Rayco en una fotografía de @frlorente.
“A veces tenemos una tontería encima que no es normal”
Rayco Cabrera es de Tenerife. “¿Rayco?”, pregunto. Y es que en la península no, pero en Canarias es un nombre bastante común. “Es el nombre de un príncipe guanche”, aclara. Rayco nació en Tenerife hace 30 años y hace diez se vino a Madrid “por amor. Aunque nada es para siempre”, apostilla. De su tierra se trajo estudios en estética e informática, pero fue en la capital donde descubrió su vocación de maquillador. Simultaneó la realización de su master en maquillaje con diversos trabajos: “en el Starbucks de Neptuno, en una discoteca”, y una larga y variopinta lista. “Sin duda la vocación de maquillador la encontré en Madrid”, asegura, y reconoce que la fortuna le acompañó hace ya seis años: “Al terminar el master estuve en el lugar y el momento preciso porque entregué un currículo en Dior y me admitieron. Tuve mucha suerte.” A pesar de su trabajo no ha abandonado la formación, “no puedo estar quieto y ahora estoy preparando la Prueba de Acceso a la Universidad para estudiar Administración y Dirección de Empresas”, explica este vecino del centro de Madrid “encantado con el centro de Madrid”.Rayco es uno de los siete maquilladores que Dior tiene en toda España, aunque haya otros tantos profesionales de la marca en la sección de perfumería. Asegura que su trabajo tiene mucho de “arte efímero, aunque también de comercial y psicólogo”. Aunque a veces ha realizado trabajos para pasarelas, televisión o eventos privados, cada semana trabaja en un centro diferente de El Corte Ingles en cualquier lugar de España. Este ir y venir hace que la conciliación sea prácticamente imposible para aquellas personas que tienen familia.
Horarios comerciales
Los cambios de los horarios comerciales, también han afectado a su trabajo, “ahora la jornada se extiende de martes a sábado, desde las once de la mañana hasta las ocho de la noche”. El martes llega al centro que le asignen. Allí le tienen preparada la agenda con las clientas y comienza a maquillar “enseñando también automaquillaje con el objetivo de vender la marca”, de ahí su vertiente comercial, “y si no hay clientas, pues estoy en el stand de la marca resolviendo dudas. Es un trabajo muy artístico, pero lo que cuenta es la cifra”, explica. Y es que Rayco tiene un salario fijo, pero tiene que cumplir unos objetivos para poder cobrar un determinado porcentaje.En otra imagen de frlorente. Rayco sabe posar. Está claro.
Asegura que aunque muchas marcas sí han sufrido la crisis, no ha afectado tanto como en otros sectores, “sí se ha notado que hay miedo y que no se derrocha tanto”. También critica que las empresas han ido “degradando poco a poco la figura del maquillador, ya no te reciben en los centros como un gurú”.Rayco siempre ha tenido un carácter “muy de replicar y denunciar injusticias”. Es delegado de CCOO en LVMH, que agrupa varias marcas incluida Dior y reconoce que las empresas se aprovechan de la actual situación de crisis. Su comité es complicado porque los puestos de trabajo son muy diferentes: oficina, tienda, maquilladores…, “claro que los maquilladores conocemos la problemática de todos los puestos porque estamos en contacto con todos”, asegura.Es consciente de que no se pueden resolver los problemas de 80 centros a la vez, por lo que “vamos poco a poco”. Y claro, dentro de los problemas de trabajar en los centros de El Corte Inglés, surge la dualidad de jefes. Por una parte están los jefe de la marca, y por otra los de El Corte Inglés, “a quienes no podemos decir nada, especialmente en lo relativo a los horarios de siete días a la semana”.Miedo y surrealismo
Los trabajadores y trabajadoras que vemos en los stands de las marcas en los centros de El Corte Inglés no forman parte de la plantilla de El Corte Inglés, pero en vez de ser considerados como huéspedes sufren esa característica política laboral del centro comercial. Además de trabajar por objetivos muy marcados, si no logras “x” objetivo de venta no cobras el porcentaje correspondiente; son víctimas del prestamismo laboral. Algo empresarialmente surrealista porque implica trabajadores de una marca, “cuando las circunstancias lo requieren” tengan que abandonar su stand para cubrir el de otra marca.
Aquí ya, mucho más desprevenidos nos pilló Fran Lorente.
Este prestamismo laboral no sólo dificulta conseguir los objetivos, también hace que la marca para la que se trabaja tenga menos posibilidades de vender en beneficio de la competencia. La firma termina pagando con su salario otras marcas. Es como ser del Real Madrid y jugar con el Barça, incluso con la camiseta blanca.Esto, además facilita el esquirolaje, ya que si un trabajador de una marca hace huelga es sustituido por los propios del centro o de otras marcas. Y sobre todo ello sobrevuela el miedo. El miedo a los gerentes de El Corte Inglés, que tienen capacidad de vetar a cualquier trabajador, aunque no sea de su plantilla.No es por lo tanto el mundo de la belleza exterior, de la estética, tan sencillo. Los maquilladores, por ejemplo, se han encontrado con el boom del virus del Ébola sin ninguna recomendación ni protocolo. Y deben cumplir estrictas medidas de prevención de riesgos laborales, son muchas horas de pies, con una iluminación adecuada, co espejos bien colocados.Como nos recuerda Rayco, la máxima de su vida no es “la belleza está en el exterior”. Colabora con una ONG, con ella ha estado en Marruecos este verano y le ha dado otra perspectiva de la vida: “A veces tenemos una tontería encima que no es normal”. Parece que lo tiene claro.