De político del PP y banquero a uno de los peores directivos del mundo.
Rodrigo Rato dirigió el FMI antes de arruinar a Bankia. El Fondo Monetario Internacional asegura ahora que se equivocó al recomendar austeridad a Europa, ya que no valoró el impacto que podría provocar sobre el desempleo. Y Telefónica, que fue privatizada cuando Rodrigo Rato era vicepresidente económico del Gobierno de Aznar, ahora acoge a Rodrigo Rato, nombrándole miembro de los consejos asesores de la compañía en Latinoamérica y Europa. Es como un premio a su nefasta gestión al frente de Bankia. Poco importa que Rato se encuentre imputado por supuestos delitos relacionados con el hundimiento de Bankia. Ni que, recientemente, fuese nombrado en la lista negra de la revista Bloomberg Business Week como uno de los cinco peores directivos del mundo. Telefónica se apiada de él y le acoge como pago por los servicios prestados en unos momentos en que se registran casi seis millones de parados por culpa, en buena parte, de gestiones como la de Rato. Dicen que es uno de los grandes responsables de que nuestro país se esté hipotecando de una forma temeraria. Y que sus consejos harán tambalear al grupo que preside Cesar Alierta. Y que, a su llegada a la Audiencia Nacional para declarar como imputado en el caso Bankia, en el marco de la causa que investiga la fusión de Bankia y su salida a bolsa, un grupo de afectados por las preferentes le recibió con gritos de “¡Rato a la cárcel!”, “estafador“, “chorizo”, “¡Rato, ratero, devuelve el dinero!”. El exministro y exdirector gerente del FMI declaraba por su gestión al frente de Bankia, después de que tuviera que comparecer ante el Congreso tres meses después de su salida de la entidad. Rato declaró que las cuentas que presentó de la entidad, con un beneficio de 306 millones, en 2011, eran reales y que se cambiaron porque el nuevo equipo decidió provisionar cerca de 1.800 millones por créditos aún al corriente de pago, conociendo el último real decreto y con unas expectativas económicas peores. Sin embargo, cuando las cuentas de Bankia del citado año fueron reformuladas, arrojaron unas pérdidas de 2.979 millones de euros.
El expresidente de Bankia y exdirector gerente del FMI, a su llegada a la Audiencia Nacional para declarar como imputado en el caso Bankia. La reciente incorporación de Rodrigo Rato como asesor de Telefónica es de un gran impacto en España. Inmediatamente, tiene una gran difusión en los medios nacionales y se extiende como la pólvora por las redes sociales, levantando la indignación entre la opinión pública. El mismo día en que estalla la noticia, la edición de Reuters para Estados Unidos publicaba una información dedicada casi en exclusiva a recordar cómo fue el paso del exministro por Bankia. Reuters recuerda a sus lectores que Rodrigo Rato se encuentra “bajo investigación por fraude en la entidad nacionalizada Bankia, cuando era presidente de la misma”. Amplía los cargos a “fraude, fijación de precios y falsificación de resultados”. Recuerda que Rato y otros ejecutivos, bajo presiones políticas, abandonaron la compañía en 2011 y que, durante el juicio, negó cualquier irregularidad. La agencia británica indica que Bankia ha sido expulsada del Ibex 35 y que el precio de sus acciones se ha desplomado un 83% durante 2012. E insiste en que “cancelará las inversiones de 350.000 accionistas, muchos de ellos pequeños ahorradores y pensionistas, porque las pérdidas por los malos resultados del banco con problemas fueron peores de lo esperado”. Uno de sus párrafos está dedicado a Iñaki Urdangarin, “yerno del Rey”, quien salió de Telefónica “para distanciar a la compañía del escándalo” de su imputación por el caso Noós.
Pronto la red de microblogging hierve con comentarios de todo tipo sobre el expresidente de Bankia, la compañía y otros asesores relevantes que han pasado por la compañía, concretamente Urdangarin y Zaplana. “Son los peores CEOs de 2012 –dice Carlos Boix–. Entre ellos, Rato, recientemente contratado por Telefónica España. Otro ejemplo de capitalismo compinche”. Agustín Martínez comenta: “Tras ver cómo dejó el FMI y Bankia, cada vez estoy más seguro que el fichaje de Rato por Movistar es cosa de Vodafone”. “El agujero de Bankia –comenta Jot Down Magazine– para vosotros, que yo me voy. EP: Telefónica ficha a Rodrigo Rato como asesor para Latinoamérica y Europa”. Miguel Ángel Revilla apostilla: “Parece ser que Rodrigo Rato ‘sólo’ cobrará 200.000 euros. Eso sí, sin dedicación exclusiva”. La Revista Mongolia explica que Rato y Urdangarin impulsarán la imagen de marca de Telefónica hasta que se inmole. Marcos Ley apunta a Udangarin, Rato y Zaplana y anota: “En Telefónica, los ladrones van a la oficina”. Eterno Primavera comenta que “la reforma laboral funciona: además de los hijos de Aguirre y Carromero, ahora hemos colocado a Rodrigo Rato”.
