No somos muy originales con el título de esta entrada. Queremos dedicar unas líneas a lo que alude. Para el que no lo sepa esa fue la etiqueta elegida para el Simposio Internacional sobre Razonamiento Clínico, celebrado el 1 y 2 de diciembre pasados. Lo organizó el Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid y reunió a un muy numeroso grupo de profesionales.
Ya ha habido otros colegas que han tratado algunos aspectos del simposio, como Luis Torija en su blog Zienzia y Harte o Pablo César García Sánchez en SlowPT. Otras opiniones se han vertido en Twitter con la etiqueta #RCMAD17. Como participantes de la organización en eventos parecidos, y que el lector de esta bitácora conocerá, no podemos hacer otra cosa que reconocer el esfuerzo que supone tal montaje. Sólo esto valdría para apreciar, felicitar y agradecer el trabajo. Es cierto que un organismo como el Colegio de Fisioterapia de Madrid dispone de medios humanos y logísticos y recursos económicos para solventar todos los aspectos organizativos, pero eso no ha de ser óbice para corresponder con gratitud los trabajos personales que se congregaron en el simposio.
Dicho esto nos permitimos aportar algunas reflexiones, una vez trascurridas varias semanas y ver con cierta ecuanimidad el encuentro. Ciertamente la expectación era mucha. Se contaba con la experiencia y el conocimiento de fisioterapeutas de gran prestigio internacional en el asunto en cuestión. Tales son Mark Jones, de Australia, Euson Yeung de Canadá, y el inglés Roger Kerry. Efectivamente, parece que son próceres del razonamiento clínico en Fisioterapia. Sin embargo, con cierto rubor mental, hemos de reconocer que no teníamos hasta entonces conocimiento de su trabajo. No es un lenitivo, pero nos dimos cuenta que esta era la realidad de la mayoría de los fisioterapeutas, sino todos, de nuestro entorno. Tampoco nos sorprende. Nos da la impresión de que nos preocupamos por adquirir habilidades técnicas en la miríada de cursos de fisioterapia que surgen por doquier, intentando satisfacer nuestra avidez inmensa e ingenua de conocimiento, y paliar así los déficits de una formación de grado desaprovechada. Y sin embargo, descuidamos, olvidamos o desconocemos la formación e información disponible en la literatura científica.
En línea con el anterior párrafo un tuit de @LaOtraFisio nos suscita un pensamiento. Sí, parece un tanto superfluo traer a ínclitos sujetos de allende los mares, con las gestiones, gastos y daño al medio ambiente (el queroseno del avión, ya se sabe) en la era posinternet, con conectividad total o acceso inmediato a lo dicho y hecho por los ponentes. Sin embargo, el valor añadido de jornadas y congresos es poder ver en persona a comunicantes, ponentes, colegas, antiguos compañeros y/o amigos de profesión. La charla distendida, la oportunidad de interrogar, la generación de ideas y proyectos, el restablecimiento de antiguas relaciones profesionales, y, por qué no, el romper por un día con las dinámicas habituales de trabajo y trasformarlas en un día relajado añaden atractivo a los encuentros. Además, en una analogía que se entiende bien, es preferible vivir el concierto de tu grupo a la escucha o visión en el mejor de los equipos. Por otro lado, traer a figurones prestigia a las organizaciones, las visibiliza internamente y hace presente a la fisioterapia española en otras latitudes. Nada despreciable.
Como se pudo ver en el plantel del simposio, todos los ponentes, a excepción Mónica Solana, eran hombres. Nuestra compañera Gema Gallardo se preguntaba, irónicamente, si es que las fisioterapeutas no razonaban. Como en otras facetas de la vida y en muchas de las profesiones sanitarias en particular, las figuras conspicuas, los dirigentes, los más expuestos y relevantes suelen ser varones. Algo que no se corresponde con la realidad cotidiana. Por eso, todo simposio o congreso debería, a nuestro entender, hacer un esfuerzo explícito por buscar, cuando menos, la paridad. Ese siempre fue uno de los valores que buscábamos en la organización de las Jornadas Interhospitalarias de Fisioterapia en las que participamos.
Al lado de estos insignes estuvieron otros fisioterapeutas del espacio fisioterápico hispano. El siempre clarividente Eduardo Fondevila, nuestro apreciado Pablo César García Sánchez, Arturo Such y otros colegas más. Todos demostraron sapiencia en su discurso. Nos gustaría destacar la ponencia del profesor Fernando Vergara, de la Universidad de Alcalá. Lo hacemos porque habló de la implementacion de metodologías docentes relacionadas con el razonamiento clínico. La diferencia es que lo hace en el prácticum, con la participación de tutores/profesores del mismo. Para nosotros un dato nada baladí por la consideración hacia esta asignatura, la que nosotros impartimos. Sin duda, es esta la asignatura en la que el razonamiento adquiere su valor más genuino, en un entorno real de despliegue de las competencias transversales y específicas de la Fisioterapia.
El segundo día del simposio estuvimos en dos de los talleres organizados para ampliar algunas de las temáticas. Nosotros elegimos el taller de Pablo César García Sánchez, en el que nos informó de algunas de la estrategias de aprendizaje basadas en descubrimientos de la neurociencia. Sólo una cuestión. Los expertos extraen el 70%, o más, de los datos necesarios para abordar el tratamiento del paciente de la anamnesis. Son capaces de llegar a conclusiones o hipótesis con menos información, construyen patrones clínicos que facilitan el camino diagnóstico. Si el lector es fisioterapeuta que se pregunte ¿hago una entrevista en condiciones a mis pacientes?, ¿me enseñaron en la universidad a entrevistar a los pacientes?
Para finalizar asistimos al taller de PETHRA, un programa desarrollado entre otros por la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Nos lo presentó el profesor Alejandro San Juan. Se trata de una herramienta prometedora para trabajar el razonamiento clínico de alumnos, pero también de profesionales de la Fisioterapia. El lector interesado puede probarla de manera gratuita a falta de desarrollos más avanzados en el futuro.
Hasta aquí nuestros apuntes sobre el simposio. Esperamos que los esfuerzos institucionales hayan merecido la pena y que el Colegio de Madrid y otros insistan en la senda de propiciar encuentros que espoleen a los fisioterapeutas para mejorar nuestro desempeño. Eso sí, siempre con razonamiento clínico y crítico.
Para ver: