EL VICARIO DE LA CONCORDIA
"Era de un alma extraordinaria y de un gran corazón". El realizador cubano Rafael Solano radicado en Madrid.
Jesús Díaz Loyola (ATP)
EN EL VERANO DE1988, cuando Rafael Solano fue hasta el Arzobispado de La Habana a entrevistar a monseñor Carlos Manuel de Céspedes, no sabía que iba en busca de una declaración de premio.
Tres meses después, en el otoño, su reportaje "Encuentro de los Dioses", reforzado en la esencia de la sabia de Céspedes, mereció el premio Rey de España de Periodismo.
Entre prelado y periodista hay una similitud, los dos han sido contempladores latientes del proceso de la vida, aunque mucho haya llovido entre pasado y presente.
Desde la admiración y el respeto, Solano lo justifica: "Carlos Manuel pertenece a una trilogía de cubanos cuyo acervo cultural es inigualable. Los otros dos son José Martí y Fidel Castro".
"El encuentro de los dioses" iba matizado en la común esencia de la religiosidad del pueblo cubano, que tiene un sustrato católico antiguocomo lo habría contado el propio Vicario de La Habana: Los cubanos "tienen un conocimiento de la fe y lo viven con mucha identidad. Se mezclan, sobre todo, las religiones de origen africano y así surge el fenómeno de la santería, que está muy expandido en el pueblo".
El producto acabado de Solano fue una revelación del sincretismo que sigue a los cubanos en cualquier parte con puras influencias de origen africano. En diez minutos resumió una historia milenaria de transculturaciones, en las que monseñor Carlos Manuel Céspedes incursionó toda la vida.
"Recuerdo cuando lo entrevisté para el "Encuentro de los Dioses" —rememora el autor—. "Me recibió con una sencillez extraordinaria, utilizando la broma como demostración de buen cubano".
Rafael Solano Morales es un profesional cubano afincado en Madrid, destinado en Radio Exterior de España. Su laureado radio-documental, donde monseñor De Céspedes valora la religiosidad de los cubanos es un documento para la investigación del sincretismo religioso como lo fue también "Pacto con el diablo" y“Llegaron de Canarias”, Premio España de Radiodifusión 1986,
Solano no ha olvidado nunca la calidad humana del sacerdote: "Era un hombre querido, de un alma extraordinaria y de un gran corazón".
Y lo evoca también en los momentos más cruciales de la relación de la iglesia con el Estado: "Si la iglesia ha conseguido armonía dentro del proceso revolucionario, eso se debe en gran medida a la diplomacia de Carlos Manuel de Céspedes".
UN HOMBRE CLAVE Muchos en Cuba lo vieron como un hombre clave, un interlocutor entre la iglesia y el estado en momentos de mucha tensión. El propio Carlos Manuel de Céspedes afirmó después que esa relación tuvo "fuertes" choques con el gobierno, pero se normalizó finalmente.
"Hoy día (...) la situación de la Iglesia en Cuba es una situación normal, completamente normal, como puede ser en cualquier otro país católico y mejor que en muchos".
Céspedes, que murió el viernes en La Habana con 77 años, dedicó más de medio siglo al sacerdocio en la isla. Su labor mediadora entre la Iglesia y el gobierno de Fidel Castro fue vital en los años de mayores tensiones."Cuba no fue una excepción entre los gobiernos marxistas. En todos los países que fueron marxistas, desde el punto de vista ortodoxo, hubo conflictos con las iglesias", católicas y no católicas.
La crisis de la Iglesia Católica en Cuba fue más crucial a principios de los sesenta cuando esta criticó el rumbo que tomaba el régimen. Entonces fueron expulsados de la Isla más de un centenar de sacerdotes. Eso es verdad.
Sin embargo, un acercamiento entre el gobierno y la Iglesia se inició con el viaje de Juan Pablo II a Cuba en 1998 y "ha sido una cosa ni impuesta ni rápida", sino de "maduración lenta" y "sincera por las dos partes".
