¡Hola a todos! ¿Cómo estan pasando el fin de semana? Espero que muy bien.
Se siguen sumando historias en primera persona a la serie de arraigos y desarraigos. Esta vez se trata nada más ni nada menos de Manolito, del blog Argentina-Australia: pasado y presente, quien me hizo el honor de relatar, para este blog, su experiencia al visitar la Argentina más de 20 años después de haber partido.
La historia está dividida en dos partes, porque es larga.En este primer post, a modo de introducción, leerán el relato de las circunstancias de su partida, los motivos que los llevaron a emigrar. En el post siguiente, que se publicará mañana, leerán cómo encontró Manolito el país al volver de visita veinte años más tarde.
Espero que disfruten al leerla tanto como lo hice yo y que tengan un muy feliz domingo
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A mediados de la década del ’70 - yo tenia aproximadamente 33 años - estaba ya convencido de que la situación político/social/militar/económica de Argentina tenía un futuro muy pobre y había comenzado a considerar la emigración.
En realidad yo ya había hecho mi primer intento para emigrar cuando tenía más o menos 21 o 22 años de edad, pero fue solo una consulta que no me llevo a nada y ahí quedo todo.
Así que entonces discutimos el tema con mi esposa y ella coincidió con que intentáramos la emigración.
Me tomo más o menos dos años “prepararme” para iniciar el trámite – esto de “prepararme” quizás requiera mayor explicación, pero mejor lo dejamos para otro post si se da el caso – lo cierto es que necesitaba obtener una serie de documentos y certificados previo a iniciar el tramite, de manera de asegurarme que este seria exitoso al primer intento, pues difícilmente uno pueda llegar a tener una segunda oportunidad.
Dos años mas tarde había logrado completar en forma satisfactoria las etapas mas difíciles de nuestro tramite de emigración a Australia, solo nos faltaba la revisación médica - sabíamos de antemano que eso no seria un problema – y en la embajada australiana en Argentina ya me habían preguntado cuando podríamos viajar si la parte medica estaba bien. Te imaginaras que yo estaba – como decimos acá en Australia – over the moon.
Peeero (si, cuando todo parece estar demasiado bien siempre aparece un peeero) para la misma época en que el tramite de emigración estaba casi completo y la embajada ya nos había dado un guiño, mi hija de solo 1 1/2 año de edad estaba sumamente enferma y no podíamos conseguir un medico que diera con el diagnostico y tratamiento correcto. Cuando finalmente dimos con el medico que prácticamente le salvo la vida, al mismo tiempo recibimos una carta de la embajada australiana invitándonos a completar el tramite de emigración – el que como ya sabíamos estaba casi listo y aprobado -.
Fue entonces que “mi esposa entró en un estado de pánico": ¿ justo ahora que encontramos al medico que le salvó la vida a nuestra hija nos vamos a ir al otro lado del mundo?, ¿y que pasa si allá otra vez no encontramos el medico apropiado? ¿y que pasa si entonces la nena empeora nuevamente? y que pasa si …, creo que no hace falta que siga ¿ verdad?
Yo siempre fui de la opinión de que un emprendimiento tan serio como la emigración de una familia (matrimonio y tres hijos) debe tener un común acuerdo de por lo menos el matrimonio – y dependiendo de la edad de los hijos, quizás ellos también tendrán algo que decir al respecto -.
Viendo cómo evolucionaba esto, inmediatamente me di cuenta de que mi “proyecto Australia” había sido ya condenado a muerte. Envíe una carta a la embajada australiana explicando lo que sucedía y pidiendo dejar el tramite en espera de que esta situación se solucionara; interiormente yo sabia que esto ponía un fin definitivo a mis deseos de iniciar una nueva vida en Australia y hacía muy poco para disponerme a continuar enfrentando la imperante situación del país del cual yo quería irme.
Los años que siguieron están entre los peores de la historia Argentina en cuanto a la violencia desplegada por los llamados extremistas de izquierda, los grupos de extrema derecha, los del medio y los del costado, para culminar con la guerra por las islas Malvinas, todo lo cual no hizo mas que confirmar lo que hacia tiempo yo sabia: que no había mucho de bueno en el futuro próximo del país.
Ocho años más tarde se produjo lo que yo llamo “el milagro”: Se nos presento otra oportunidad de aplicar por la radicación en Australia y en solo 6 o 7 meses estábamos aterrizando en Melbourne .
Solo días después de haber llegado a Australia cumplí 41 años de edad, es decir que entre mi primer visita a la embajada de Australia en Buenos Aires y mi llegada a Australia habían transcurrido casi exactamente 20 años – mi mamá tenia razón cuando decía que yo fui siempre un “cabeza dura”-.
Vos te preguntaras Marcela … ¿y que tiene que ver todo esto con el tema en cuestión de tu regreso?
Hice esa introducción para que pudieras entender con mas facilidad cuales eran mis sentimientos hacia Argentina en el momento que emigramos.
Recuerdo que solo unos días antes de partir debimos ir con mi esposa al centro de Buenos Aires para completar unos tramites de poderes, etc., cuando terminamos con este papeleo y salimos a la calle nos encontramos que justo frente al edificio del cual salíamos se estaba organizando una enorme manifestación, no se quienes eran los manifestantes pero si se que portaban enormes banderas rojas por todos lados. Nosotros debíamos cruzar la calle para poder ir donde teníamos estacionado el coche, cuando hacemos el intento de cruzar un fulano grandote puso su brazo delante nuestro y nos dijo que no podíamos cruzar hasta que haya pasado la manifestación!!
Tomé a mi esposa del brazo y le dije: " … no importa lo que digan, nosotros vamos a cruzar…", esquivamos al grandote, cruzamos la calle y, cuando paramos del otro lado de la calle le dije a mi esposa: … "cuando te agarre nostalgia allá en Australia acordare de esto y de ese grandote que se adjudica a si mismo el poder de decirle a la gente lo que no puede hacer solo por tener la fuerza de la multitud…"
Con o sin razón, mi estado de ánimo hacia el país que dejaba atrás no era de lo mejor y así pasaron los años y nunca sentí la necesidad de volver de visita a Argentina. Nuestra familia se había adaptado muy bien a la vida en Australia y el único motivo que podía llevarme de vuelta a Buenos Aires era la familia que deje atrás. Lamentablemente en los años que llevábamos en Australia habían ya fallecido uno de mis hermanos y también mi madre, quedándome solo un hermano vivo en Argentina.
Mi esposa visitó Argentina varias veces. Recuerdo que la primera vez que iba a viajar me pidió que fuera con ella, desde ese momento comencé a tener pesadillas, a soñar que tenÍa problemas con la policía, que me arrestaban y que no me dejaban volver a Australia, etc., etc., el caso es que después de varias semanas de estos problemas para dormir, una mañana me desperté y le dije a mi esposa que había decidido que yo no iría a Argentina, y a partir de ese momento desaparecieron las pesadillas.
Esto se repitió en cada ocasión que mi esposa viajo para allá.
En el 2006 mi esposa iba a volver a visitar Argentina y nuevamente me pidió que la acompañara. Ante mi negativa me recordó que de mi familia directa solo me quedaba un hermano (con su esposa, hijas e hijos) y me dijo … "¿que vas a esperar, otra vez un llamado telefónico diciéndote que ya no esta mas? "
Eso me convenció de que esta vez debíamos viajar juntos. Habían pasado ya 22 anos desde el día de nuestra emigración.
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¡No se pierdan mañana la segunda parte de esta historia!