Recordando mi época de estudiante, para lo que hay que hacer un buen ejercicio de memoria, y aprovechando el cincuentenario de la publicación de “Rayuela”, acometí, con más entusiasmo por su significado histórico que interés literario, la lectura de la famosa obra de Cortazar que ha sido un referente tanto para la crítica como para lectores y escritores de la época. Siempre hemos oído elogios calificándola de “rompedora” “atípica” y descubridora de nuevas vías de crear literatura. Pero no pudo ser, no pude con ella y al llegar a la página doscientas, con todos mis respetos para los que la alaban, le di carpetazo y me liberé del lastre que me estaba sumergiendo en un aburrimiento insoportable. Me resultó un auténtico “leñazo” y siguiendo mi máxima de: leer sin disfrutar es abortar la afición a la lectura, la abandoné para dentro de otros cincuenta años. Para entonces espero tener mejor formación literaria.
Remitido por Pucho Méndez