
James Wan invita al público (y primordialmente a los seguidores de la saga) a un festival de más de dos horas de adrenalina. El dinamismo que porta cada contienda o situación que se exponga, es abordado con diferentes recursos de montaje y edición, variando los planos con velocidad para mantener la agilidad de cada suceso, para deleite y entusiasmo del observador. Por momentos, Furious 7 se asemeja a The Expendablespor las figuras portentosas que intervienen, por el despilfarre desmedido de municiones que se presencia y también por la cantidad de resoluciones inverosímiles (factiblemente la entrega más exagerada de las siete).
Con el correr de cada película, el asunto fue mutando desde el simple mundo de las carreras y el “tunning” hasta una especie de relato que se fue extendiendo para abarcar además el crimen, los robos y misiones específicas a cumplir. Esta última edición posee un poco de todo pero a niveles todavía más poderosos y enérgicos, lo que significa bastante de acuerdo a lo visto precedentemente. Si bien funciona como ejercicio de entretenimiento, muchos de los eventos carecen de la tensión necesaria como para inquietar, producto de su previsibilidad.Es comprensible la necesidad de volcar unas cuantas circunstancias a la utilización de los vehículos, puesto que es la base sobre la que se ha cimentado la franquicia, pero el límite se sobrepasa y lo ilógico adopta formas insospechadas. Autos que “vuelan” y van de una edificación a otra asolando contra todo y una dosis desquiciada de acción son los elementos principales de Furious 7, precisamente lo que piden sus seguidores. Como sorpresa y factor altamente emotivo, resulta esencial destacar el sentido y conmovedor homenaje, en el desenlace, al fallecido Paul Walker, realizado con pulso y delicadeza.
LO MEJOR:el entretenimiento y la fibra característica del film. El homenaje a Paul Walker, muy emotivo.LO PEOR:previsible, aún más exagerada que las entregas anteriores.PUNTAJE:6
