Por Carlos Luque Zayas Bazán / La Pupila Insomne
En breve nota titulada “El trabajo por cuenta propia avanza a paso de tortuga”, publicada el 10 de enero del año en curso en su blog, Cartas desde Cuba, el periodista uruguayo Fernando Rasvberg expone su criterio sobre el tema del trabajo no estatal en Cuba. El citado título ya subraya la idea central.
Es bastante notorio que el fomento del trabajo no estatal, o cuentapropista, o Trabajo por Cuenta Propia (TPC), avanza en Cuba desde 1996 signado por obstáculos que no han estado desvinculados de las dificultades económicas generales del país, ni tampoco del carácter inédito y complejo de la construcción de la utopía socialista.
En esta etapa, no faltan analistas que aconsejan su más rápido despliegue, y señalan entre las razones de una supuesta voluntaria ralentización del proceso, prejuicios dogmáticos, o intereses retardatarios de individuos que no querrían perder privilegios, o posiciones de control. Resultaría ingenuo negar que ese factor puede existir. Pero es de justicia y verdad denunciar que la causa subjetiva es sobredimensionada por la tarea desacreditadora mediática que está arremetiendo no sólo contra Cuba, sino contra las posibilidades del socialismo. Esa tendencia, cuando es unilateral, sesgada y superficial, forma parte de la actual ofensiva mediática que pretende desacreditar el rumbo del socialismo cubano. ¿Por qué?
De este sesgo es la nota, y otros escritos sobre el tema cubano, del periodista de Cartas desde Cuba que mencionamos al principio. Pero de un nivel algo más bajo. Algo que se pone en evidencia con la imagen que precede a su escrito y que es el motivo principal de este comentario.
Para establecer la correspondencia entre el tema central de la nota y su escenario nacional, el periodista tuvo la infeliz e irrespetuosa ocurrencia de graficarla con una imagen donde combina el sagrado símbolo de la enseña nacional cubana con la clásica tortuga, vieja metáfora de la lentitud. En esa imagen podemos observar una tortuga cuyo caparazón haría las veces del triángulo rojo de la bandera cubana, con la estrella solitaria. La tortuga se arrastra, con su peculiar lentitud, sobre una estela formada por las franjas azules y rojas de la enseña nacional, dejando un rastro de manchas grises, manchas que también puntean el triángulo rojo.
A propósito, en las redes sociales se ha producido un abundante intercambio expresando indignación y repudiando la ocurrencia. En su propio blog, donde por lo común los comentaristas son efusivos seguidores del periodista de marras, algunos han señalado el irrespetuoso proceder.A este comentario del nick llamado ems:
“Solo escribo para protestar por el mal uso de la bandera cubana, ha sido muy desagradable ver esa foto. Y, por favor, no me vengan a justificar con que “si representa al país y este avanza o no avanza a paso de tortuga”, dejen de jugar con los símbolos por los cuales se ha derramado tanta sangre, ninguna de nosotros, de los que aquí escribimos. Otra falta de respeto de ese tipo y dejaré de leer el blog de Fernando, periodista que leo desde su época en la BBC.”
la respuesta del periodista fue tan insólita y desafiante, como otras anteriores, y como la imagen.
Es necesario citarla:
“Baracoa y Ems, sinceramente después de que las autoridades cubanas autorizaran a las rumberas vestir la bandera cubana para esperar el primer crucero de los EEUU, no creo que esta foto sea tan escandalosa. De todas formas si Ems cree que debe dejar de leer este blog está en su derecho pero no aceptamos que nos impongan condiciones. Un abrazo.”
Aquí hay varios ejemplos del estilo del autor, que analizo y describo, aunque no califico como realmente quisiera, el propio lector tiene la oportunidad.
Primero, el enfoque del argumento es oportunista y justificativo. Oportunista porque se apoya en lo que han hecho otros, y no asume su propia responsabilidad, sino que se parapeta en “las autoridades” cubanas. Ahora bien: “las autoridades cubanas” es una expresión voluntariamente ambigua y generalizadora, y por lo tanto, difusa. ¿Por qué un periodista que bucea con tanto ahínco en cuanta sombra puede revelar, en cuanto tema puede sesgar, y lo cual es de rigor en la profesión, no precisa qué autoridades fueron? Ningún estilo es inocente y como dijera Buffon, el estilo es el hombre. “Las autoridades”, es decir, que todas a cualquier nivel autorizaron a usar la bandera cubana. ¿”Las autoridades cubanas” es el director de una comparsa o un funcionario de una entidad turística? ¿Por qué no dice que la prensa cubana, sus dos principales periódicos, publicaron un artículo de la prestigiosa ensayista Graziella Pogolotti condenando el hecho? ¿Por qué no reconoce que el suceso fue debatido por el Pleno del Consejo Nacional de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba que emitió una enérgica declaración condenándolo, publicada en la radio y televisión nacionales?
¿Acaso un funcionario de cualquier nivel de autoridad es suficiente para que el periodista se ampare en ese antecedente? Es un manido recurso de la retórica manipuladora. Pero la perla le sigue a continuación: si al periodista le parece que después de aquello su foto no es “tan escandalosa”, ¿no le basta con que simplemente sólo sea escandalosa? ¿O es que opina que las “rumberas” vestidas con la enseña nacional fue algo escandaloso que, por lo tanto, él también puede hacerlo, y ya no lo es tanto, aunque lo sea? Pues eso mismo quiere decir, en claro romance, su respuesta, además desafiante, con el lector, cubano, que le trata con respeto: Al Sr. periodista no se le pueden poner condiciones, pero él impone la condición de darle el tratamiento gráfico que desee a un símbolo patrio. Pues, Sr periodista, se trata nada más y nada menos que del uso irrespetuoso del símbolo sagrado de un país, y en un país que lo acoge, y del pleno derecho de sus habitantes a valorar que el proceder es vejatorio, y pedirle que respete lo que ello significa. Si esa “condición” no la respeta, ¿cuál es?
Tomado de Mi Cuba por Siempre
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