Tiene narices la cosa. Que un tipo que es un delincuente y está en la cárcel tenga al presidente del gobierno y a gran parte de la cúpula del PP cogidos por las partes blandas, y tenga al país al borde de la sorpresa diaria y de la desvergüenza de la corrupción más lamentable, dice mucho de la calidad democrática que practica este gobierno.
Miren ustedes, con todos los presuntos que se les quieran poner por delante y por mucho que digan estos chicos peperos, ya nadie –salvo Marhuenda y su “Sinrazón”— puede creerse que los papeles de Bárcenas son falsos, que no hay financiación ilegal del partido, y que Mariano Rajoy no está pringado como tantos otros. Lo que ocurre es que para nuestra desgracia es el Presidente del gobierno. Y ya ven, como siempre, ayudando a eso que tanto les gusta y preocupa, prestigiar eso que llaman la marca España.
Sólo faltaban los originales de los papeles que hoy salen en El Mundo, y han sido entregado al juez Ruz. O sea que siendo ministro de Administraciones Públicas, Rajoy vulneró la ley de incompatibilidades de 1995, cuando entre 1997 a 1999 recibió dinero en metálico (se lo entregaba Alvaro Lapuerta en una caja de puros, de ahí le viene la afición: fuma puros para tener cajas vacías y así se las llenan). Total que el ministro encargado de que la ley de incompatibilidades se cumpliera, resulta que la infringía. ¡Una maravilla!
Ya había hecho méritos suficientes. Haber ganado unas elecciones con un programa y unas promesas contrarias a lo que luego han hecho desde el gobierno era razón suficiente para que se hubiera ido, si hubiera tenido vergüenza, porque, ¿hubieran ganado Rajoy y sus secuaces si hubieran hablado de aumento de impuestos, de rebaja de indemnización de despido, de recortes fuertes en Educación y en Sanidad pública, de bajada de las pensiones, de cargarse la Dependencia, de reducir al mínimo el presupuesto de investigación, de aumentar el paro, etc. etc.? Sin duda, no. Cada vez está más claro que se presentaron con un programa electoral falso con el único fin de ganar las elecciones. Cuanto menos se trata de una estafa.
No hay excusas posibles, ha llegado el momento. Se encuentran en un callejón sin salida. Lo mejor que pueden hacer es pedir perdón, dimitir y convocar elecciones generales. No hay otra. Más de un millón de personas se lo está pidiendo. Esta gentuza no puede seguir gobernando este país. Es posible que algunos de sus delitos estén prescritos, pero en política la prescripción no existe, sólo existe la honradez y la vergüenza, algo que estos presuntos no saben lo que es, por mucho que se den golpes de pecho. ¡Que se vayan ya!
Salud y República
P.D. A todos los implicados póngales ustedes el presunto delante, que se me da grima.
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 11 julio a las 07:50
Excelente artículo. No es de extrañar, viendo la que está cayendo, que la gente en la calle esté airada y soliviantada. El presidente del gobierno debe serlo siempre y para todos, tanto en las alegrías como en las penas, y debe saber estar a la altura incluso cuando arrecian improperios o abunda la basura como la que acompaña al caso Bárcenas.