Siempre que hay que dar entrada a los Reyes hay que exagerar el teatro. ¿Quién puede creerse lo de la sangre azul en el siglo XXI? Rafael Hernando ha llamado “payasos” a los diputados de Unidos Podemos. Hay que hacerle caso porque él sabe mucho de teatros. Y de circos. Aunque sobre todo de payasos. Por eso, Rita Barberá espiaba detrás de una cortina para ver cuándo hacía su entrada en un besamanos con aire de Sissi Emperatriz. Las hijas de los Reyes lloraban de miedo al ver que se acercaba la bruja de la casa de chocolate. Celia Villalobos justificaba que Senadores del PP se sentaran en el arranque de la legislatura en los escaños de Podemos. Ordenar el congreso es una variante del candy crash. Dice que los de Iglesias van en “manadas”. En el PP no hay manadas, hay familias. Pero se llaman “famiglia”. Cuando pelean lo hacen por las acequias, los cursos de agua y las lindes del terreno. Disputan, siempre, los dineros. Nada personal. Ahí está Fernández Díaz, Presidente de Comisión porque es del Opus y de una famiglia del PP. Vaya papelón que está haciendo Antonio Hernando. Shakespeare va a resucir a hacerle una obra. El rey, que es más personaje de Oscar Wilde, dice que la plegada del PSOE al PP de la Gürtel ha solventado el problema de gobernabilidad. Queda invitado a la facultad de políticas: ha solventado el gobierno, no la gobernabilidad. Son conceptos bien diferentes. La gobernabilidad sigue en cuestión porque, por ejemplo, mueren más personas en España por pobreza energética que por accidentes de tráfico. Y los ricos siguen enriqueciéndose y los pobres son cada vez más pobres. Los demás somos payasos. Quizá. Pero no hay nada más terrible que un payaso enfadado porque la bailarina se cae todos los días del trapecio y se hace mucho daño. Y, además, se alumbra con velas.