Juan Ignacio Moreno de Acevedo Yagüe, uno de los abogados que llevó a Rodrigo Rato al banquillo de los acusados por el fraude de Bankia, contesta a Aníbal Málvar en cuartopoder.es: “Se trata de uno de los trabajos más emocionantes de mi carrera profesional. Está juzgándose cómo se ha comportado toda una clase dirigente. Es casi un juicio a un sistema completamente pervertido. Rato dirigía una entidad con pasivos de doscientos mil millones de euros y activos de trescientos mil millones. Su figura era esencial para hacer lo que se ha hecho, que es terminar de rematar una historia de fraude a toda la población. Cuando se habla de nacionalización, se me revuelven las tripas. Las cajas, origen de Bankia, ya eran públicas. Eran parte del patrimonio de todos. No eran entidades de unos accionistas. No eran privadas. Es como hablar de nacionalizar carreteras. No había nada más nacional en el sistema financiero que las cajas. Esa expresión oculta otra cosa: transferencia de deuda privada a deuda pública. Lo que se ha hecho es garantizar a ciertos intereses que, al contrario que los pobres afectados por las preferentes, ellos sí cobrarán... Todos eran políticos y, desde luego, tal y como ha ido degenerando nuestra partitocracia… Los partidos políticos en estos momentos son parte de la estafa. El mundo, financiera y políticamente, es el mismo engaño. Es la gente que no está disfrutando del timo la que ha terminado por alzarse. El cambio, el desalojo del poder de todos estos señores, es inevitable. Se amparan en falsas democracias, en falsos sistemas económicos. Y, sobre todo, en un control de los medios tan brutal que hace que la gente crea que no hay alternativas. Pero las hay. Y muchas. Cientos… A mi juicio Rodrigo Rato debería estar hoy en la cárcel, en prisión preventiva. Aunque la ley no prevé que un imputado sea tan poderoso que pueda influir en las leyes, en el BOE, y solo piensen en riesgo de fuga, destrucción de pruebas o reiteración delictiva. Por supuesto, no es un anticipo de pena. Pero, en este caso, concurren circunstancias que no es que supongan destrucción de pruebas, es que suponen destrucción del derecho”.
Tambourine Country, en la Vanguardia.
“El otro día –escribe Paco Elvira en su blog del domingo pasado (pacoelvira.com)– se publicaba la noticia de que Martín Villa, de 78 años, sería uno de los consejeros del “Banco Malo”. Martín Villa ocupó la cartera de Gobernación hasta 1979, en el gobierno de Adolfo Suárez, y fue conocido popularmente como “La porra de la Transición” por la dureza empleada en reprimir manifestaciones estudiantiles y obreras. Fue, hasta hace pocos años, presidente de Endesa, y lo es, en la actualidad, de Sogecable, la compañía propiedad de Prisa. Cargo al que accedió tras ser nombrado por Jesús Polanco. Todo el mundo sabe en que consisten estos cargos de consejero: sueldos millonarios para unas pocas reuniones anuales y hacer valer sus influencias y sus contactos. Consejeros que, según Belén Romana, presidente de SAREB (‘Banco Malo’), serán retribuidos según las ‘normas’ que rigen para las entidades financieras públicas; es decir, con cantidades que en teoría oscilan entre los 300.000 y los 600.000 euros anuales”. Paco Elvira recuerda el artículo Tambourine Country, publicado en Magazine de La Vanguardia por Lucía Etxebarria, en el que escribía cosas como estas: “Felipe González y José María Aznar asesoran a Gas Natural y Endesa. Mientras González se embolsa al año 126.500 euros, el estipendio anual de Aznar asciende a los 200.000 euros. Elena Salgado ha fichado como consejera de una filial chilena de Endesa. Y cobrando de paso su sueldo de exministra. Miquel Roca está en Endesa; Pedro Solbes, 250.000, en Enel; Josu Jon Imaz, en Petronor; Boyer y María Ángeles Amador (PSOE), en Red Eléctrica Española; Ángel Acebes, 253.000, en Iberdrola; Josep Borrell, en Abengoa; Luis Martínez Noval (PSOE) y Ana Palacio (PP), en HC Energía...”. Los sueldos de los demás son parecidos por un trabajo que se suele limitar a asistir a un consejo una vez al año. “Sospecho –termina P. Elvira– que mi factura de la luz está costeando de nuestro bolsillo los privilegios que reciben ciertos políticos. Y que, por eso, ningún partido mayoritario vota por invertir en renovables. Y hace muy poco, lo que faltaba, Rodrigo Rato consejero de Telefónica. Se lo comentaba el otro día a un amigo, uno de nuestros más reputados periodistas de investigación que me dijo: ‘Están esquilmando el país’. Lucía Etxebarría también escribía: ‘No es una crisis, es una estafa’. Lo dicho: De mal en peor”.
