Ciruelo de mi puerta
Si no volviese yo
La primavera siempre volverá.
Tu florece
Anónimo japonés
La razón por la que quiero el otoño es para darle sentido a mis anhelos de otoños: patear hojas amarillentas y rojizas y carmelitas en algún parque de la ciudad; sentir en un día cálido un ramalazo de frío, así, de repente, mientas espero alguna sorpresa en una esquina; detenerme 20 minutos en un portal del Vedado donde nunca antes lo había hecho, mientas llueve monótonamente y maldigo mi costumbre de botar todos los paraguas del mundo que caen en mis manos; tomar un té en penumbras en la sala de mi casa, mientras Lady Ella y Satchmo me acarician la espalda.
La razón por la que quiero el otoño es para rozar con la punta del dedo un tatuaje cerca del corazón que hablará evidentemente del retorno de la primavera, pero en secreto también hablará de un pueblo tranquilo, de una maceta con claveles en una ventana, de unos ojos hondos, de algo parecido a la certeza, que se aparece desconcertante, casi desnuda de ser por el inconfundible sombrero de la poesía.
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