Revista Sociedad

Rafael Domingo y el "derecho a mentir ante el juez"

Publicado el 15 febrero 2014 por Noblejas

Zzz002Rafael Domingo: ¿Derecho a mentir? No, gracias:

(...) ¿Debe existir, en verdad, un derecho a mentir ante el juez, con el fin de evitar o minimizar una condena? Mi respuesta es clara, nítida, contundente. No, no debería existir en ningún ordenamiento jurídico democrático avanzado y moderno un derecho a mentir, tal y como está planteado por nuestra jurisprudencia. El llamado derecho a mentir es perjudicial para la sociedad, para el propio ordenamiento jurídico e incluso para el mismo imputado, pues atenta contra su dignidad.

El derecho a mentir no amplía la lista de derechos y garantías procesales, sino que la empobrece. La doctrina del derecho a mentir denigra, mancha, degrada, produce una ruptura irreparable entre Moral y Derecho, como si se tratara de dos realidades completamente diferentes y sin ningún tipo de conexión. Esta ruptura explica que los juicios penales, tantas veces, se conviertan en verdaderos espectáculos mediáticos, y las declaraciones de imputados, en auténticos monumentos a la mentira socialmente aceptada como medio de defensa y difundida por los medios de comunicación.

Los efectos de la mentira son corrosivos, devastadores en toda sociedad fundada sobre principios éticos sólidos. También los de la mentira controlada, e incluso los de la mentira procesal. La mentira es mentira dentro y fuera del proceso, y no está justificada ni jurídica ni moralmente. Cuando se fomenta y practica sin reservas, la sociedad se envilece y el ordenamiento jurídico se desprestigia.

Cuando la mentira se integra abiertamente en el proceso, el abogado defensor se convierte en un maestro del engaño dedicado con pasión al arte de enseñar a mentir a sus clientes con el fin de conseguir sentencias absolutorias. (...) Por este camino, el mundo del Derecho se rodea de la mentira, de la simulación, de la ficción, de la apariencia. Y se descarría.

El derecho a mentir es un arma de doble filo y genera un círculo vicioso. La mentira engendra mentira y, cuando se enraíza en una comunidad, se hace muy difícil el diálogo social.

Una comunidad política debe esperar de sus ciudadanos que digan la verdad en todo momento. De otra forma, se rompe la cohesión social y se hace imposible el ejercicio de los derechos. Sólo se me antojan dos excepciones, en casos en que medie coacción o se trate de puro entretenimiento.

En el reino de la coacción y de la fantasía no cabe la mentira porque no cabe la verdad. Donde hay coacción, no hay libertad, y donde no hay libertad, no hay verdad posible que declarar. Si dos encapuchados armados llaman a mi puerta y preguntan por un familiar con el fin de secuestrarlo, no hay mentira si trato de engañarles diciendo que ha salido, falleció, o lo primero que se me ocurra, porque falta la libertad necesaria para actuar con voluntad propia y poder decir la verdad. Verdad y libertad van del todo asociadas. (...)


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