Gallego incombustible, acumula una dilatada experiencia política de primera línea, habiendo ocupado diferentes carteras después de presidir la Diputación de Pontevedra y ejercer de bombero en más de un asunto espinoso, tanto en el seno de su propio partido, como en otros de muy distinto pelaje, léase el caso del Prestige. Aficionado al ciclismo, nunca hizo caso de críticas tan desafortunadas como de escaso gusto, que se le hicieron por parte de ciertos medios adictos al progresismo de Visa Oro que representaba Zapatero. La diferencia de mano con el leonés errante es abismal: Mientras el primero alcanza la presidencia del país después de una larga carrera política con experiencia de gobierno, D. José Luis se dedicó largos años de su vida a pulsar el botón de turno según las indicaciones del jefe de filas, llegando a una secretaría general tras las emponzoñadas elecciones en las que Boyer no era bueno ni Bono querido, venciendo las intrigas de un Zapatero en verdaderas prácticas, para lo que fue después, el eje de sus relaciones políticas. Alcanzó la presidencia en un tren de cercanías desde el que nos dijo merecer un gobierno que no mintiera, para después faltar sistemáticamente a la verdad, con una insistencia tan loca como enfermiza; engaño a Rajoy a Carod Rovira, al pueblo español y lo intentó con los terroristas, quienes le advirtieron de su error en forma de demolición acelerada. Se va dejando un país en ruinas, vapuleado por la crisis y hundido en la miseria de quien dilapidó una bonanza económica con improvisaciones hechas desde la inexperiencia. Rajoy tiene un camino duro y largo por delante, difícil, porque los sindicatos no permanecerán callados sin las millonarias inyecciones de una administración que los anestesió con un soborno más o menos encubierto; un camino cuesta arriba, en el que pedalear duro y sin descanso. De momento ha prometido algo en lo que confío: Que no va a mentir. Es difícil que el ínclito gallego hable mucho porque piensa que la mejor palabra es la que está por decir, pero su compromiso de no mentir es más de lo que hemos obtenido en los últimos siete años. Además ha demostrado tiempo atrás, ser un buen gobernante. Todavía cabe la esperanza.