Pues sí. He escrito plasma, aunque podría haber escrito plasta. Pero no, en esta ocasión hablo del amor que el presidente del gobierno tiene a comparecer por plasma, ese método que ha utilizado en varias ocasiones desde 2013 y que le permite vacilar al personal sin estar presente.
Para empezar, la buena educación dice que un personaje de tamaña importancia debería comparecer presencialmente siempre. Pero claro, hasta la educación pepera es distinta y tiene sus matices, que se lo cuenten a algunos de sus adláteres como Rafa Hernando o Pablo Casado, entre otros.
Tanto le ha gustado el plasma que se identifica con él, y ayer el Partido Popular ha decidido pedir a la Audiencia Nacional que la comparecencia pendiente de Rajoy por la Gürtel sea en plasma. Su forma preferida, la que domina.
Sí, porque podrán dar excusas, que si su agenda (¡pobrecillo!, no tiene tiempo. A ver si le quieren quitar de leer el Marca para ir a declarar, ¡sólo faltaba!), que si su seguridad (como si asistir a la Audiencia Nacional fuera muy peligroso). También hablan de posible alteración del orden público. Vamos que están cagados, pensando lo que ocurrió con la entrada de Rato o de otros prebostes del PP, donde la gente les llamó de todo, menos bonito.
Pero claro, eso al presidente del gobierno no se le puede hacer. Él está por encima de todo y todos, sólo faltaba que cuatro perroflautas le increpasen a la entrada o la salida. Eso se queda para los demás. Él tiene inmunidad e impunidad. ¡Sólo faltaba!
Decían que las intervenciones de plasma que ha tenido desde 2013, se debían a que no soporta a los periodistas. Pero ahora, está claro que tampoco soporta a los jueces, al menos a los que él no maneja. No hay nada como el plasma, y si la cosa se pone fea, falla la corriente y plas, se acabó. Además tiene grandes ventajas, las posibilidades de intercambiar documentos y pruebas queda anulada y siempre puede, como ha hecho en otras ocasiones, colocarse delante de un póster del PP y hacer publicidad gratuita.
La afición de Rajoy al plasma es única. Hasta que llegó, ningún presidente había utilizado esa técnica para zafarse de los medios de comunicación y de la Justicia. Claro que hasta ahora tampoco ningún presidente del gobierno había sido citado para declarar en la Audiencia Nacional.
Y eso que se le había dado la posibilidad de que jueces, acusadores y defensores, con el fin de evitar que fuera a la AN, se desplazaran a su despacho. Pero no, el presi ha decidido que lo suyo es el plasma, y que no quiere dar la jeta, no vaya a ser que se la partan.
Tanto es así que lleva una semana despertándose –según comentan sus allegados— con un grito de guerra que asusta en Moncloa: “El plasma soy yo” Y para entrenarse desayuna en su habitación, mientras que el resto de su familia lo hace en el comedor, contemplando al gran amado capo, eso sí, por plasma. Salud y República