Revista Opinión

Radio Mohamed VI, rey de las ondas en Marruecos

Publicado el 21 febrero 2017 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Tras los atentados de 2003 en Casablanca, el monarca Mohamed VI y sus principales aliados —España, Francia y Estados Unidos— fueron conscientes de que la amenaza yihadista estaba mucho más cerca de lo que imaginaban. Entre las medidas para frenar el radicalismo dentro del país estaban potenciar interpretaciones religiosas en los medios de comunicación y políticas más moderadas, que han tenido su máximo exponente en Radio Mohamed VI del Santo Corán. 

Marruecos siempre ha sido un país disonante en comparación con sus vecinos regionales y el resto de naciones musulmanas del Magreb y Oriente Próximo. Inquebrantable aliado de Estados Unidos desde hace siglos, con una estrecha sintonía con Francia y una cada vez más fructífera cooperación económica y en materia de seguridad con España y el resto de sus socios europeos, representa una prioridad para la política exterior de las potencias occidentales. La estabilidad del reino preocupa, y mucho, en las principales capitales del continente primigenio, sobre todo tras las primaveras árabes y la proliferación de la amenaza terrorista.

La presencia de estos dos fenómenos ha tenido por el momento poca repercusión en la nación vecina gracias al trabajo constante, realizado desde hace décadas y respaldado por Gobiernos extranjeros, que ha intentado evitar el surgimiento de focos de inseguridad e inestabilidad dentro de sus fronteras. Para ello, no solo se han reforzado las estructuras de seguridad y defensa del Estado, sino que también se ha desarrollado concienzudamente un discurso nacionalista y religioso con cuatro rasgos básicos: una interpretación moderada del islam, defensa de la unidad territorial, un paulatino aperturismo social y la lealtad incuestionable a la figura del monarca.

Una de las herramientas que aparentemente está demostrando ser de gran utilidad para estos fines, principalmente para reducir la influencia del radicalismo religioso, es la emisora de radio Mohamed VI del Santo Corán. Desde su fundación en 2004, se ha convertido en el líder incuestionable en todas las franjas horarias y, gracias al soporte logístico que le proporciona el Estado, con alcance nacional y también por internet, llega a tener un elevado número de oyentes tanto en las principales urbes y rincones más rurales del país como en las comunidades de marroquíes en el extranjero.

Con una programación ininterrumpida las 24 horas, trata fundamentalmente temas diversos ligados al Corán y otras cuestiones religiosas, sin adentrarse en temas sociales o entretenimiento ni abordando en profundidad la actualidad política nacional e internacional. Pese a ello, a lo largo de sus emisiones siempre se encuentran espacios y opiniones que tratan de forma muy positiva la figura del monarca, no solo como gobernante, sino también como principal líder religioso de la nación africana, así como todo un aparato de críticas veladas a las interpretaciones del islam consideradas más desafiantes y extremas.

Radio Mohamed VI, rey de las ondas en Marruecos
Principales emisoras de radio en Marruecos (2015). Fuente: Medias24

El reino de Mohamed VI

En el verano de 1999 fallecía el rey alauí Hasán II, uno de los líderes más carismáticos del Magreb y el mundo musulmán durante la segunda mitad del siglo XX, quien había gobernado Marruecos durante casi 40 años y había sabido granjearse fama internacional de mandatario astuto con mano de hierro. Después de varios días de luto nacional, llegaba al trono, con tan solo 36 años, el príncipe Mohamed, convertido así en el decimoctavo monarca de la dinastía en ostentar el trono del reino magrebí.

Se presumía entre los medios gubernamentales de que el joven príncipe era un candidato enormemente preparado gracias a su formación académica en las mejores instituciones educativas europeas y por haber crecido políticamente bajo la atenta supervisión de su padre. Recién iniciado el nuevo siglo, Mohamed VI se encontró ante numerosas tesituras que desafiarían su capacidad de liderazgo: en materia exterior, preservar la ambiciosa política regional del anterior monarca, asegurar alianzas estratégicas con las naciones occidentales y defender sus intereses sobre el Sáhara; en el orden interno, iniciar un camino de profundas reformas que favorecieran la modernización de la economía, el aperturismo del país y la disminución de la pobreza y desigualdad, que su antecesor había sido incapaz de realizar con éxito.

Tras el 11 de septiembre, la sombra del terrorismo yihadista, que Hasán II había sido capaz de alejar del territorio marroquí, volvía a amenazar la seguridad y estabilidad del país. Pese a ganarse la enemistad de algunos Estados árabes, Marruecos siempre se ha mantenido como un amigo enormemente leal a Estados Unidos y a lo largo de estos años han crecido los vínculos de colaboración con las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia estadounidenses, españoles y franceses. Washington cuenta en el territorio marroquí con una de las bases más grandes de África y son habituales las operaciones conjuntas de las marinas estadounidense o francesa con la marroquí.

