Muchos seguidores este jueves del debate de la moción de censura de Pedro Sánchez contra el presidente del Gobierno Mariano Rajoy cambiaron de fuente informativa a las 13,00 horas tras saber que Zinedine Zidane iba a anunciar su dimisión como entrenador del Real Madrid en rueda de prensa, pese a haber ganado esta última semana su tercera Copa de Europa consecutiva.
Zidane explicó que esos triunfos dejaban un hito único en el mundo del fútbol y que quería liberarse durante un tiempo de la presión a la que esta responsabilidad le sometía.
Mientras, en el Parlamento, Mariano Rajoy, de 63 años, 35 de ellos en política y como primer ministro seis años y medio, se aferraba a su cargo con la energía de un joven combatiente enfrentándose a su opositor de 46 años, 25 en política, aunque sin cargos importantes hasta hoy.
En un debate iniciado con las acusaciones de corrupción del PSOE y con Sánchez como caballero blanco contra el caso Gürtel, Rajoy disparó también contra los socialistas a costa de sus corrupciones en los ERE de Andalucía y los contratos trucados en Valencia.
Un combate en el que ninguna de las dos partes tuvo piedad de la otra, aunque se diría que Rajoy desmontó bastante la defensa del aspirante cuando este tuvo que admitir que respetaría los presupuestos generales del Gobierno para 2018, que había combatido antes llamándoles reaccionarios, antisociales e inaceptables.
En realidad prometía respetarlos porque benefician al PNV y quiere sus votos para hacer caer a Rajoy.
En paralelo, y como cuando dejó de jugar como futbolista y renunció a un año de contrato multimillonario, también en el Real Madrid, Zidane enseñaba cuándo salir entre aplausos y con orgullo de un cargo: en pleno éxito.
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LO MALO ES MENOS MALO QUE LO PEOR
Esta crónica fue escrita este jueves a mediodía. La historia de Rajoy concluyó hoy con el triunfo otorgado por podemitas y separatistas, algunos cercanos al terrorismo de ETA, a Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno hasta hoy le deseó suerte al supuesto socialista español. El cronista no le desea tal ventura, sino la decencia que no ha demostrado hasta ahora al llegar al poder con una escandalosa minoría y apoyándose en lo peor y más destructivo de la sociedad española.
Entre lo malo y lo peor, son preferibles algunos corruptos que los que están movidos por el odio de clase o étnico y cultural, los centuriones de Sánchez.
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SALAS