Rajoy y Rato.
El PP tendió puentes para salvarle en el Congreso. La estrategia de la Moncloa para proteger al expresidente de Bankia se basa en la “discreción”. El ex número 2 del PP y del Gobierno de Aznar, el heredero desplazado por Rajoy, se ha convertido en una pequeña espina clavada en lo más hondo del corazón del PP. Cualquier movimiento de Rato inquieta en la familia conservadora. Cuanto menos se hable de él, mejor. Tras su dimisión, le aseguran desde el Gobierno que “le cuidarán” y que “esté tranquilo”, pero la decisión del ex presidente de Bankia de fichar como asesor internacional de Telefónica le vuelve a colocar en el candelero. Con una pensión vitalicia de unos 150.000 dólares anuales al haber aguantado durante dos años como director gerente del FMI en una gestión con numerosas quejas internas, Rodrigo Rato cuenta con detractores que le acusan de no predecir la crisis que se avecinaba en Estados Unidos y en Europa. Sus informes dijeron justo lo contrario: que todo iba bien y que no existían burbujas inmobiliarias. Luego, regresa a España y es nombrado, a propuesta de Rajoy, presidente de Bankia en lugar de Ignacio González, el favorito de Esperanza Aguirre y presidente en la actualidad de la Comunidad de Madrid. En el primer Gobierno del PP se privatizaron las grandes empresas españolas y Aznar puso a dedo y sin miramientos, a amigos personales. Entre ellos, colocó a Juan Villalonga en Telefónica, y, tras su convulsa presidencia, introdujo en julio del 2000 a César Alierta, amigo personal de Rodrigo Rato que ya había presidido Tabacalera. Alierta mantenía un perfil profesional y tenía buenas relaciones tanto con el PP como con el PSOE. El actual ministro de Economía, Luis de Guindos, fue Secretario de Estado del entonces vicepresidente económico, Rodrigo Rato. Y por paradojas de la vida, el alumno acaba echando al maestro de Bankia, provocando al mismo tiempo el mayor crack bancario de la historia de España.
Existe un pacto de no agresión consistente en echar toda la culpa al Banco de España y, por tanto, al Gobierno socialista anterior, y un silencio y discreción por ambas partes al tiempo que se garantiza ‘protección’ al ex presidente de Bankia. Rato es destituido como presidente del grupo financiero el 7 de mayo, después de que Luis de Guindos fuese advertido del agujero patrimonial que tenía la entidad. Cuatro días más tarde, María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, sale en su defensa, al indicar que “asumió la gestión de Bankia en un momento muy complicado… No tengo más que elogiar la figura de Rodrigo Rato”. Por su parte, Vicente Martínez Pujalte, portavoz del PP en la comisión de Economía del Congreso, conocido ratista, acusa al Banco de España de “obligar” al expresidente de Bankia a hacerse cargo de Bancaja con datos que “a lo mejor no eran exactos” y sin ningún tipo de esquema “de protección de activos”. Por último, Alfonso Alonso, portavoz del PP en el Congreso, defiende a Rato y acusa al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, como el verdadero culpable. Para Rato, saltar a Endesa era una forma magnífica de limpiar su nombre y de recuperar su estatus, tanto en el plano institucional como económico. Si era aceptado por Endesa seguiría disfrutando de los parabienes habituales de un Consejo de Administración de una de las grandes empresas del Ibex 35 (coche oficial, secretaria, viajes, etcétera). Y ganaría cerca de 400.000 euros. Los mismos que cobraba Luis de Guindos, consejero de Endesa hasta diciembre de 2011. Pero, el 11 de julio, la presentación de la querella de UPyD contra todos los consejeros de Bankia en la Audiencia Nacional altera los planes. Borja Prados, supo que la Audiencia admitiría a trámite la querella (finalmente lo hizo el 4 de julio) antes de la celebración del Consejo de finales de junio, motivo por el cual paralizó su nombramiento. Tras el verano, el Gobierno intentó retomar los trámites para que Endesa aceptase a Rato, pero el ruido mediático por la nacionalización de Bankia y los posibles delitos financieros cometidos por el Consejo hicieron que Borja Prado desoyera la nueva solicitud de Sáenz de Santamaría. Fuentes oficiales de Endesa niegan que su Consejo debata el fichaje de Rato, que en su día también sonó para incorporarse a Repsol e incluso a Orange. Y, finalmente, es nombrado miembro del consejo asesor de Telefónica en Europa y Latinoamérica, una vez que Endesa rechaza su designación como consejero del órgano de gobierno de la eléctrica.
