El diagnóstico de un cáncer y su tratamiento conlleva cambios a nivel personal, familiar, laboral y social.
El impacto de la palabra cáncer es enorme, tanto para el enfermo como para la familia y, en un primer momento, cuando el médico informa de la enfermedad, la experiencia subjetiva de la pérdida de la salud viene inmediatamente asociada a una percepción de fin de vida (independientemente del pronóstico) siendo algunas de las primeras reacciones emocionales: miedo, incredulidad, incertidumbre, impotencia, rabia, tristeza, ansiedad, culpabilidad, aislamiento y sensación de pérdida de control.
Es un hecho normal que el paciente experimente algunos de estos síntomas como una forma de ajuste y adaptación a la nueva situación de enfermedad; pero lo que en un primer momento se puede considerar adaptativo, puede no serlo si estas emociones aparecen con frecuencia y/o son muy intensas.
En este caso es aconsejable comunicarlo a su médico, o acudir a un psico-oncólogo, (psicólogo experto en atención de pacientes con cáncer y familiares) que pueda orientarle y ofrecerle una intervención adecuada y personalizada.
Consulte a su médico si presenta:- Síntomas de tristeza excesivos y duraderos.
- Deseo continuo de aislarse de los demás.
- Alteraciones del sueño, dificultad para conciliar o mantener el sueño, que se mantiene en el tiempo.
- Falta de interés sexual.
- Apatía y desgana. Pérdida de interés por las actividades habituales.
- Alteraciones del sueño.
- Expresiones de rabia y enfado frecuentes y prolongadas
- Incapacidad de concentrarse y prestar atención.
- Culpabilidad.
Tras un diagnóstico de cáncer podemos poner en marcha estrategias de afrontamiento que faciliten el proceso de adaptación a la enfermedad, es decir, a través de pensamientos, comportamientos y/o acciones intentar ajustarse a las circunstancias. Sí que es posible vivir con bienestar, aunque para ello se requiere tiempo para habituarse y adaptarse a la nueva situación.
Recursos que se pueden utilizar:- Intente reconocer sus propias necesidades emocionales, psicológicas y sociales que pueda presentar, hable de ellas. Comunicar los miedos y necesidades con los seres queridos ayuda a sentirnos mejor. Si le cuesta expresar sus sentimientos o no lo hace porque no quiere preocupar a los demás, acudir a un psico-oncólogo podría serle de gran ayuda.
- Consulte sus dudas sobre la enfermedad o tratamientos a su médico, con información adecuada y comprensible, menos miedo sentirá y afrontará mejor su tratamiento. Apuntar sus dudas y preguntas antes de la consulta le ayudará a obtener respuestas y su médico agradecerá su colaboración.
- Preguntarse “¿por qué a mí?” y vernos dominados por una sensación de enfado es normal como reacción ante el diagnóstico, lo que puede recaer sobre las personas más cercanas. Hable de sus sentimientos cuando esté más tranquilo, ello evitará que se interprete su rabia como un ataque personal.
- Intente llevar a cabo actividades placenteras, aunque su vida cotidiana se haya visto alterada planifique actividades de agrado y placer que eviten incrementar un estado de ánimo negativo.
- Si nota síntomas de ansiedad, intente realizar ejercicios que le ayuden a relajarse (relajación muscular, respiración, imaginación, etc.) Si no se controla la ansiedad, ésta puede aumentar la percepción de dolor, provocar insomnio e interferir en la calidad de vida del paciente.
- Acepte los ofrecimientos de ayuda que pueda necesitar en algún momento del proceso de enfermedad: hacer la compra, tareas de casa, atender llamadas, gestión de bajas médicas, etc.
- Infórmese de las distintas asociaciones u organizaciones que existen en su ciudad. Además del apoyo de la propia familia y de los amigos, las asociaciones de pacientes representan una importante herramienta para el bienestar de los pacientes y familiares.