La progeria, o síndrome de Hutchinson-Gilford es una enfermedad de inicio en la infancia, que produce un envejecimiento rápido que afecta a todos los órganos y sistemas del organismo y hace que el aspecto del paciente sea de unos 30 años más que los que realmente tiene.
Epidemiología:
Se trata de un trastorno genético que afecta aproximadamente a 1de cada 8 millones de nacimientos. Se hereda de forma autosómica recesiva y se caracteriza por la aparición prematura de los signos del envejecimiento (5 o 10 veces antes de lo normal), comenzando con una deficiencia en el crecimiento durante el primer año de vida que tiene como resultado cuerpos desproporcionadamente pequeños en relación con el tamaño de las cabezas.
Descrita por primera vez por Otto Werner en 1904, su incidencia es muy variable y oscila según los diferentes países y el grado de consanguinidad. Puede afectar a sujetos de cualquier etnia y sexo, si bien parece existir un cierto predominio en algunos grupos étnicos con alto grado de consanguinidad.
Actualmente viven menos de 50 personas en el mundo con esta enfermedad, la mayoría de raza blanca y sin evidenciarse preferencia por sexos. Son niños sin retraso mental, con esperanza de vida corta y con muerte en la adolescencia debida, principalmente, a enfermedades cardiovasculares.
Patogenia:
La progeria se debe al acumulo de una proteína mutante, la progerina (una ADN-helicasa), en la membrana nuclear de las células que las distorsiona y acorta la vida celular. El 90% de los niños con progeria tiene una mutación de un único nucleótido en el cromosoma 1 que afecta al gen LMNA, que codifica normalmente la proteína lámina A.
La lámina A es una proteína que funciona como componente básico de la membrana que rodea el núcleo de las células. Su papel es clave para preservar la integridad del núcleo y de la cromatina que contiene. En la progeria, el gen LMNA produce alguna cantidad de lamina A normal pero, sobre todo, lamina A mutada o progerina.
Clínica:
• Deficiencia en el crecimiento durante el primer año de vida
• Estatura baja
• Cabeza grande para el tamaño de la cara (macrocefalia)
• Fontanela abierta
• Encanecimiento y calvicie, sobre los 20 años.
• Venas prominentes en frente y cabeza.
• Pérdida de las pestañas y las cejas
• Ojos saltones.
• Cataratas bilaterales
• Cara estrecha, encogida y arrugada
• Nariz grande y puntiaguda.
• Mandíbula pequeña (micrognacia)
• Retardo o ausencia en la formación de los dientes
• Voz muy aguda
• Piel seca, descamativa y delgada
• Cambios en la piel similares a los que se observan en la esclerodermia (el tejido conectivo se vuelve tosco y duro) y posterior ulceración
• Huesos deformes: clavículas acortadas, hombros estrechos, pecho estrecho. ..
• Pérdida de grasa subcutánea.
• Rango de movimiento limitado
• Estenosis valvulares cardíacas.
• Abdomen abultado.
• Deformidad de cadera (coxa vaga).
• Diabetes insulinoresistente
• Distonía muscular
• Tendencia al hipogonadismo, por alteración del eje endocrino, con disminución de la fertilidad.
• La capacidad intelectual suele ser normal, pero en ocasiones puede estar disminuida.
• Mayor frecuencia de enfermedad neoplásica (10% de los casos) fundamentalmente osteosarcomas
• Muerte natural sobre los 13 años.
Además de esta clínica habitual, la progeria tiene muchas complicaciones características, la mayoría de ellas, de las personas ancianas, como son: arteriosclerosis, artritis o artrosis, diabetes, hipercolesterolemia, embolias, osteoporosis, infarto de miocardio… Curiosamente, no suele asociarse con la enfermedad de Alzheimer y la hipertensión arterial.
Diagnóstico:
El diagnóstico de sospecha, basándose en los datos clínicos, suele establecerse en fases avanzadas y floridas de la enfermedad. Se consideran criterios diagnósticos mayores la presencia de algún otro familiar afectado, los cambios esclerodermiformes de la piel o la grasa subcutánea, las cataratas bilaterales, la facies típica, el encanecimiento o la calvicie prematuras y los trastornos endocrinos. También resulta de interés diagnóstico aunque no aparece de forma constante, la excreción urinaria aumentada de ácido hialurónico
Después, las pruebas genéticas son las que detectan las mutaciones en la lámina A y nos dan el diagnóstico de confirmación.
Tratamiento y evolución:
Actualmente, no existe ningún tratamiento y se limitan a paliativos o prevención de complicaciones.
El paciente promedio sobrevive hasta los primeros años de la adolescencia, sin embargo, algunos pacientes pueden vivir hasta los 30 años. La causa de muerte generalmente está relacionada con el corazón o un accidente cerebrovascular como resultado de la ateroesclerosis progresiva.
Para saber más sobre la progeria, podéis visitar la Fundación Progeria Research.
Información extraída de Medline, NORD y SIERE