Revista Salud y Bienestar
El perfil de mujer que padece depresión y ansiedad en un ambiente urbano se corresponde con el de una mujer de entre 40 y 60 años, ama de casa y trabajadora, con empleo de media o baja cualificación al que dedica un número excesivo de horas laborales o con horarios difíciles de compaginar con la vida familiar. Otro tipo frecuente es el de la mujer inmigrante establecida en España desde hace años, con escasos recursos económicos y de la que depende su familia.
"No hay que olvidar –señala Elena Villalva- a las ancianas, que frecuentemente no expresan quejas sobre el estado de ánimo, y sin embargo, éste puede interferir severamente en la evolución de otros problemas crónicos como artrosis, diabetes, hipertensión, etc.". Los datos se ofrecieron en el transcurso de una Jornadas organizada por Lundbeck.
Según el Estudio Multipaís de la OMS del año 2001, las mujeres tienen más susceptibilidad a los cambios negativos cuando se producen cambios políticos y económicos en una sociedad. Es el caso que se está viviendo. En palabra de la Dra. Villalva: "Las mujeres están sufriendo en los últimos años una importante sobrecarga, ya que con más frecuencia que antes están soportando el peso económico y emocional de toda la familia (ha aumentado el paro entre los varones más que entre las mujeres). Sin embargo, el número de bajas laborales por depresión ha disminuido en general y de manera más notable en las mujeres quizá por el miedo a los problemas laborales que podría acarrear, aunque de esto no deba interpretarse como que realmente han disminuido los casos".
"En la consulta de Atención Primaria se ve cómo los problemas de ansiedad relacionados con el trabajo están predominando sobre las quejas con un sesgo más depresivo. Es muy probable que a medio plazo gran parte de estos trastornos de ansiedad se compliquen con un problema depresivo", concluye la doctora Villalva.
-La importancia del diagnóstico y del cumplimiento terapéutico
El diagnóstico de los trastornos del ánimo es clínico, es decir, se realiza en base a una agrupación de síntomas. Según la Dra. Elena Villalva, "hay una serie de criterios diagnósticos bien definidos, pero estos no suelen encontrarse tan claramente en la consulta por lo que es importante conocer a la paciente previamente para poder objetivar los cambios patológicos y ver hasta qué punto el cuadro representa una fractura en su proyecto vital, que es una característica básica de la depresión: existe un antes y un después".
Se considera que en los trastornos depresivos se encuentran tres síntomas nucleares: desesperanza generalizada o tristeza enfermiza, falta de energía e incapacidad para disfrutar de lo que antes sí se disfrutaba. Sin embargo, en la consulta del médico de familia es más común encontrar síntomas vagos entre los que suele estar incluido un cierto grado de ansiedad y, además, quejas somáticas (dolores de cabeza, de espalda, articulares). También son muy frecuentes las quejas relacionadas con el sueño, la sexualidad y con la capacidad de atención.
La ansiedad suele ser un motivo común de consulta mucho más que el trastorno del ánimo en sí. "Parece que la estigmatización de los trastornos depresivos es mayor que la de la ansiedad, aunque en muchos casos subyace el trastorno depresivo que debe buscarse de forma proactiva", cree la Dra. Villalva, quien también asegura que "cada vez acuden más chicas jóvenes o muy jóvenes solicitando ayuda por trastornos afectivos y ansiedad".
La depresión es una enfermedad con un alto índice de infradiagnóstico y, por tanto, de infratratamiento. Actualmente, a pesar de que se dispone de tratamientos efectivos (antidepresivos, psicoterapia) solo un 10% de los pacientes con depresión recibe un tratamiento farmacológico o psicoterapéutico óptimo. Entre las razones se encuentran diversos factores, como que un porcentaje elevado de enfermos no acude a consulta bien por no percibir su malestar como enfermedad o por la apatía y el descuido que suele acompañarla; las manifestaciones clínicas frecuentemente son tórpidas (depresión encapsulada) o atípicas (irritabilidad en lugar de apatía, hipersomnia en lugar de insomnio), y también es frecuente la comorbilidad con otras patologías crónicas a los que se les da más importancia despreciando el trastorno del ánimo (cáncer, enfermedades reumáticas, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer, SIDA, etc.).
La depresión se trata como una enfermedad crónica debido a su alta tasa de recaídas y recurrencias. Según las recomendaciones internacionales, el tratamiento con fármacos antidepresivos debe continuarse como mínimo durante 6 meses después de la remisión de los síntomas, ya que así se reduce el riesgo de recaídas y recurrencias. En aquellos pacientes que hayan experimentado dos episodios depresivos o más, la duración mínima del tratamiento antidepresivo debería ser de 2 años.
