Revista Opinión

Razón poética

Publicado el 12 noviembre 2019 por Daniel Guerrero Bonet

Razón poéticaEl ser humano no es enteramente racional. Dispone de otras maneras para acercarse a la realidad distintas de la razón, pero no alejadas de ella. El acceso a la verdad a través de la razón, como anunciara Platón, no es la única vía hacia una visión del mundo que complementa el conocimiento de la realidad. Y esa es la razón poética sobre la que María Zambrano reflexiona en su quehacer filosófico. Se trata de una irracionalidad poética y creadora que permite acceder a la realidad íntima, fluyente, de las cosas y de uno mismo, en tanto ser heterogéneo. Ella distingue entre filosofía y poesía como vías de conocimiento.
La poesía o la literatura son formas de conocimiento que no excluyen sino complementan a la razón y al pensamiento deductivo en la búsqueda de la verdad. Ambas descansan en la palabra. El logos, la palabra creadora y ordenadora, busca la verdad en lo universal, mediante la razón y de acuerdo con un método. La poesía es ametódica y usa la palabra para revelar lo particular, lo individual, que, para los filósofos, es irracional. Expresa lo indecible y lo inefable. La razón poética nos permite ir desde la belleza de lo que no es accesible porque no se conoce a la verdad que es accesible por la razón. O, si se quiere, desde la intuición o chispa poética que ilumina la mente y despierta las ideas que deducen la verdad o la realidad. Ambas formas de conocimiento no se dan por separado, sino que coexisten, predominando una sobre la otra según las personas, como dos caras de una misma moneda.
¿Cuántas veces han coincido en una visión del mundo o de la existencia un poema y una teoría física? ¿Cuántas veces nos define mejor un verso que un análisis clínico? María Zambrano, una filósofa española incomprendida, olvidada y maltratada por las circunstancias que le tocó vivir, ha reflexionado sobre las relaciones entre el logos, la razón occidental, y las oscuras “sinrazones” dimanadas de la vida cotidiana y humilde. Es decir, entre filosofía y poesía. Por eso yo considero más meritorio a Dante, creador de la Divina Comedia, que Robert Oppenheimer, inventor de la bomba atómica.

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