Radio Mohamed VI, rey de las ondas en Marruecos
El rey Mohamed VI en una visita oficial a Washington en 2013. Fuente: AFP

Más aún: es de los pocos miembros de la Liga Árabe que mantiene unas relaciones diplomáticas y económicas totalmente asentadas con el Estado de Israel. Hay que tener en cuenta que la población judía marroquí fue una minoría muy significativa hasta hace unas décadas, con cierto peso en las esferas políticas, intelectuales y económicas. Igualmente, existe un respeto absoluto bajo el respaldo de las leyes al culto a otras religiones y en las principales ciudades se pueden encontrar vetustos edificios de iglesias cristianas o sinagogas judías.

Washington y especialmente los dirigentes europeos saben que es esencial contar en Marruecos con un Gobierno afín que asegure la frontera sur del estrecho y el paso natural hacia el Sáhara. Por otra parte, desde Rabat son conscientes de que, sin el respaldo y la ayuda de Estados Unidos y los socios europeos, fundamentalmente España y Francia, tendrían muy complicado llevar a cabo muchas de las grandes medidas aplicadas, así como preservar la figura del rey ante cualquier tensión interna.

Estas relaciones simbióticas han quedado plasmadas en numerosos ámbitos. En lo económico, España, Francia y Estados Unidos son los principales inversores del país y hay un acuerdo comercial preferente de la Unión Europea con Marruecos. En cuestiones de seguridad, existen organismos permanentes de colaboración en materia de inteligencia y es la gendarmería marroquí la que realiza —a petición de los europeos— un mayor control de los movimientos migratorios en la zona. Además, mientras las potencias extranjeras alentaron en muchos casos las revueltas de 2011 o, cuando menos, mostraron una actitud permisiva, fueron asesores franceses y españoles quienes aconsejaron en la redacción de la nueva Constitución y la promulgación de ciertas reformas políticas en el reino alauí con el propósito de que no se viera afectado por la inestabilidad de sus inmediaciones.

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Visita oficial de los reyes de España a Marruecos (2014). Fuente: Cordon Press

Para ampliar: Historia de Marruecos, Víctor Morales de Lezcano, 2006

Una herramienta de adoctrinamiento

Marruecos tiene una relevancia geoestratégica significativa para los europeos, especialmente para España, Francia y Estados Unidos. Por ello, durante el reinado de Mohamed VI ha existido una preocupación considerable por parte de las cancillerías de estos países en apoyar todas las reformas emprendidas por el monarca encaminadas a la modernización del país y la estabilidad política. Para sus intereses, es imprescindible que exista una cierta seguridad y equilibrio dentro del país y desde la creación del nuevo Estado marroquí ese orden ha sido asegurado por la Familia Real. Esto explicaría que el Gobierno español tienda siempre a cuidar las relaciones diplomáticas con el país vecino pese a los numerosos incidentes que ha habido entre ambos.

Cuando en 2003 la ciudad financiera de Casablanca fue golpeada por varios atentados suicidas, desde el Gobierno marroquí y sus principales aliados se entendió que era necesario llevar a cabo una serie de acciones centradas en erradicar la amenaza terrorista y frenar el radicalismo religioso. Por un lado, se fortaleció y se aumentaron los recursos de las fuerzas de seguridad y defensa, especialmente los servicios de inteligencia. Por otro lado, a través del Ministerio de Asuntos Religiosos, se ejecutaron una serie de reformas destinadas a controlar e impedir el auge del radicalismo en las mezquitas, colegios, universidades y medios de comunicación.

Con este propósito inicial se creó también en 2004 la Radio Mohamed VI del Santo Corán, que debía servir para promocionar una interpretación del islam moderada y congruente con los intereses de modernización y aperturismo del Gobierno real. Sin embargo, en poco más de una década, los objetivos de la emisora se han ampliado notablemente. Por un lado, las autoridades marroquíes han creado en los últimos años toda una amalgama de medios de comunicación públicos que intentan frenar la fuerte presencia de cadenas de televisión y radios de otros países, como Arabia Saudí o Catar. También se utiliza la radio Mohamed VI para difundir constantemente un discurso generoso sobre la figura del monarca mientras se omite la presencia de otros actores políticos. Finalmente, ligándolo a las explicaciones que se realizan del Corán, se alecciona sobre las conductas sociales y privadas consideradas correctas e impropias.

Radio Mohamed VI, rey de las ondas en Marruecos
Atentado en Marrakech (2011). Fuente: RFI

Las críticas a la cadena no han tardado en llegar desde distintos frentes. Las fuerzas políticas y sociales más progresistas y de izquierdas, protagonistas en su mayoría de las movilizaciones de febrero de 2011, le acusan de ser un medio más para el adoctrinamiento de la población, que veta la diversidad de opiniones y realiza un discurso aún conservador y netamente afable con la monarquía. Más específicamente, los movimientos feministas y LGTBI critican este medio por difundir un estilo de vida que sigue relegando a la mujer a un papel secundario y sumiso, además de motivar la persecución y exclusión de homosexuales y transexuales.

