Los ratones de biblioteca se subdividen en diferentes especies. Están los que usan gafas de pasta de los años 80 y devoran sesudos ensayos. Junto a ellos, suelen buscar los rincones más escondidos los roedores de dientes largos, que se pasan años sin limárselos, porque cuesta mucho aprenderse los contenidos de algunos volúmenes de ciencia antes de poder comérselos. Hay una extraña especie a la que, en poco tiempo, se les transforman las pupilas en corazones a base de literatura romántica y es conveniente que nunca se acerquen a los roedores negros, porque estos siempre aprovechan el amor para conseguir nuevas víctimas con las que aderezar las novelas de misterio.
En las estanterías superiores, vivimos los ratoncitos orejones, que tenemos las orejas tan largas de intentar volar con ellas. Somos los que adoramos la fantasía y la ciencia ficción y, como para nosotros todo es posible, hemos aprendido a encender también esos dispositivos que los seres humanos usan a todas horas y a buscar en ellos historias fantásticas (algunas cuentan nuevas versiones de libros que ya nos comimos hace tiempo), que no se pueden devorar, porque basta sentarse delante y abrir los ojos un buen rato. Y como somos los más espabilados y sociables, porque a veces las pantallas nos hipnotizan y los humanos nos descubren, hemos decidido recomendarles esta selección de maravillosas historias fantásticas que nos han acompañado a los ratones de orejas grandes desde que, por primera vez, intentamos alcanzar las nubes pese a haber nacido sin alas.