Lo tuvieron todo en su favor para que pudieran haber llegado a ser una de las bandas más punteras del Hard Rock. Ya desde su primer álbum, dejando un single de éxito como es "Black Betty" y con una apuesta muy dura y contundente, este "Portrait of the artist as a young ram", elevo su nivel musical de una forma descomunal, sacando de el, unas canciones muy duras, dotadas con unos riffs de guitarras que te acribillaran la cabeza en su primera escucha, y que se te mete dentro de ella haciendo que no pares de escucharlos en ningún momento. Pero la suerte no anduvo al lado de la banda, siendo este álbum su última incursión en un estudio de grabación.
El sonido de los teclados anduvo muy presente dentro de las canciones, pero este no fue un impedimento para contrarrestar el trabajo de las guitarras, siendo más bien una ayuda para amoldar unas bases muy contundentes, al mismo tiempo que suenan con un sonido muy propio, y eso fue un claro síntoma de que el grupo estaba muy bien internamente, o, por lo menos ellos sabían conjuntarse en la parte musical. Dotándole de canciones muy rápidas y contundentes, con el peso de unos medio-tiempos, donde la conjunción de las melodías más pesadas y duras se hacían desde el teclado, el cual contagiaba su sonido a las guitarras, mostrándose estas totalmente. Quedando para la posterioridad un disco que es sin duda, uno de los álbumes que uno tiene que escuchar antes de morir.
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