El presidente Donald Trump se enfrenta a su decisión más difícil en la presidencia: cómo y cuándo reabrir el país de nuevo. La pandemia del Covid-19 ha hecho necesarias imponer restricciones de distanciamiento social para reducir el número de muertos y de contagios. La estrategia ha dado buenos resultados hasta ahora, incluso de una forma anticipada y con más éxito, de modo que el momento de la reapertura para el trabajo y los negocios ya se hace una necesidad imperiosa en breve.
Trump dijo en marzo que su esperanza era abrir para la Pascua, sin embargo la situación médica ha aconsejado alargar las restricciones un poco más. El presidente ha preferido salvar vidas a cuidar su propia agenda política y electoral. Ha enfrentado la situación de crisis sanitaria como un desafío más a su presidencia y está dando la talla como no esperaban los medios ni sus rivales políticos. Los índices de aprobación a su gestión de esta emergencia nacional siguen subiendo de forma sólida cuando escribo estas líneas y ya están por encima del 60% o el 65% en general.
El desafío, agravado por unos medios sensacionalistas y unos demócratas que utilizan la situación para atacar de forma injustificada al presidente, ha sido ampliamente superado por Trump con esa facilidad que le caracteriza para hacer trizas a cuanto se oponen a sus políticas.
En estos días, todavía no es el momento de levantar las restricciones impuestas y Trump está actuando con responsabilidad y eficiencia en las medidas sanitarias y económicas que se están adoptando. Por ejemplo, con las ayudas previstas de 130.000 millones de dólares para reforzar el sistema sanitario y de 250.000 millones para ampliar los beneficios por seguro de desempleo. Dos desembolsos vitales para salir de esta crisis reforzados.
El pasado viernes, Trump en su rueda de prensa diaria ante los medios dijo:
"Tendré que tomar una decisión sobre reabrir el país, y sólo confío en Dios en que sea la decisión correcta. Pero diría, sin lugar a dudas, que es la decisión más importante que he tenido que tomar".
Para dar forma a esta decisión presidencial histórica, Trump nombrará el martes 14 de abril a los asesores, incluidos gobernadores, alcaldes, economistas, científicos y médicos, que ayudarán a trazar un plan de recuperación como parte de lo que el presidente llamó un "consejo de apertura de nuestro país".
Aunque los datos pueden asustar a algunos, el número de muertes por coronavirus en Estados Unidos, no son mayores de los que se producen por gripe; de hecho, estamos lejos todavía de esas cifras. 22.000 por Covid-19 frente a los más de 65.000 de la gripe en cada temporada. En cambio, los datos globales son alentadores. Tenemos uno de los menores números de muertes por millón de habitantes del mundo y se reducen los ingresos hospitalarios y las altas por recuperación aumentan.
La decisión a tomar por parte de Trump es importante y crucial: levantar las restricciones demasiado pronto y ser acusado de arriesgar vidas o levantarlas demasiado tarde y ser responsable de hundir innecesariamente la economía en una crisis brutal.
Las pautas de distanciamiento social que impuso el presidente expirarán el 30 de abril. Para entonces, el presidente habrá tenido que valorar los datos y consejos científicos, médicos, sociales y económicos necesarios para adoptar su decisión de reabrir el país.
Trump lo explicó bien y de forma gráfica a la prensa el pasado viernes:
"Esta es mi métrica", dijo, señalando su cabeza y explicando la decisión a la que se enfrenta. "Esto es todo lo que puedo hacer. Puedo escuchar a 35 personas. Pero al final, tengo que tomar una decisión".
Esta reflexión pública refleja bien el liderazgo del presidente Trump, que no se va a esconder detrás de los científicos ni médicos, aunque tenga en cuenta sus opiniones. Será él, quien como presidente de esta nación, tome la decisión más importante que ha salido del Despacho Oval en décadas. En su mano está salvar una vez más Estados Unidos con ese don especial que le ha hecho tomar las decisiones adecuadas en cada momento en estos casi cuatro años de presidencia.
Trump es un presidente pragmático y realista, por eso no duda en afirmar que: "Siempre habrá un riesgo de que algo pueda estallar". Y, por esa razón, se encuentra preparado para reintroducir las restricciones si la situación se agravara de forma intolerable en el futuro.
De momento, la cantidad de casos nuevos de coronavirus comienza a aplanarse en los gráficos, y eso es señal de que las medidas han funcionado y es el momento de tomar la decisión de la reapertura en las próximas semanas.
El sistema de vigilancia y tratamiento en torno al Covid-19 se prolongará en el tiempo de forma intensa hasta encontrar la vacuna idónea. Mientras tanto, Trump se enfrenta en breve a su decisión más difícil. Sin embargo, no está solo. No somos pocos quienes vamos a dar el paso adelante para decidir reabrir el país y empezar con el rebote económico y de empleo que ya se está gestando.
La gestión de esta crisis del coronavirus va a definir a los gobernantes de todo el mundo y sus equipos de gobierno. Por ahora, Trump y su Administración son de los que mejor lo están haciendo mientras avanzamos por terrenos desconocidos.
El liderazgo de Trump tiene mucho que ver con ello.