Creo que no he sido la única en moverse una y otra vez un diente para que se cayera cuanto antes y así recibir un regalito debajo de la almohada.
Yo recuerdo que tenía pánico porque el ratoncito subiera a mi cama y sin querer le diera una patada o un manotazo que le mandara al otro barrio, aunque mis padres siempre me tranquilizaban diciendo que era mágico y que a él nunca le podría pasar nada.
100 pesetas de aquél entonces era una completa fortuna por un diente, y recuerdo que siempre metía la moneda en la hucha para después comprarme, paradójicamente alguna que otra chuche.
Buceando por la red, he encontrado esta idea que me ha fascinado y que me parece completamente genial.
Se trata de una mini puerta diseñada específicamente para nuestro querido Ratoncito Pérez que no es más alto que cualquier rodapié.
La idea pertenece a Oui Oui y están elaboradas en madera. Cada puerta está pintada a mano y personalizada (el cliente elige el número, y si quiere que la puerta lleve una aldaba o buzón).
Asimismo, con la puertecita, Oui Oui obsequia a sus clientes con un regalito para que el Ratoncito Pérez se reponga y coja energías (puede ser un queso, una cestita para dejar el diente, una botella de leche con su vasito o lechera).
¿No os parece genial?