Incluso dentro del principal partido del Gobierno, el Partido de la Justicia y Desarrollo, que recoge entre sus filas a islamistas moderados y otros más ortodoxos, existen quienes critican este uso de los medios de comunicación por parte de la monarquía reprobando el control que se ejerce sobre los representantes religiosos y cuestionando los dogmas que se proyectan desde los programas de Radio Mohamed VI.

Marruecos es un país aun enormemente desigual, donde existe un desarrollo totalmente dispar entre las grandes urbes y las zonas rurales. El interior y las áreas montañosas y limítrofes con el desierto tienen un importante déficit de infraestructuras, donde el acceso a la televisión o internet llega con dificultad. Al mismo tiempo, es el país de la región que cuenta con un mayor número de población analfabeta, lo que explica en parte el poco público que tienen los periódicos. De esta forma, la radio es la plataforma más utilizada por los marroquíes para informarse y el medio más recurrente utilizado por el Gobierno para sus fines políticos.

Contando con una ciudadanía habituada a seguir las emisiones de radio, donde la religión y la tradición tienen un peso transcendental en sus vidas y el monarca ocupa una figura central en la política y la sociedad, la Radio Mohamed VI del Santo Corán ha emergido como un proyecto más o menos exitoso para contrarrestar el influjo del radicalismo religioso sirviendo de altavoz a una argumentación acorde a los intereses gubernamentales.

Radio Mohamed VI, rey de las ondas en Marruecos
Protesta en Marruecos en 2011. Fuente: 20Minutos

Para ampliar: Marruecos ante las revueltas del 20F, José Luis Navazo, 2014

Un horizonte de desafíos

La emisora oficial está siendo todo un éxito en cuanto a audiencia se refiere; no obstante, este ascenso meteórico tiene numerosos matices. La brecha generacional palpable en las calles de las principales ciudades marroquíes también se refleja en los gustos y preferencias audiovisuales. El principal segmento de población que escucha Radio Mohamed VI suelen ser las amas de casa —la mujer sigue teniendo numerosas restricciones para acceder al mercado laboral— y los ancianos, mientras que los jóvenes tienden a consumir más la televisión e internet para informarse y escuchar emisoras de música y deporte.

Son esos mismos jóvenes, fundamentalmente aquellos procedentes de los barrios o zonas más marginales y excluidas, los que presentan los condicionantes más favorables para caer en el discurso del extremismo. La cadena de radio, tal como está planteada en la actualidad, no está consiguiendo llegar a un público más heterogéneo y, sobre todo, calar entre aquellos sectores más vulnerables y propensos a la propaganda terrorista. Si bien es cierto que la Policía marroquí, en colaboración con otras agencias nacionales, ha conseguido reducir enormemente la amenaza de atentados en su territorio y convertir Marruecos en uno de los Estados más seguros de la zona, no es menos cierto que cada año superan el centenar los detenidos por presuntos lazos con cédulas yihadistas y se desconoce con exactitud cuántos compatriotas han terminado enrolándose en las filas del ISIS, Al Qaeda u otras organizaciones.

Las acciones de las autoridades marroquíes por frenar el auge de los postulados religiosos y políticos más extremistas están teniendo resultados más o menos satisfactorios, pero todavía se muestran incapaces de ir directamente a la raíz del problema. La preocupación de la Policía, dirigentes religiosos y políticos y los medios de comunicación públicos ha sido controlar tanto a los interlocutores como el mensaje que se difundía. Sin duda alguna, esas acciones han ayudado a reducir enormemente el espacio de propagación de estos peligrosos discursos, pero no han impedido que siga siendo constante el número de individuos que terminan adhiriéndose a esos movimientos.

La situación social y de seguridad en Marruecos junto a proyectos como Radio Mohamed VI ponen en evidencia que problemas tan complejos como el radicalismo y la amenaza terrorista no pueden ser resueltos centrándose en un único aspecto. Es imprescindible reforzar los sistemas de seguridad e inteligencia, aumentar la cooperación internacional en este campo y fomentar una contraargumentación que desbarate los elementos sustanciales de este tipo de narración directa y atrayente. Pero tampoco se debe olvidar que, si la sociedad es incapaz de ofrecer a esos jóvenes unas condiciones de vida materiales mejores y un futuro digno y próspero, el riesgo de que terminen tomando el camino de la violencia no desaparecerá por mucho que la radio les diga que su día a día no es tan malo.

Para ampliar: Tres años de revoluciones árabes: procesos de cambio, repercusiones internas y regionales, Paloma González del Miño, 2014


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