Actualmente, se sabe que muchos de los pacientes con depresión requieren un tratamiento a largo plazo. El tratamiento antidepresivo consta de tres fases: fase aguda, fase de continuación y fase de mantenimiento. No existe un acuerdo generalizado en cuanto a la duración de cada una de estas fases, pero sí en cuanto a su nomenclatura.
En la actualidad, debido a su demostrada eficacia y a su buen perfil de tolerabilidad y seguridad, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina –ISRS- se consideran el tratamiento de primera elección para tratar la depresión y la ansiedad, junto a la terapia psicológica cognitivo-conductual en algunos casos.
-¿Qué son los trastornos del ánimo?
Los trastornos del estado del ánimo -también denominados trastornos del humor o afectivos- comprenden un conjunto heterogéneo de trastornos que tienen como característica principal una alteración del humor o de la afectividad.
Se clasifican en función de los síntomas de los pacientes y del número de episodios que aparecen a lo largo del tiempo. Los más comunes son los trastornos unipolares:
Trastorno depresivo mayor, caracterizado por una combinación de síntomas que incapacitan a la persona y le impiden desenvolverse con normalidad. Cuando se repite a lo largo del tiempo recibe el nombre de trastorno depresivo mayor recurrente. Es el trastorno del ánimo más frecuente. El adjetivo "mayor" en ningún caso indica gravedad (la depresión mayor puede ser leve, moderada o grave).
Trastorno distímico o distimia, que conlleva síntomas depresivos menos intensos pero de mayor duración.
Por otro lado, se encuentran los trastornos bipolares:
Trastorno bipolar, donde se alternan episodios depresivos con episodios maníacos.
Trastorno ciclotímico, en el que se alternan fases depresivas y maníacas menos intensas y de mayor duración.
Además, existen varios subtipos de depresión en función de diferentes clasificaciones, tales como la depresión primaria frente a secundaria; endógena frente a reactiva; psicótica versus neurótica; depresión postparto; o depresión atípica. También es posible diferenciar la depresión por su frecuencia, existiendo así el episodio único o la depresión recurrente.
-Interrelación entre depresión y ansiedad
La depresión con frecuencia se relaciona con la ansiedad, y la ansiedad es un síntoma común asociado a la depresión. Aún se trata de establecer la relación entre estos dos trastornos, pero la superposición es significativa. Los trastornos de ansiedad más comunes que acompañan a la depresión son: crisis de angustia y trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
"No hay que olvidar –señala Elena Villalva- a las ancianas, que frecuentemente no expresan quejas sobre el estado de ánimo, y sin embargo, éste puede interferir severamente en la evolución de otros problemas crónicos como artrosis, diabetes, hipertensión, etc.". Los datos se ofrecieron en el transcurso de una Jornadas organizada por Lundbeck.
Según el Estudio Multipaís de la OMS del año 2001, las mujeres tienen más susceptibilidad a los cambios negativos cuando se producen cambios políticos y económicos en una sociedad. Es el caso que se está viviendo. En palabra de la Dra. Villalva: "Las mujeres están sufriendo en los últimos años una importante sobrecarga, ya que con más frecuencia que antes están soportando el peso económico y emocional de toda la familia (ha aumentado el paro entre los varones más que entre las mujeres). Sin embargo, el número de bajas laborales por depresión ha disminuido en general y de manera más notable en las mujeres quizá por el miedo a los problemas laborales que podría acarrear, aunque de esto no deba interpretarse como que realmente han disminuido los casos".
"En la consulta de Atención Primaria se ve cómo los problemas de ansiedad relacionados con el trabajo están predominando sobre las quejas con un sesgo más depresivo. Es muy probable que a medio plazo gran parte de estos trastornos de ansiedad se compliquen con un problema depresivo", concluye la doctora Villalva.
-La importancia del diagnóstico y del cumplimiento terapéutico
El diagnóstico de los trastornos del ánimo es clínico, es decir, se realiza en base a una agrupación de síntomas. Según la Dra. Elena Villalva, "hay una serie de criterios diagnósticos bien definidos, pero estos no suelen encontrarse tan claramente en la consulta por lo que es importante conocer a la paciente previamente para poder objetivar los cambios patológicos y ver hasta qué punto el cuadro representa una fractura en su proyecto vital, que es una característica básica de la depresión: existe un antes y un después".
