Siguiendo con los párrafos iniciales que más me gustan, ahí va este otro de Raúl Núñez, de su novela Sinatra (Editorial Anagrama, 1984 y 1988):
Sinatra se parecía a Sinatra. Tenía cuarenta años. No era demasiado alto. Se había empezado a quedar calvo y llevaba el pelo muy corto. Había conseguido un trabajo de portero de noche en la pensión donde vivía. Le salía su habitación gratis y le quedaba un poco de dinero. Hacía un año que su mujer lo había dejado para irse con un negro. Tenía gracia. Le parecía una broma. Siempre que pensaba en ello, una sonrisa torcida aparecía en su boca. La misma sonrisa torcida con la que se enfrentaba al mundo. Ahora no tenía mujer. Le costaba aceptarlo. Se sentía solo.
Raúl Núñez.