Revista Libros

Rapsodia Gourmet

Publicado el 27 octubre 2010 por Carm9n @Carmenyamigos

Rapsodia Gourmet

Ya es de todos conocido que ésta, aunque publicada con posterioridad, es la primera novela de Muriel Barbery; el éxito editorial de "La elegancia del erizo" posibilitó su lanzamiento en España.
He de reconocer que comencé este libro con cierto recelo; me había gustado tanto 'La elegancia del erizo', que temí que Barbery me defraudase. Pero no ha sido así, en absoluto. En 'La elegancia del erizo' la prosa de Muriel Barbery me enamoró; ahora puedo constatar con 'Rapsodia Gourmet' que ese amor se está haciendo más sólido y espero que duradero.

La lectura de 'Rapsodia Gourmet' se desliza entre los recuerdos de aromas y sabores mientras transcurren las últimas cuarenta y ocho horas de vida de Pierre Arthens, el crítico gastronómico más importante del mundo.

Monsieur Arthens nos va haciendo un recorrido gastronómico y sensorial por su pasado, su infancia sobre todo, a la búsqueda de

'un sabor que alberga en lo más hondo de su ser. Sé que ese sabor es la verdad primera y última de toda mi vida, que encierra en sí la llave de un corazón al que he amordazado desde entonces'.

Encontrar ese sabor supondrá el encuentro del sentido de esa vida que se le escapa por momentos.

Pero Arthens no está solo en esa última reconstrucción; su voz no es la única que se oye, sino también las de sus familiares, vecinos, empleados, amantes... Ellos son los espejos en los que vemos reflejadas las distintas identidades de Arthens, sus distintos 'yos': el ausente, el simpático, el monstruo, el Héroe, el rico satisfecho, el tirano, el amante,...  La complejidad del ser humano en la búsqueda de lo sencillo, de la esencia.
Una lectura, desde luego, muy muy recomendable, con esa rica prosa de Muriel Barbery que embriaga, llena de matices, que transmite, que dice. 

'Un tilo que emana deliciosos efluvios al caer la tarde es un embeleso que se imprime en nosotros de manera indeleble y, en lo más hondo de nuestro gozo de existir, traza un surco de felicidad que la tibieza sola de una noche de julio no alcanza a explicar'.

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