La primera vez que vi a Raquel Grijalba fue en la presentación del disco de la versión española de Grease, con el que Luis Ramírez quería calentar su futura producción. A todos los que asistimos aquella mañana al teatro Lope de Vega nos llamó la atención aquella menuda mujer rubia, vestida de negro, que cantó con delicadeza y emoción la canción Lo podría hacer peor. Supe entonces que era una presentadora de Los 40 principales, y poco más. Su actuación ese día -también la de Enrique Sequero- convencieron a Luis Ramírez para darle un papel en una producción donde se reunieron varios de los artistas que después destacarían en nuestros escenarios: Geraldine Larrosa, Pablo Puyol, Marta Ribera, Ignasi Vidal, Sonia Dorado, Carlos Marín, Víctor Ullate Roche, Beatriz Luengo, Armando Pita, María Blanco, Beatriz Argüello, Francesc Abós...
Su papel más recordado es, sin duda, Peter Pan (su menuda figura, su carisma, su simpatía y su gracia la hacían ideal para el personaje), en las dos versiones que montó Luis Ramírez, pero también intervino en musicales como Jekyll & Hyde, Cats, Annie, Falsettos o Maribel y la extraña familia. Formó parte de los coros de artistas como Marta Sánchez, Ana Torroja, Alejandro Sanz o Miguel Bosé. Era una actriz-cantante-bailarina carismática, con una vis cómica extraordinaria y gran personalidad en la voz.
Aquel Peter Pan fue la primera obra de teatro que vio mi sobrino Pablo; y no debió ser mala la experiencia, porque la escena se ha convertido en su vocación, como muchos sabéis. Tanto en el Lope de Vega como en el Palacio de Congresos (aquí vino también mi sobrino Julio) fuimos a verla a los camerinos después de la función, y siempre tuvo palabras cariñosas para los niños, que yo siempre agradeceré.
El cáncer se la ha llevado, cruelmente, demasiado pronto. Tenía sólo cuarenta y cinco años. Descanse en paz.