Leer, la lectura, el mundo de los libros, en definitiva, provoca con frecuencia que, tras acabar una obra que nos ha resultado grato, los lectores queramos continuar con otro título de la misma autoría; o bien que, algo visto o intuido durante el acto de lectura en el finalizado volumen nos lleve a buscar con ahínco esa novela citada en el texto o nos anime a profundizar en la manera de pensar de ese escritor reverenciado por este o aquel personaje e, incluso, como ha sido en mi caso, por el mismísimo autor.
Quienes hayáis leído la reseña que escribí sobre la novela "El huerto de Emerson" del extremeño Luis Landero [quienes no lo hayáis hecho, pinchando aquí podéis hacerlo] recordaréis que dediqué un espacio importante a solventar el porqué del título. Resultó que todo procedía de la lectura de unos ensayos del escritor, filósofo y poeta norteamericano Ralph Waldo Emerson, quien en uno de ellos aconsejaba contentarse con lo que por naturaleza nos ha sido dado y sacar de ahí los más frutos posibles que contenga. Esto es lo que Landero denomina 'Huerto de Emerson'.
Me agradó esa traslación de la frase desde el plano de la filosofía del escritor del siglo XIX a una novela memorialista de un escritor del siglo XXI y me propuse saber algo más de Ralph Waldo Emerson y su ideario filosófico. Busqué por mi entorno títulos asequibles del bostoniano que me permitiesen conocer algo de su pensamiento y me topé con que la editorial Nórdica libros acababa de sacar una hermosa edición de uno de sus primeros ensayos. Y digo hermosa edición porque el texto se presenta acompañado de bonitas ilustraciones, -delicadas acuarelas-, realizadas por la argentina residente en Madrid Eugenia Ábalos.
Ralph Waldo Emerson (Boston, 1803 - Concord, 1882) fue el líder del trascendentalismo filosófico a principios del siglo XIX. Estudió Teología en Harvard y tras finalizar los estudios se ordenó pastor unitario, aunque la muerte de su mujer le llevó a renunciar al sacerdocio. Su Obra y pensamiento filosófico influyó en discípulos suyos como Nathaniel Hawtorne y Henry David Thoreau; también poetas y filósofos como Whitman o Nietzsche reconocieron la deuda que debían a su producción.
Personalmente pienso que este breve ensayo presentado en ocho capítulos de escasa extensión, el escritor lo escribió en 1836 simplemente para exponer con argumentos su idea de que todo está creado por un espíritu superior infinito. Evidentemente, sin citarlo, se refiere a Dios y a sostener la idea de que la Creación de todo lo existente en el mundo natural la realizó él mismo a su imagen y semejanza. El hombre está dentro de esta Naturaleza, pero tiene entre los elementos que la componen un rango mayor gracias al entendimiento de que está dotado. En un siglo en el que el positivismo y las ciencias naturales estaban experimentando un auge espectacular Ralph Waldo Emerson quería señalar que si bien el científico observa las cosas, animales, plantas y objetos con afán puramente clasificatorio, debe este estudioso ser consciente de que hay una fuerza espiritual en esos elementos reflejo de quien los creó. E insiste en algún capítulo en que la Naturaleza es, frente a la idea de puro escenario en el que se acumulan objetos y especies de diversa índole, una unidad. A esta unidad es a lo que él llama Paisaje, cuya mera observación lleva al Uno, creador de todo.
El pensamiento de Emerson es claramente panteísta y enlaza directamente con la corriente filosófica del Idealismo. Por proximidad temporal, enlaza primero con el idealismo trascendental de Kant, pero en esencia también con el idealismo platónico. La Belleza, el Lenguaje, y todos los otros elementos que configuran el mundo natural los analiza el filósofo en este ensayo desde la perspectiva idealista. Según esto, todo es simbólico dado que todo es analogía, semejanza, y apunta -¡naturalmente!- a las cualidades inefables del gran Hacedor.
Por el lado del asunto la obra es muy sencilla, como se ve. Pero ¿qué tiene de interesante además? Pues sin lugar a dudas lo más hermoso de ella es el lenguaje empleado para trasladar al lector estas ideas filosófico-religiosas. Emerson es un poeta y da buena muestra de sus habilidades en este ensayo. Presentar algunas citas tomadas de la obra creo que es mucho mejor que intentar explicar lo difícil o lo casi imposible:
- "la belleza, en su sentido más amplio y profundo, es una expresión del universo. Dios es la hermosura absoluta pero la belleza de la naturaleza no es suprema. La verdad, la bondad y la belleza no son sino diferentes caras de un mismo todo. Pero la belleza de la naturaleza no es suprema."