El testimonio de Carlos Manuel de Céspedes acerca de una relación renovadora entre la iglesia y el Estado, fue expresado reiteradamente por el prelado en medios oficiales cuando ya la vida de fe de los cubanos gozaba de normalidad.En realidad, el clímax del acercamiento se produjo en 2010 con un inédito diálogo entre el jefe de la Iglesia Católica, el cardenal Jaime Ortega, y Raúl Castro, tras meses de fuertes críticas internacionales por la muerte en huelga de hambre del preso político Orlando Zapata, y la represión de protestas de la disidencia interna, que derivó en la excarcelación de más de un centenar de presos, entre ellos los disidentes miembros del Grupo de los 75, encarcelados en la primavera de 2003.
Hoy por hoy, en Cuba, el quince por ciento de los 11,2 millones de habitantes es practicante de una religión definida, otro quince se dice ateo y el resto —el 70 %— son creyentes de marcado sincretismo religioso, sobre todo el cristianismo y cultos de origen africano.
VIDA DE UN MONSEÑOR Monseñor Carlos Manuel de Céspedes García-Menocal, consumía sus días como vicario de la zona oeste de La Habana. Un tromboembolismo acabó el viernes con su vida fecunda.
A lo largo de 50 años, ofició simultáneamente como párroco de Santa Fe, Punta Brava y Guatao (1964 a 1972), párroco de Jesús del Monte (1970 a 1980), párroco del Santo Ángel Custodio (1980 a 1995) y párroco de San Agustín, en Miramar, La Habana, donde vivió hasta el final de sus días.
Céspedes había nacido en La Habana, el 16 de julio de 1936. Su prolífica vida lega también su estatura de gran ensayista y escritor que le hizo ver como una de las personalidades más influyentes y reconocidas, no sólo de la Iglesia sino también de la cultura en general.
Siempre llevó con orgullo el nombre de su tatarabuelo, Carlos Manuel de Céspedes, conocido como el «Padre de la Patria» y que marcó el inicio de las guerras de Independencia en Cuba el 10 de octubre de 1868.
SU FORMACIÓN
Carlos Manuel de Céspedes, doctor en Derecho y Filosofía por la Universidad de La Habana, estudió Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, entre 1959 y 1963. Fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1961 en Roma y a su regreso en 1963 ejerció como Prefecto de Disciplina en el seminario El Buen Pastor, donde había estudiado, un puesto en el que permaneció hasta 1966. Desde entonces y hasta 1970 fue rector del seminario San Carlos y San Ambrosio, en el que, además, fue profesor de Sagrada Escritura.
Como parte de la jerarquía de la Iglesia católica local ocupó los cargos de vicario general de la diócesis de La Habana y fue, además,secretario de la Conferencia Episcopaly consultor del Secretariado Pontificio para los No Creyentes de Roma.
En 2006 fue recibido como miembro de la Academia Cubana de la Lengua, en el que ocupó el sillón de la letra U, y se convirtió en el tercer dignatario católico miembro de esta institución desde su fundación en 1926, después del cardenal Manuel Arteaga y el arzobispo de La Habana Evelio Díaz.
Entre sus libros más valorados figuran la novela «Érase una vez en La Habana», publicada en España en 1998, el volumen de narraciones breves «Zarpazos a la memoria» (2001) y «Pasión por Cuba y por la Iglesia» (Biografía del Padre Félix Varela, Madrid 1999)
También, Orientaciones actuales de la teología católica (cuaderno, La Habana 1995)Recuento (antología de artículos periodísticos, Miami 1992)Canciones del atardecer (poemas de 1992, Miami)Promoción humana, realidad cubana y perspectivas (ensayo, Caracas 1996)Fiesta innombrable (larga entrevista, poemas y ensayos, Holguín 1999)Cuadernos varelianos (cuatro ensayos sobre temas varelianos, La Habana 1999)Zarpazos a la memoria (cuatro relatos testimoniales, Madrid 2001).