La luz del sol, esencial para la vida en la tierra, se compone de varios tipos de rayos:
- Los rayos de onda corta, que se filtra o se detienen en la atmósfera o las nubes.
- Los rayos de onda larga que alcanzan la tierra. Entre los que se encuentran:
- Los rayos ultravioleta A y B (responsables de los efectos adversos del sol sobre la piel)
- La luz visible
- Los rayos infrarrojos (responsables del calor)
Hablando de forma esquemática, la piel se defiende contra los posibles daños por diferentes mecanismos. En la capa más externa, los melanocitos (que producen el pigmento melanina), tratan de absorber los rayos UV en las capas superficiales de la piel y evitar que penetren en las capas más profundas, donde podrían producir lesiones. Este fenómeno es el que produce que nos pongamos morenos y es, por tanto, el mecanismo natural de protección de la piel.
Al mismo tiempo, aumenta la proliferación de los queratocitos y la capa superficial de la piel se espesa, de ahí que a veces en verano tengamos la sensación de tener la piel más tersa.
Aún con estos dos mecanismos de defensa, la protección de la piel se muestra insuficiente en muchos casos. Los rayos UVA penetran en la dermis y su acción perjudicial sobre las células de la piel solo puede observarse a largo plazo. Lo que conlleva un riesgo mayor, pues no somos conscientes de los daños que produce y no tomamos las medidas adecuadas a tiempo.
En cambio, los rayos UVB son absorbidos rápidamente y son los que causan las quemaduras solares. No hay que olvidar que tanto la radiación de los UVA y los UVB pueden dañar el ADN de las células de la piel.
Cada individuo tiene un sistema de defensa llamado ‘capital solar’ que le permite combatir y reparar los daños celulares producidos por la absorción de una cantidad determinada de radiación UV. Este ‘capital solar’ es eficaz y frágil al mismo tiempo, además de estar determinado desde el momento del nacimiento en base al fototipo al que me pertenezca la piel de una persona.
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Una vez que se ha agotado este capital, la capacidad de reparación de la piel disminuye y es incapaz de regenerar correctamente las células dañadas. Éstas se muestran defectuosas y comienzan una reproducción anárquica, pudiendo provocar tumores en la piel.
Por este motivo, la exposición a los rayos UV es el factor principal que provoca el desarrollo de cánceres de piel.
No olvides que la prevención es la mejor manera de proteger la piel, así que utiliza un protector adecuado a la piel de los más pequeños como el Spray Solar SFP 50+ a la Caléndula de Klorane Bebé.
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