Razkin demostró el pasado viernes en el Teatro del Barrio que sus canciones son carne de directo, pero ante todo, que el proyecto es una puesta en escena de todo lo que siente. Pese a lo que pueda parecer, Razkin llegaba en un acústico con alma de eléctrico, un cuarteto en formato compacto, un directo que le hizo conectar con los asistentes de manera clara.
Razkin sabía que en Madrid podía dar lo mejor de su repertorio, pero Pedro no estaba solo, estaba bien rodeado por su banda (bajo de cinco cuerdas junto a una elegante batería en set acústico que hizo de su sonido una apuesta contundente, una guitarra principal que estaba entre el formato de la acústica y al eléctrica según la canción y la propia acústica de Pedro). Con esto, solo quedaba disfrutar de los temas de su disco, no podía faltar temas nuevos como Si se quiere se está (estrenada el pasado miércoles) y alguna sorpresa más. Pero ante todo, quedaba tiempo para hablar, ir comentando detalles de las canciones y de sentir esa unidad con los fans; con todo esto la banda estaba en su salsa y se notó en este show tan interesante en este escenario único.
Del disco, quizá Que nadie apague tu luz y Mediterráneo eran dos grandes canciones muy esperadas que en acústico suenan de otra manera, destaca el primer tema tras el parón, una revisión de Mecano donde Pedro estaba solo en el escenario, demostrando que sabe transportando a sus paisajes más personales, a lo que es su alma y la capacidad para crear. Del directo, dos canciones más merecen mención, una es Madre y otra es Cara o cruz que son dos joyas para este repertorio (que se notaba trabajado) en este formato tan íntimo, una jugada de grandeza, en un retorno a las salas, donde está por debajo de los asistentes y donde la banda mira a los ojos de sus fans que saben disfrutar. Con todo, Razkin está a otro nivel y eso se nota, bravo por lo que llega.
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