Esta entradita se va a quedar aquí en la intimidad del Redondal. Supongo que como lo tengo automatizado se compartirá en redes, pero será oportunamente borrada dado que por la hora no lo pillará ni Dios. Bueno, igual Él si. Qué curioso, aun no creyendo ya, por educación, tradición, y porque no creo en meigas, pero igual haberlas haylas, no me siento nada cómoda si no utilizo mayúsculas para referirme a la Divinidad…
No esperéis gran cosa, pues lo que estoy escribiendo es para mí y para el éter, por si, como decía el incombustible Miguel Ríos…
Uhm, parece que va de oldies, y en castellano. tal vez ésto no vea la luz, tal vez hoy dejo sangre en el papel, y todo lo que escribo al día siguiente rompería…. que os lo cuente Victor mejor, que lo hace más bonito
Uhm, demasiada melancolía. En mis tiempos también teníamos buen rock duro. Que os lo cuente el Barón Rojo cantando a Von Richthoffen…
Pero podíamos ser definitivamente más duros, mucho más duros y cínicos. Que se lo digan a Asfalto, a Leño, y a esos que nos decían que nos preparáramos porque….
Y llegó la movida, nos pusimos pelos de colores, minifaldas cinturón, look semigótico y taconazos, riéndonos hasta de nuestra sombra. Coz nos decía que las chicas son guerreras y que nos pusiéramos…
Por aquél entonces Auserón con Radio futura le cantaba a Alaska, la de los Pegamoides en la época, que estaba divina
Y claro, con tanto dinero gastado en trapitos, nos pasaba lo que a Los Ronaldos…
Así es que para montárnoslo, nada de hoteles, no, pero…
Hey, que a veces tambien íbamos de suaves, cual New Trolls en pleno viaje con Lucy in the Sky with Diamonds (habrá que hacer otro Radio Madrugada más british cuando lo vuelva a pedir el cuerpo)
Qué cosas, crecimos, y los duendes dejaron de ser criaturas simpáticas. Maldito Duende decían los Héroes
Pero nunca, nunca dejamos de querer vivir en en Territorios Libres que cantaba Loquillo. Ni izquierda ni derecha que me obligue a avanzar…
Siempre libre, nunca de nadie, le pese a quien le pese. Bueno, a estos les doy permiso para buscarme. Igual les dejo que me encuentren de vez en cuando, mientras solo lo canten
Y hasta aquí mi patinada neuronal personal y solitaria de esta noche. Llega la despedida. Cómo no, con uno de mis ídolos glam. Y al final, me verás de nuevo contenta, porque tú Don Enrique me puedes subir al cielo. Si has llegado hasta aquí, mi accidental lector o lectora y oyente de madrugada ¿Permites que te invite a la despedida? Vamos, vamos a dar vueltas hasta que aguantemos de pie.