Revista Comunicación

Ramón Lobo y el periodismo sin adjetivos

Publicado el 16 diciembre 2010 por Jaimegarcia
Ramón Lobo y el periodismo sin adjetivos
Los hábitos para informarse han cambiado. El público joven olvida los periódicos porque en las ediciones digitales encuentran los mismos contenidos actualizados. Las webs con cada vez más completas. Twitter se empieza a asentar como una fuente de información más. Las alertas, las últimas horas, las suscripciones RSS, las versiones para teléfonos móviles…
Estamos saturados de información. Ahora bien, ¿qué tipo de información nos martillea a cada instante? El reportero Ramón Lobo pasó por el Máster de ABC para hablar de periodismo, el que hace historias humanas. Así es como lo entiende. Estos días, "los periodistas están tan ocupados del Twitter y los blogs que no tienen tiempo de informar", bromeó. El periodismo no tiene adjetivos. Solo hay uno.
Salir a la calle, hablar con la gente, preguntar, buscar las historias geniales que cada uno porta… esa es lo que permite aportar una mirada distinta. "¿Cuántos reportajes de gente que vive sin sanidad en EE.UU. hemos leído?", se preguntó, en contraposición con la avalancha de noticias que provocó la reforma de Obama. A quien ha pasado por Bosnia, Irak, Afganistán, Kosovo, Ruanda o Nigeria, el número de corbatas sumado al número de páginas de un periódico le revela el índice de aburrimiento.
Cuando uno le escucha hablar, tiene la impresión de que se aburre mucho en Madrid, como si estuviera fuera de su hábitat natural. A la espera de nuevas aventuras, Ramón Lobo escribe en sus blogs. En uno, donde le pagan, escribe de información internacional; en el otro se divierte. Dice que confía mucho en internet, medio al que las grandes cabeceras deben adaptarse lo antes posible: "El tiempo que le queda de influencia al papel es el que tenemos para posicionarnos".
Ramón Lobo es crítico con lo que se hace en la prensa española. A veces tiene la sensación de que los periódicos viven en un mundo paralelo que ellos mismos retroalimentan. Y es que la labor del periodista no es sentarse en la misma mesa que el poder, sino ser la "gente que moleste". Wikileaks ha venido a recordarlo. Porque, a pesar de todo, es el "negocio del periodismo" el que está en crisis, "no el periodismo".

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