo, lo cual potenció el oscurecimiento de sus defensores, incluso la ocultación del término.
Aquella primera declaración de la Unesco en 1950, era muy clara, pretendía marginar a los defensores de teorías racistas. Los catalanistas actuales no se dieron por aludidos, ni sus apoyos procedentes de sectores de derechas o izquierdas tampoco, y así el movimiento por la independencia seguiría insistiendo muchos años después en las mismas doctrinas racistas como una de las bases teóricas que aglutinara el movimiento. Decía la declaración de la Unesco en su punto 5:
5. ‘’Mucha gente llama “raza” a todo grupo humano arbitrariamente designado como tal. Así ocurre que muchas colectividades nacionales, religiosas, geográficas o culturales, debido a la acepción tan amplia que se da a esta palabra, han sido consideradas como “razas”, siendo así que, evidentemente, los americanos no constituyen una raza, como tampoco lo son los franceses, los ingleses o los habitantes de cualquier otra nación: igualmente, ni los católicos, ni los protestantes, ni los musulmanes, ni los judíos representan razas: no puede definirse como grupos “raciales” a los pueblos que hablan inglés o cualquier otra lengua; los habitantes de Islandia, Inglaterra o de la India no forman una raza; tampoco podría considerarse como miembros de una raza particular a los individuos que participan en la cultura turca, china, 0 en cualquier otra cultura.’’
Miquel Coll i Alentorn, Presidente del Parlament de Cataluña durante los años 1984/88,escribirá en 1978 lo siguiente:
‘’En relación a los elementos genéticos hay un aspecto poco estudiado y prácticamente desconocido que, con todas las reservas, me permito insinuar. Me refiero a la posible influencia de la composición química del suelo sobre la manera de ser del cuerpo humano, sobre encimas, hormonas y otros elementos fisiológicos. Recordemos la importancia que actualmente dan los biológicos a los llamados oligoelementos, y subrayan que la península Ibérica está geológicamente dividida en dos grandes zonas: la granítica al oeste y gran parte del centro, y la calcárea al este. ¡Quién sabe lo que nos reserva en este campo un conocimiento más profundo de la cuestión…’’ Miquel Coll i Allentorn, ‘La naixenca de Catalunya’, Fundació Jaime I, Barcelona 1978, p. 28. Citado en ‘Racismo y xenofobia en el nacionalismo catalán’, edic. a cargo de César Guarde, Agon, Grupo de Estudios Filosóficos. Barcelona 2016.
Oriol Junqueras, autodefinido como buen
católico, presidente de ERC, vicepresidente de la Generalitat 2016-2017,
escribía en Avui, en el 2008, preocupado por la genética de la raza
catalana:
"En
concreto, los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses
que con los españoles; más con los italianos que con los portugueses; y un
poco con los suizos".
Las viejas doctrinas nacionalistas, racistas, siguieron existiendo, en algunos casos fueron cubiertas con ropajes nuevos, sus defensores tenían que disfrazarlas ante las masas para lograr apoyos, sorprendentemente hoy los catalanistas siguen diciendo que los genes, el suelo, o los componentes químicos del aire… hacían distinta a la gente, por tanto, según ellos, sus derechos debían ser distintos. La esencia era la misma, se trataba de justificar derechos históricos, grupales, identitarios, particulares, sectoriales,… La declaración de la Unesco de 1950, decía:
6. ‘’Los grupos nacionales, religiosos, geográficos, lingüísticos o culturales no tienen por qué coincidir necesariamente con los grupos raciales y los aspectos culturales de estos grupos no tienen ninguna relación genética demostrable con los caracteres propios de la raza. Los graves errores ocasionados por el empleo de la palabra “raza” en el lenguaje corriente hacen desear que se renuncie por completo a emplear este término cuando haya que aplicarlo a la especie humana y que se adopte la expresión “grupos étnicos”. ’’
‘La raza catalana’, tomos I y II de Francisco Caja, Editorial Encuentros, 2009.Es un trabajo imprescindible para entender el núcleo del nacionalismo catalán, a través de la obra de múltiples catalanistas el autor ‘sostiene que el núcleo de la doctrina catalanista es la doctrina de la raza: que el nacionalismo es una especie de racialismo, -en sus propias palabras, y sigue diciendo- si uno dijera: los inmigrantes son una raza inferior que amenaza la pureza de sangre de la raza catalana… sería inmediatamente tachado de racista. Consecuentemente la formas de burlar esa ‘prohibición’ es transferir la estructura que se contiene en esa fórmula a términos ‘abstractos’ o ‘metafóricos’, que expresan lo mismo pero consiguen ‘hacer pasar’ el contenido prohibido-reprimido’’. Francisco Caja nos muestra la doctrina racialista que elaboran los textos del catalanismo, que guiará el comportamiento racista de que hacen gala tantos individuos independentistas, su racismo, que el autor define en pocas palabras ‘como una doctrina política que establece como principio supremo de orden político la raza, o deriva consecuencias políticas de ella’.
Los diferentes autores catalanistas dedicarán largas polémicas intentando camuflar la brutalidad de su racismo, étnico, cultural, antropológico… algunos autores darán vueltas sobre el término racismo, para volver siempre al mismo lugar; ellos, los catalanes, son diferentes a los españoles, ellos serán europeos y los españoles semitas. En palabras de Joan Baptista Vilà i Estruch “Caràters de les races ibèriques”, La Nació Catalana, VI/84, 30 de noviembre de 1906 (‘’Los castellanos forman un pueblo en el que predomina el carácter semita que se revela en su manera de pensar y obrar y en todas las manifestaciones de la vida pública y privada. ‘’ Tomado de ‘Racismo y xenofobia en el nacionalismo catalán’, edic. a cargo de César Guarde, Agon, Grupo de Estudios Filosóficos. Barcelona 2016.). Ellos escribirán que los catalanes pertenecerán a la raza aria, los españoles bereberes… vueltas y revueltas para regresar al punto de partida, ellos son diferentes, y la diferencia les hace acreedores de mayores derechos. Por supuesto ellos, los catalanistas, tienen ventajas morales sobre el resto de españoles que les oprimen y explotan y no les permiten expresarse en su lengua ni expandirse. Los escritos clásicos catalanistas contienen cientos de páginas que documentan esta doctrina política que conforma la base ideológica del independentismo, como se puede apreciar en cientos de webs y blogs independentistas, en ayuntamientos y centros, en actos culturales y revistas… a pesar de algunos intentos por camuflarlo la doctrina racista catalana, la xenofobia y el supremacismo, rompen las costuras y constantemente baña el procés.
Ese sustrato ideológico, que conduce por vía directa desde algunas variantes del romanticismo y, sobre todo, de la escuela histórica del derecho, explícitamente antiilustrada e irracionalista, hasta el nazismo, arranca con una mentira inaugural: existe un momento histórico privilegiado, una edad de oro, que dibujaría de una vez para siempre la identidad de la nación. Un pasado imaginario, cebado por historiadores complacientes (verdaderos nation builders), se convertirá en un ideal regulativo, en el parque temático —o jaula de hierro— de una identidad que requiere permanentes tareas de mantenimiento. La tiranía del origen, en expresión de George Steiner. Félix Ovejero, ‘El nacionalismo catalán: de las mentiras de la política a la política de las mentiras’.