Telefónica, cementerio de elefantes políticos. Öscar López, secretario de Organización del PSOE, tilda al ex ministro del PP de “enterrador de Bankia”. “Rato –dice– encarnó el mito de la derecha como supuesta gestora cum laude y ha acabado descendiendo al abismo de liderar el peor hundimiento de la democracia. Con estos procedentes su fichaje por Telefónica no es en absoluto la mejor idea”. Para Gaspar Llamazares, diputado de IU, se refuerza la teoría de la “puerta giratoria” entre la política y las grandes empresas. “Una puerta giratoria que es el agujero negro de la política y los oligopolios políticos y económìcos. Este es un escándalo de corrupción política que debería llevar a medidas adicionales en materia de incompatibilidad y evitar la colisión de lo publico y lo privado”. En Telefónica han ido a parar expolíticos y ex altos cargos de distintos partidos: Eduardo Zaplana, ex presidente de la Generalitat Valenciana, Javier de Paz, ex secretario general de Juventudes Socialistas, Narcís Serra, exvicepresidente del Gobierno del PSOE, Alfredo Timmerma, ex jefe de Gabinete de Aznar y el mismo duque de Palma, Iñaki Urdangarin. Un cementerio de elefantes políticos.
César Alierta intenta lavar la imagen de Rato con su fichaje en Telefónica. “Con el fichaje de Rodrigo Rato –escribe Vicente Clavero en Público.es, bajo el título ‘La mamandurria de Rato en Telefónica’– probablemente César Alierta haya querido corresponder a quien, siendo vicepresidente del Gobierno, le lanzó al estrellato empresarial, pero está por ver que haya hecho un favor a Telefónica. Por amplia que sea su experiencia y abultada su agenda de contactos, hace tiempo que Rato cayó en el descrédito internacional, y, en España, su imagen de supuesto mago de la economía ha saltado por los aires tras la ruinosa gestión de Bankia. Que, aun así, haya sido agraciado con lo que Esperanza Aguirre definiría sin duda como una auténtica ‘mamandurria’ es algo que el presidente de Telefónica tendrá que explicar algún día a sus accionistas y clientes. Alierta es uno de los profesionales del mundo financiero a los que el Gobierno de Aznar recurrió, casi siempre por puras razones de cercanía personal, para dirigir las grandes empresas públicas en vísperas de su privatización. En el reparto, a Alierta le tocó la antigua Tabacalera, rebautizada en 1999 con el nombre de Altadis y que, a la postre, sería engullida por el gigante británico, Imperial Tobaco. Otros dos hombres alcanzaron puestos de relumbrón empresarial por aquella época: Francisco González, que accedió a la presidencia de Argentaria, desde donde saltaría luego a la del BBVA, y Juan Villalonga, que fue situado al frente de Telefónica…
Rato, hundido.
