Escribir o hablar de cine nos lleva inevitablemente a los grandes clásicos, y uno de ellos es "Raíces profundas" (Shane, en su título original); por antonomasia en las listas de los favoritos y uno de los mejores de todos los tiempos. No es casualidad, se trata de una película imprescindible que todo el mundo debería haber visto unas cuantas veces. Está basada en la novela Shane, de Jack Schaefer, y es un western romántico, exquisitamente filmado en Technicolor por la Paramount en 1953, cuando el cine era artesanal, bueno, de calidad y con talento a raudales.
Lo dirigió George Stevens en estado de gracia cinematográfica y supo sacar algunas de las mejores interpretaciones a un inolvidable Alan Ladd, a un sólido Van Heflin, a una impecable Jean Arthur, un magnífico Brandon de Wilde y un malo malísimo espectacular y excelso Jack Palance. Tome nota del plantel porque deja pequeños a muchos de los que pueblan las pantallas actuales.
Los acontecimientos se nos presentan a través de los ojos asombrados del hijo de la familia Starret, interpretado por Brandon de Wilde, con el fondo paisajístico monumental de las montañas del Grand Teaton National Park de Wyoming, que enmarcan el lugar donde se desarrollan los hechos a vida o muerte.
El film ganó un Óscar a la mejor fotografía, y se entiende que así fuera al ver la luz que desprende en cada plano; escenas bellamente capturadas, pura poesía visual, que siguen produciendo el mismo efecto de maravillosa magia al ver la película hoy día. Muy pocos films son capaces de aguantar el paso del tiempo y seguir frescas y con mensajes tan poderosos como "Raíces profundas". Una película que enamora y suscita la pasión por el buen cine.
La novela en la que está basada la película, Shane, es una de las grandes de la literatura western, pero es que además el guión de ésta lo escribió otro grande de la literatura: A.B. Guthrie Jr. En aquel equipo sensacional estaba también Victor Young, que compuso una banda sonora potente, lírica y con una capacidad de evocación asombrosa. Una bella partitura musical que sabe acompañar cada escena con la presencia sonora adecuada en cada momento.
"Raíces profundas" es más que una película o una historia, es una sucesión de planos que se convierten en arte, cual pinturas de Charles M. Russell, que sirvieron de inspiración a su director.
El argumento es sencillo y quizá por eso sigue vigente y sabe conectar con el espectador de todas las épocas. Cualquiera puede entender lo que sucede sin historias complicadas.
Shane es un pistolero del que no sabemos nada, pero del que intuimos lo esencial. Llega a la granja de un matrimonio y su hijo -la familia Starret-, acepta el empleo que le ofrecen y se queda a vivir con ellos. Shane está buscando cambiar su vida y ese misterioso pasado, alejarse de lo que era. Un viejo revólver bien guardado nos ofrece la señal de lo que oculta.
Los Starret son una más de las familias que viven en el valle, cultivando la tierra, al que había llegado Ricker mucho tiempo atrás, un viejo ganadero que luchó contra los indios para hacerse con el territorio. Ricker está enfadado con los colonos porque han vallado sus terrenos, lo que dificulta el paso de su ganado hacia los pastos. Por esta razón moviliza a una banda de matones para que extorsionen a los campesinos y abandonen sus casas. Shane se ve implicado en este conflicto pese a sus reticencias para no intervenir.
Toda la película goza de credibilidad, tanto los personajes como las situaciones que se producen, sin alardes artificiosos o exagerados. Su natural realismo impregna cada escena de tal modo que asistimos a un drama de profundo calado psicológico. La acción es consecuencia de los acontecimientos, un desenlace que no deja de sorprender con cada visionado. Los valores de la honradez y la fe en las convicciones forman parte de las lecciones que nos transmite la película, junto a la influencia de un entorno natural privilegiado y la trascendencia de enfrentarse a los problemas directamente simbolizado en el duelo final.
Con personajes ricos en matices y situaciones normales que los ponen a prueba, "Raíces profundas" nunca decepciona y siempre deja con ese buen sabor del mejor western clásico hecho con primor y gusto por los detalles que le confieren una garantía de buen cine.
En 1993, "Raíces profundas" (Shane) fue incluida entre los films que preserva el National Film Registry (Registro Nacional de Filmes) de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada "cultural, histórica o estéticamente significativa". Lo es, y mucho.
Sinopsis:
Estado de Wyoming, a finales del siglo XIX. Shane, un hastiado pistolero, llega a la granja de los Starretts, un matrimonio con un hijo que, al igual que los demás campesinos del valle, se encuentra en graves dificultades, pues el poderoso ganadero Rufus Ryker pretende apoderarse de sus tierras. Cuando Ryker se entera de que Shane es un hábil pistolero, le propone que trabaje para él. Ante su negativa, contrata a Jack Wilson, un peligroso asesino a sueldo.
Título original: Shane
Título en español: Raíces profundas
Director: George Stevens
Guión: A.B. Guthrie Jr. (Historia: Jack Schaefer)
Productor: Ivan Moffat y George Stevens
Música: Victor Young
Fotografía: Loyal Griggs
Montaje: William Hornbeck y Tom McAdoo
Intérpretes: Alan Ladd, Jean Arthur, Van Heflin, Brandon De Wilde, Jack Palance, Ben Johnson,Edgar Buchanan, Elisha Cook Jr., John Dierkes, Emile Meyer
Productora: Paramount Pictures
Shane
Raíces profundas