Hay una historia que realmente me gusta sobre un hombre que tenía una enfermedad que ningún médico podía determinar. Fue a ver a un amigo que también era médico.
- ¿Puedes ayudarme? -le dijo- no sé qué tengo, pero no me siento bien. Tengo un malestar general y me falta mucha energía.
Su amigo, que lo conocía muy bien, lo interrogó unos minutos, y después le dijo:
- Sí, creo que puedo ayudarte. Tengo cuatro recetas para ti, pero debes seguirlas al pie de la letra. ¿Cuál es tu lugar favorito?
- ¿A qué te refieres?
- Cuando eras niño, en dónde te gustaba pasar las vacaciones?
- ¡En la playa! Todo el año pensábamos en la playa, y cada oportunidad que teníamos, íbamos a la playa. Se reunía toda la familia y la pasábamos muy bien.
- De acuerdo.
- Y escribió en la receta: "ir a la playa y pasar el día, siguiendo las prescripciones".
- ¿Pero qué te pasa..., no son medicinas?
- Sigue las prescripciones!
- ¡Estás bromeando!
- Espera ver mi factura, y verás que no estoy bromeando! Pero no puedes llevar nada. Ni radio, ni teléfono, ni libros, ni revistas. Solo el contacto con la naturaleza. Primera prescripción tomarla a las 9, la siguiente a las 12, la siguiente a las 3, y la última a las 6.
Llega a la playa, camina desde su auto, saca las recetas y lee la primera: "Escuchar detenidamente".
- Dos palabras: escuchar detenidamente. ¿Qué querrá decir con esto?. Esta es mi vida privada, no? Ya escuché todo lo que puedo oir, Ya terminé, y tengo que hacerlo durante las próximas tres horas!. Bueno, oigo a las aves, si, bien. Oigo la brisa, hasta oigo los cangrejos en la arena si escucho detenidamente, puedo oírlos. Puedo oir el viento, oigo el murmullo... Interesante, mientras más escucho, más oigo...
Empieza a quedarse callado, a quedarse quieto, a disminuir el ritmo frenético de su vida pública, y de su desencantada vida privada...Casi después de un periodo, se pone eufórico, siente paz! Nunca se había sentido así. Entra más y más en su vida interior. Está ansioso por tomar la segunda prescripción, porque realmente ha disfrutado de esta primera.
Saca la segunda, y tres palabras esta vez:"Tratar de retroceder". Se asombra.
- ¿Qué significa esto?. Tratar de retroceder. Bueno, tal vez tengo que comenzar a pensar en el pasado...
Así que empieza a adentrarse en su memoria.
- Ahhh, recuerdo después de las clases, recuerdo la emoción que tenía... Recuerdo a mi hermano. ¿Por qué ésta asociación de ideas?
Se pone nostálgico, muy emotivo. Recordó que corría por la playa después de clase con su hermano, gritando como salvajes que quieren devorar el aire fresco del mar... esa libertad! Qué emoción! Y jugaban con la brisa, con el agua, y hacían castillos de arena... Esto continuó por tres horas, y estaba ansioso por ver la tercera prescripción. Aunque esta vez, estaba realmente adentrado en su vida interior que contenía miles de recuerdos.
Tercera prescripción. Era la prescripción más difícil. Era la prescripción básica. Las otras dos eran la preparación para esta. Lo adentró en su vida interna con mucho más fuerza: "Re-examinar tus motivos". Durante tres horas... re-examinar tus motivos...
- ¿Cuál es mi centro? ¿Cuál es mi misión? ¿Cuál es mi base? ¿Por qué estoy aquí?
Era difícil, realmente. Comenzó a observar un patrón. Comenzó a descubrir que había puesto el centro de su vida en él mismo, en sus propias necesidades. Que era egoísta. Incluso algunas de sus actividades altruistas, eran egoístas, porque querían que lo conocieran por ellas... No había nada anónimo, totalmente anónimo en su servicio a los demás. Su vida privada era diferente de la pública. Aparentaba siempre que le importaba, pero internamente siempre había un motivo sumamente egoísta dentro de él. Y comenzó a ser consciente. Su malestar, su enfermedad... era cosa del espíritu. Era el egoísmo de su vida. Era que toda su estructura de motivos estaba centrada inadecuadamente. No para una verdadera contribución. Y pasó mucho, mucho, mucho tiempo reorganizando, reorientando, replanteando nuevos motivos, nuevos deseos, aquellos que eran congruentes con los principios más elevados.
Y esa fue la parte creativa. Comenzó a usar su imaginación en lugar de solo vivir de la memoria. O sea, cuando se vive de la memoria, se vive del pasado. Cuando se vive de la imaginación, se enfoca el futuro. Lo que hay detrás de nosotros, no es nada comparado con lo que hay dentro o delante de nosotros.
Pero se necesitó este autoanálisis, esta auto-conciencia, esta auto-exploración para que llegara al punto de estar realmente dispuesto a indagar , a re-examinar sus motivos y cultivar los nuevos.
Cuando dieron las 6, había terminado. Por primera vez lo sabía.
- Sé para qué es mi vida. Sé también para qué estoy aquí. Sé la causa de mi problema. No he sanado todavía, pero sé qué rumbo quiero tomar.
Entonces saca la última prescripción, y ésta dice: "Escribe tus problemas en la arena".
Toma una concha, y empieza a hacer unas marcas en la arena. La última frase fue:
- Está subiendo la marea...
Esta hermosa historia la cuenta Stephen Covey, y se sirve de ella para invitar a la reflexión y propiciar el descubrimiento de la misión personal. Y nos regala algunos tips:
- Pregúntate: ¿cuáles son tus mejores dones? Usa tu autoconocimiento y tomate el tiempo.
- Escucha a quienes ven potencial en ti, y analiza sus afirmaciones.
- Estudia las vidas de las personas en quienes te inspiras, a quienes admiras, porque pueden iluminar el camino de lo que quieres construir.