“Uno de los grandes secretos de Alierta para mantenerse en el puesto contra viento y marea es su conocida capacidad para abrir vías de comunicación con el poder, por el socorrido procedimiento de meter en la nómina de Telefónica a personas que se mueven en sus aledaños. Durante la última etapa de Gobierno socialista, el enlace con Moncloa fue Javier de Paz, íntimo amigo de Zapatero y a quien Alierta no dudó en nombrar consejero “independiente” de la operadora. Poco después, y por aquello de poner una vela a Dios y otra al diablo, fichó a Eduardo Zaplana, que le garantizaba la interlocución con buena parte de la cúpula del PP. También quiso agradar a la Zarzuela, ofreciendo trabajo a Iñaki Urdangarín, y le faltó tiempo para quitárselo cuando cayó en desgracia. El caso de Rato tiene particularidades, porque media también el agradecimiento personal, y seguramente Alierta haya pretendido matar dos pájaros de un tiro. Pese a su prematura espantada del Fondo Monetario Internacional, que le granjeó fama de inconstante en el mundo financiero, y pese al hundimiento de Bankia, cuyas consecuencias penales se tienen que sustanciar, Rato sigue teniendo un notable predicamento sobre la facción liberal de su partido y sobre el coro mediático que la jalea. Una facción que siempre ha tratado con cierto desdén intelectual a Rajoy, considera una traición ideológica algunas de sus políticas y no ha perdido la esperanza de tomar el relevo el día que el actual líder del PP se vaya”.
Rato, resucitado, cual Duque de Bankia.
“Rajoy –escribía el pasado martes Matías Vallés, en su web Al Azar, con el título ‘Rato, Duque de Bankia’– ha nombrado a Rodrigo Rato como sucesor de Urdangarin en la cúpula de Telefónica. Es otro acierto del presidente, porque sólo un imputado por corrupción posee la sensibilidad precisa para sustituir a otro imputado por corrupción, en la exigente tarea de sentarse en un sillón para cobrar cientos de miles de euros. Cabe presumir que no se advertirán cambios de entidad en la gestión de la compañía, lo cual tranquilizará a quienes piensan que el banquero doblemente fracasado empeora las augustas prestaciones que adornaban al yerno iletrado del Rey. En todo caso, y para consolidar un traspaso de poderes fluido entre ambos genios de las finanzas con dinero ajeno, La Zarzuela debería conceder al insigne Rato el título de Duque de Bankia. La sensatez obliga a mantenerse al margen del cacareo de las redes sociales. Mientras los anarquistas móviles de la tercera generación se preguntan qué sabe Rato del presidente del Gobierno, y por qué tiene que cargar el silencio a los contribuyentes, los observadores imparciales celebramos el sacrificio de la empresa por el bien común. Telefónica arruina su imagen a cambio de señalar al mundo que no existe diferencia apreciable entre el esposo de la infanta Cristina y el vicepresidente de Aznar. Es una inmolación sin parangón desde la instauración de la tarifa Zaplana. El vicepresidente Rato privatizó Telefónica en todos los sentidos de la palabra. Tiene derecho a sentirse dolido por quedar relegado a un discreto papel en la cúpula, cuando lo lógico era nombrarlo presidente. Tras la expulsión de Urdangarin, los consejeros de la compañía se alarmaron ante el riesgo de que una simple imputación penal les despertara de la mullida siesta y les dejara sin remuneración. Por tanto, la erección del Duque de Bankia restaura la armonía mercantil, clave para la estabilidad del negocio. La cúpula de una empresa debe reflejar la pluralidad social y, dado que los presuntos corruptos ocupan un lugar creciente en todos los ámbitos, también han de gozar de una representación proporcional en los órganos de gobierno”.
Imagen lograda por un espontáneo que pasaba por allí y remitida a “El Jueves”. Y mientras unos, como Rato, son liberados y cambiados de lugar de trabajo, pasando a disfrutar de un nuevo puesto en La Telefónica, otros como, Ángel Carromero, igualmente del PP, salen de la cárcel de Segovia, tras haber volado de Cuba, en donde fue condenado a cuatro años de prisión, tras haber sufrido un accidente con el coche que conducía sin carnet en el que murieron dos personas de la disidencia cubana. El Gobierno de Rajoy presionó a los estamentos judiciales a fin de que este dirigente de las juventudes del PP pudiera obtener ya el tercer grado que le permitirá dormir en un lugar más apropiado a su condición de miembro del partido del Gobierno.
Entramos ya en esa dimensión, la habitual del humor. Comenzamos con R. Varona y con Erlich
Otros dibujos de humor que hacen alusión a Rato o a otros temas, como el de Ortuño, El Roto, Forges y Peridis:
Desde Mallorca, Pep Roig dibuja la ingenuidad permanente, el tiempo de saqueos y de golfos, el saqueo nacional y la gran estafa, alentada.
Terminamos con tres vídeos. En el. primero, Rato ficha por Telefónica
El segundo está sacado del programa Polonia.
Y el tercero es sobre gatos locos y divertidos.
Revista Opinión
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