Revista Cultura y Ocio
XII
He necesitado todas estas injurias contra mi padre
para sacudirme el manicomio de Franco.
Que mi padre ya muerto me perdone
estos insultos tan ordinarios
como yo a él también le perdono
la fetidez de sus sagrarios.
Ya no resisto más este odio: puesto que el Rayo ha muerto
la guerra ha terminado.
Estoy viviendo los primeros minutos de una paz tan frágil
que no sé si es un baño en el mar con más sol
o una mutilación de piernas vientre y brazos.
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XIII
Buenos días amorya a dos jornadas de tu dulce látigo.Por ti me he revelado medievaly para ti amor que estás de viajeescribo con la hoz de tus zarcillos prusianos.Tú me sosiegas con el betún de tus besosy con los polvos de las uñas de tus telarañazos.La más leal de las espumas de la nochetu cuerpo de diecinueve caballosy lo más obsceno de tus pies tus palabras tan jóvenesy ya con sarro de serrallo.
Ramón Irigoyen en Los abanicos del Caudillo (1982).