Es evidente que el proceso de envejecimiento va paralelo -con más o menos intensidad en cada individuo- a la aparición de pigmentaciones en la piel. Estos pigmentos ya fueron llamados “pigmentos de la vejez” por los patólogos de hace más de cien años.
Ahora bien no sólo aparecen en la piel -que es lo que se ve de forma natural-, sino en todos los órganos, principalmente en el corazón, hígado y cerebro como se evidencia en las necropsias.
Estas pigmentaciones pueden llegar a ocupar el 12% del volumen celular miocárdico del Viejo y hasta un 80% de las células piramidales cerebrales. Estos pigmentos amarillo-marrón, Deben su origen a productos originados por la acción de los radicales libres y la peroxidación lipídica.
Ello parece demostrar que hay con el envejecimiento, un proceso continuo de peroxidación lipídica, y su cuantía, es proporcional a la incapacidad de los sistemas antioxidantes internos o externos del organismo para evitarlos.
La acción de los radicales libres está directamente relacionada con isquemia, enfermedades pulmonares, procesos neurodegenerativos, sistema inmune, funciones hormonales y cáncer, a través de los procesos de oxidación del DNA mitocondrial y citoplasmático.
Todos estos procesos llegan a un final común, que es el deterioro de las funciones physiological generales del organismo es decir, el proceso del envejecimiento.
Para frenar -no evitar- el proceso de envejecimiento, hay que establecer por lo tanto, dietas y hábitos que lleven a la producción de la menor cantidad posible de radicales libres y a una dieta que
aporte antioxidantes, y en su caso, aportaciones suplementarias de los mismos.
Cada día se perfilan más los “chequeos” que tienden a evaluar el estado de “oxidación” del individuo y emergen las pruebas de laboratorio que evalúan por un lado el nivel de producción
de radicales libres, y por otro, los niveles de antioxidantes y enzimas protectoras de la oxidación que tiene cada persona, y en base a los datos aportados, establecer una dieta, hábitos de vida y en su caso, una terapéutica adecuada.
La mejor opción es comer una dieta rica en frutas, vegetales y granos.