Revista Opinión

Rajoy, un pobre hombre empeñado en gobernar

Publicado el 31 agosto 2016 por Franky
Rajoy perdió ayer, en su discurso de investidura, la oportunidad de ganarse a los españoles para su causa, de convencerlos de que él será un buen gobernante. No supo o no quiso hacerlo porque su discurso fue plano, aburrido, de funcionario, incapaz de emocionar, de convencer, de ganar adeptos para su pobre causa. --- Rajoy, un pobre hombre empeñado en gobernar Rajoy no cree en los ciudadanos y ni siquiera sabe dirigirse a ellos. Como funcionario con oficio, sólo cree en sus colegas políticos, a los que siempre se dirige. El pobre Rajoy, un mediocre empedernido, perdió la ocasión de ganarse a España con unas propuestas e ideas ilusionantes que le habrían abierto las puertas del futuro y forzado así a un Pedro Sánchez ambicioso, desnortado, acosado y cuestionado hasta por sus propios socialistas, a que le preste las abstenciones que necesita para formar gobierno.

Recurrir al pueblo ha sido y es el gran recurso de los grandes políticos. Cuando hay dificultades, cuando las cosas van mal, los verdaderos políticos apelan al pueblo, lo convencen y logran lo que quieren. Pero eso hay que saber o querer hacerlo y ser un político grande. Rajoy solo es un pobre hombre que ni siquiera cree en los ciudadanos a los que desea gobernar.

Mariano no pasó ayer a la Historia, sino al olvido y a la decepción. Es quien más derecho tiene a gobernar en España, a pesar de sus miserias, mentiras, incumplimientos electorales y de ser el timonel de un partido demasiado manchado por la corrupción, pero el ambicioso Pedro Sánchez le cierra el paso.

Si Rajoy supiera emocionar y ganarse a los españoles para su causa, si uno no temiera que todo lo que dice y promete es mentira, como ocurrió ya en el pasado, cuando hizo todo lo contrario de lo que prometió cuando llegó al poder, si no hubiera desaprovechado sus años de mayoría absoluta sin hacer nada por regenerar España, por reducir el tamaño del Estado y por introducir la austeridad en la Administración, si no hubiera despilfarrado y endeudado al país hasta las cejas, si no hubiera subido los impuestos en lugar de bajarlos, si no tuviera cara de buho hipnotizado, tal vez merecería la pena llorar porque no lo eligen presidente, pero Rajoy, al igual que Sánchez y toda la caterva de políticos actuales, sólo producen lástima, desprecio y decepción, una profunda decepción que asesina el futuro y convierte la política española en un lago de podredumbre y lodo pestilente, en un basurero enorme.

Francisco Rubiales


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