- "No son sólo las palabras las que son simbólicas, son las cosas las que son simbólicas. Cada hecho natural es un símbolo de algún hecho espiritual."
- "El mundo visible y la relación entre sus partes son el cuadrante donde leemos lo invisible"
- "Todas las cosas son morales; sus cambios incesantes guardan una relación constante con la naturaleza espiritual. [...] Una hoja, una gota, un cristal o un intervalo de tiempo guardan relación con el todo y participan de la perfección del todo."
- "El mundo procede del mismo espíritu que el cuerpo del hombre. [...] Pero difiere del cuerpo en un aspecto importante. No está, como éste, sometido ahora a la voluntad humana. Su orden sereno es inviolable. Es, por lo tanto, para nosotros, el intérprete actual de la mente divina."
- "cuando contemplo un paisaje exuberante no atañe tanto a mi propósito el recitar correctamente el orden y la superposición de los estratos como averiguar por qué toda noción de multitud se pierde en una apacible sensación de unidad."
Finalizada la parte ensayística escrita en prosa, hay un segundo apartado en este libro referido a los mismos asuntos pero expresados ahora en verso. Son 12 poemas que Nórdica Libros ofrece en el idioma original en que fueron escritos y trasladados a nuestro idioma por el buen traductor que es Andrés Catalán.
Son estos poemas bellas composiciones que me han reafirmado en una idea que, ya leyendo el ensayo, sobrevolaba constantemente mi cabeza. Me refiero a que la poesía de nuestro Gustavo Adolfo Bécquer está sin duda alguna muy en la línea de este trascendentalismo emersoniano. Concretamente ha habido un momento en que en vez de estar leyendo a Emerson me parecía estarlo haciendo de la poesía de Bécquer. Véase si no lo siguiente: " todo espíritu se construye una casa, y más allá de su casa, un mundo, y más allá de su mundo, un cielo." -se lee en el ensayo del norteamericano. Y Bécquer en su Rima XXIII escribe " por una mirada, un mundo / por una sonrisa, un cielo / por un beso... ¡Yo no sé / qué te diera por un beso,". También, aunque ya no de manera tan directa, la lectura de los poemas del poeta y filósofo norteamericano me ha hecho recordar alguno de los de nuestro Antonio Machado. Dice Emerson: " El agua sirve para beber; el carbón, para calentar; la lana, para abrigar; pero no podemos beber la lana, ni tejer el agua, ni comer el carbón.", lo que ha repentizado en mi memoria unos versos del poeta sevillano contenidos en "Proverbios y Canciones": " bueno es saber que los vasos / nos sirven para beber, / lo malo es que no sabemos / para qué sirve la sed."
Y finalizo como comencé. O sea, volviendo a Luis Landero, el causante de que haya leído "Naturaleza", el primer ensayo filosófico de Ralph Waldo Emerson . En la reseña de "El huerto de Emerson" y también en otras que he hecho de obras del escritor de Albuquerque he resaltado el dominio del vocabulario que tiene, especialmente del léxico rural y campesino que él siempre anhela recuperar. Deseo semejante me ha parecido ver en alguno de los poemas del poeta estadounidense contenidos en "Naturaleza". Y como para prueba vale un botón, aquí dejo unos versos de su poema "Añuelo", hermoso ya desde el propio título:
que estoy cansado de las superficies
tan solo las especies y hierbas de los bosques,
la ruda, la potentilla, la hiedra terrestre, la verbena y la agrimonia,
la alverjana, el trilio, la pelosilla, el sasafrás,
la asclepia y los oscuros helechos, las pintorescas cañas y droseras,
No puedo acabar esta breve reseña sin llamar la atención sobre la belleza de las acuarelas de Eugenia Ábalos que ilustran esta edición de la editorial Nórdica ya desde la misma portada. Sin duda alguna me atrevo a decir que hoy el libro tiene más valor por estas hermosísimas aguadas que por la propia filosofía contenida en el ensayo dada la superación actual de la misma.
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La lectura de este ensayo de Ralph Waldo Emerson me sirve para seguir avanzando en el Reto Nos gustan los clásicos