Se considera que en los trastornos depresivos se encuentran tres síntomas nucleares: desesperanza generalizada o tristeza enfermiza, falta de energía e incapacidad para disfrutar de lo que antes sí se disfrutaba. Sin embargo, en la consulta del médico de familia es más común encontrar síntomas vagos entre los que suele estar incluido un cierto grado de ansiedad y, además, quejas somáticas (dolores de cabeza, de espalda, articulares). También son muy frecuentes las quejas relacionadas con el sueño, la sexualidad y con la capacidad de atención.
La ansiedad suele ser un motivo común de consulta mucho más que el trastorno del ánimo en sí. "Parece que la estigmatización de los trastornos depresivos es mayor que la de la ansiedad, aunque en muchos casos subyace el trastorno depresivo que debe buscarse de forma proactiva", cree la Dra. Villalva, quien también asegura que "cada vez acuden más chicas jóvenes o muy jóvenes solicitando ayuda por trastornos afectivos y ansiedad".
La depresión es una enfermedad con un alto índice de infradiagnóstico y, por tanto, de infratratamiento. Actualmente, a pesar de que se dispone de tratamientos efectivos (antidepresivos, psicoterapia) solo un 10% de los pacientes con depresión recibe un tratamiento farmacológico o psicoterapéutico óptimo. Entre las razones se encuentran diversos factores, como que un porcentaje elevado de enfermos no acude a consulta bien por no percibir su malestar como enfermedad o por la apatía y el descuido que suele acompañarla; las manifestaciones clínicas frecuentemente son tórpidas (depresión encapsulada) o atípicas (irritabilidad en lugar de apatía, hipersomnia en lugar de insomnio), y también es frecuente la comorbilidad con otras patologías crónicas a los que se les da más importancia despreciando el trastorno del ánimo (cáncer, enfermedades reumáticas, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer, SIDA, etc.).
La depresión se trata como una enfermedad crónica debido a su alta tasa de recaídas y recurrencias. Según las recomendaciones internacionales, el tratamiento con fármacos antidepresivos debe continuarse como mínimo durante 6 meses después de la remisión de los síntomas, ya que así se reduce el riesgo de recaídas y recurrencias. En aquellos pacientes que hayan experimentado dos episodios depresivos o más, la duración mínima del tratamiento antidepresivo debería ser de 2 años.
Actualmente, se sabe que muchos de los pacientes con depresión requieren un tratamiento a largo plazo. El tratamiento antidepresivo consta de tres fases: fase aguda, fase de continuación y fase de mantenimiento. No existe un acuerdo generalizado en cuanto a la duración de cada una de estas fases, pero sí en cuanto a su nomenclatura.
En la actualidad, debido a su demostrada eficacia y a su buen perfil de tolerabilidad y seguridad, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina –ISRS- se consideran el tratamiento de primera elección para tratar la depresión y la ansiedad, junto a la terapia psicológica cognitivo-conductual en algunos casos.
-¿Qué son los trastornos del ánimo?
Los trastornos del estado del ánimo -también denominados trastornos del humor o afectivos- comprenden un conjunto heterogéneo de trastornos que tienen como característica principal una alteración del humor o de la afectividad.
Se clasifican en función de los síntomas de los pacientes y del número de episodios que aparecen a lo largo del tiempo. Los más comunes son los trastornos unipolares:
Trastorno depresivo mayor, caracterizado por una combinación de síntomas que incapacitan a la persona y le impiden desenvolverse con normalidad. Cuando se repite a lo largo del tiempo recibe el nombre de trastorno depresivo mayor recurrente. Es el trastorno del ánimo más frecuente. El adjetivo "mayor" en ningún caso indica gravedad (la depresión mayor puede ser leve, moderada o grave).
Trastorno distímico o distimia, que conlleva síntomas depresivos menos intensos pero de mayor duración.
Por otro lado, se encuentran los trastornos bipolares:
Trastorno bipolar, donde se alternan episodios depresivos con episodios maníacos.
Trastorno ciclotímico, en el que se alternan fases depresivas y maníacas menos intensas y de mayor duración.
Además, existen varios subtipos de depresión en función de diferentes clasificaciones, tales como la depresión primaria frente a secundaria; endógena frente a reactiva; psicótica versus neurótica; depresión postparto; o depresión atípica. También es posible diferenciar la depresión por su frecuencia, existiendo así el episodio único o la depresión recurrente.
-Interrelación entre depresión y ansiedad
La depresión con frecuencia se relaciona con la ansiedad, y la ansiedad es un síntoma común asociado a la depresión. Aún se trata de establecer la relación entre estos dos trastornos, pero la superposición es significativa. Los trastornos de ansiedad más comunes que acompañan a la depresión son: crisis de angustia y trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
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