El refrán dice que nunca segundas partes fueron buenas, y creo que con el gobierno Rajoy en su segunda legislatura el refrán se va a cumplir con creces, muchas creces.
Después de que el propio Rajoy acompañado por el coro de la caverna mediática, declarase que en su segunda legislatura haría hincapié en el dialogo y el consenso incluyendo el independentismo catalán, si se parte de la base que solo un idiota puede creerse a un presidente que se ha pasado todo un mandato sin decir la verdad ni por aproximación ni una sola vez, lo que ha ocurrido al hacer pública la composición del gobierno era de esperar. Más de lo mismo y probablemente mucho más de lo mismo.
La lista de ministros solo sustituye a los que no repiten del anterior gobierno por alguna razón, Soria, Alonso y Ana Pastor, y lleva a cabo dos verdaderas sustituciones, García Margallo y Fernández Díaz. El ministerio de Industria del que Soria era el titular se divide en dos, Industria que pasa a de Guindos dentro de Economía y un nuevo ministerio de Energía a cargo de Alvaro Nadal. Sáez de Santamaría repite de vicepresidenta, sin el cargo de portavoz del gobierno que pasa a Méndez de Vigo de Educación y Cultura, pero con el añadido de algo así como Administraciones Territoriales, para que ponga firmes a los catalanes.
La lista y los comentarios de Rajoy después de darla a conocer, como siempre contienen un montón de cosas sin sentido. Rajoy dijo de Guindos que garantiza la sintonía con Bruselas. Por supuesto, sobre todo después que solo hace unos meses Financial Times lo calificó como el peor ministro de Economía de toda Europa. El nombramiento de Cospedal como ministra de Defensa me asusta porque aunque no saber nada de nada del tema no supone el más mínimo impedimento para ser ministro de lo que sea en España, como que su capacidad intelectual solo da para obedecer órdenes, por más que formemos parte de OTAN y U.E., si Rajoy le ordena entrar en Barcelona por la Diagonal con una división acorazada, lo hará sin chistar, eso sí, en diferido. A Fernández Díaz, del que es incomprensible que haya completado el mandato sin ser cesado, lo sustituye otro igual o peor, el Sr. Zoido que ya demostró lo que vale como alcalde de Sevilla.
Por decir algo positivo, se me ocurre que es importante que la mayoría de los nuevos ministros ya llegan con los deberes hechos, ya han estado implicados en alguno de los casos de corrupción del partido.
Me temo que la corrupción va a seguir igual o peor, sobre todo después que el PP ha comprobado que sigue siendo el más votado a pesar de sus muchos casos de corrupción, y aunque ya estaba garantizado de cualquier forma, el nuevo gobierno confirma que no habrá cambios en las tres principales barbaridades cometidas en Rajoy primera parte.
La gestión del problema de Catalunya va a seguir siendo desastrosa y absurda, con continuas demostraciones de que cuando hablan de democracia también hablan para idiotas, usando la Justicia a su antojo, y tomando medidas que empeoran el problema en vez de solucionarlo, y por si no estaba suficientemente claro en su primera sesión como portavoz Méndez de Vigo avisó a Puigdemont que ´como siempre´ Rajoy acepta reunirse con él, pero en las condiciones de siempre: con rendición incondicional previa, es decir, sin cambios.
La barbaridad energética tiene garantizado que va a continuar sobre todo porque el responsable del nuevo ministerio encargado de la cuestión, Alvaro Nadal fue uno de los asesores que diseñaron tanto la muerte de las energías renovables como de la producción privada de electricidad. Lo curioso del caso es que muchos periódicos lo han presentado como el que va a tener la difícil papeleta de enfrentarse al lobby eléctrico, cuando la realidad es que su labor va a consistir en dar el máximo apoyo a la estafa eléctrica.
El nuevo gobierno continuará engañando a una U.E. que cree que están construyendo el Corredor Mediterráneo cuando el que están desarrollando a buen ritmo es el Central mientras en el Mediterráneo hacen lo mínimo para que no se note que no tienen ninguna intención no ya de construirlo sino incluso de mejorar su pésimo estado actual. Este hecho demuestra su indecencia, estupidez y un cierto grado de locura, porque insisten en invertir miles de millones en mejorar al máximo las líneas por donde no pasa casi nadie, mientras se empecinan en no invertir más que lo imprescindible en una de las líneas que soportan más pasajeros y cerca del 70 % de las exportaciones y el turismo, rechazando un proyecto que aumentaría muy sustancialmente la creación de riqueza no solo en el litoral mediterráneo sino en todo el país. Si cuando en Alemania a caballo entre los años 50 y 60 se llevó a cabo un gran esfuerzo de mejora de infraestructuras hubiesen dejado de lado la Cuenca del Ruhr, que era la zona de Alemania que generaba más riqueza, porque está en el lado opuesto de Berlín, hoy día quien lo hubiese decidido tendría el mismo prestigio que Hitler, pero claro, aquello es Alemania y esto es el desastre de España.
El penúltimo párrafo del artículo de Pilar Rahola en La Vanguardia del sábado, titulado Hedor en Dinamarca, decía lo siguiente referido al tratamiento que se da al problema catalán, pero que creo que es perfectamente aplicable a la forma que desde Madrid se gestiona toda España:
“Algo, mucho, huele a podrido cuando todo ello ocurre sin que se rasguen las vestiduras los intelectuales, ni se movilicen los artistas del progresismo, ni alcen su voz los periodistas críticos. Algo, mucho, huele a podrido cuando los partidos españoles aplauden, callan o miran hacia otro lado mientras el Gobierno hace el trabajo sucio con el lío catalán. Porque algo, mucho, huele a podrido cuando un Estado al completo, sus partidos, sus intelectuales, su sociedad civil, permiten que se destruya la democracia en aras de la unidad patria. Lo que ocurre en Catalunya deja España con sus vergüenzas al sol y huele a podrido sin que a nadie le moleste el hedor.”.
Como que el sentido del humor ayuda incluso a soportar las barbaridades de unos políticos que gobiernan con criterios medievales, a continuación adjunto un chiste de Ferreres en El Periódico y otro de Batllori en La Vanguardia.