Rajoy con la lengua fuera y de vacío, pero contento

Pobre Rajoy. Corriendo de un lado a otro. Que si hay que ver a Obama, que si le espera la Merkel, que si Hollande quiere verle. Y él, como buen perro faldero, ahí está, buscando soluciones.
Porque el susodicho --al que se le podría cantar esa canción que dice: ‘y tú que te creías, el rey de todo el mundo… fallaste corazón…’— va de arriba a abajo, de izquierda a derecha, para encontrar apoyo y ayuda.
Y vuelve diciendo que todo el mundo le quiere, que le dicen que sí, que le comprenden, que es bien recibido, que le desean lo mejor, pero viene con el rabo entre las piernas. Sin soluciones, sin la ayuda requerida. Una que dice que no, otro que quizá, pero ninguno dice que ya. Sin que el Banco Central Europeo, mueva un dedo.

Hay que ver, después de haber viajado aquí y acullá, después de hablar con todos los que tenía que hablar, vuelve con la lengua fuera y con los bolsillos vacíos. ¡Qué injusta es la vida!
Eso sí, vuelve contento, porque al final su Eshpaña lo ha conseguido. Al final, se han quedado fuera Doha y Baku --como todo el mundo sabe--, grandes contrincantes. Madrid ha pasado el corte para optar a las olimpiadas en 2020. ¡Qué ilusión! ¿De dónde tendremos que recortar para preparar las infraestructuras necesarias? ¿Alguien tiene dudas?
Y Rajoy, mientras volvía con las calabazas en el bolsillo, de su reunión con Merkel, estaba pensando: hay que ver, que bobos los italianos, mira que renunciar a los JJ.OO. ¡Será por dinero!
Salud y República