Revista Cultura y Ocio

'Read Ayn Rand'

Publicado el 13 agosto 2010 por Rbesonias

Fomento de la lectura

¿Qué dirían si les dijera que a un hombre normal y corriente -bueno, quizá no tanto- se le ocurrió recorrer 19.695 kilómetros, metro arriba, metro abajo, a lo largo de Estados Unidos, pintando una frase con el fin de que pudiera leerse a través de Google Earth? Quizá dirían que es un hombre con mucha moral, que está loco, que la gente con tiempo libre con el rabo mata moscas, que cómo pudo conseguirlo, que cuánto le pagó Google, que anda ya, eso es mentira... Aunque no lo parezca, la historia de este singular escribiente es una noticia de verano verdadera, un suceso real, atípico pero demostrable. Sólo tienen que teclear en Google 'Read Ayn Rand Google Earth' y encontrarán 1.410.000 entradas que lo atestiguan. Al parecer las intenciones de Nick Newcomen -así se llama el protagonista de esta historia- no eran otras que fomentar la lectura de la ensayista norteamericana Ayn Rand -no me pregunten sobre ella, yo tampoco la conocía antes-, a la que considera una especie de gurú espiritual, capaz de resolver de un plumazo todos los problemas esenciales de la raza humana.
Nick -a estas alturas lo más justo es tutearle- dedicó 30 días en recorrer esa kilometrada, no sin antes planificar con precisión la ruta para asegurarse no errar en la caligrafía. Una vez dibujada cada letra, introdujo los datos de cada situación en su GPS y los cargó en Google Earth. Parece pan comido, ¿no?, si no fuera por la caminata. Aunque bueno, a otros les da por hacer el Camino de Santiago o trekking por dios-sabe-dónde. El texto rezaba: 'Read Ayn Rand', nada más. Y nada menos. Si escribiendo tres palabras minimalistas recorrió miles de kilómetros, qué hubiera sido de él si se hubiese recreado un poco más. Por otro lado, si lo que deseaba era fomentar la lectura, qué mejor comienzo que ser conciso y claro. No sea que los lectores se amilanen y el esfuerzo haya sido en vano.

La elección del autor no parece que haya sido elegida tampoco al azar. Si hubiese optado por recomendar a sus potenciales lectores autores de prestigio y reconocimiento mundial, lo más probable es que los internautas hubieran perdido pronto el interés por la propuesta literaria de Nick y todo hubiese quedado en una singular anécdota. Sin embargo, se decantó por una autora desconocida, aunque de nombre fácilmente evocable. Yo mismo, después de comprobar que efectivamente Nick había dibujado en Google Earth la citada recomendación literaria, intrigado por la trayectoria profesional de Ayn Rand, busqué y encontré sin mucha dificultad su perfil literario y personal. Al parecer la señorita
Randescribió a lo largo de su vida numerosos ensayos y novelas en las que delinea las directrices de lo que se adivina como su universo filosófico. Pero como mi curiosidad aún no acababa de saciarse, seguí indagando acerca de la naturaleza del pensamiento de esta dama.
Tras pocas y nada arduas investigaciones, pude comprobar cómo su ideario personal sintoniza a la perfección con la jerga política de los conservadores norteamericanos: repulsa del intervencionismo estatal, relicario individualista del
laissez faire, alergia a los movimientos sociales y los derechos civiles... No es una coincidencia que en las últimas primarias de Estados Unidos, los conservadores utilizaran una novela de esta escritora,
'El manantial' (del que King Vidor sacaría la película homónima del 49), para falsear el programa electoral de Obama. Y menos aún que Ayn Rand estuviese ligada intelectualmente a Alan Greenspan, un famoso economista, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos hasta 2006 y molesto moscardón para los demócratas. Por citar alguna delicatessen política, Rand y Greenspan, fans del movimiento objetivista, defendían la desigualdad de oportunidades, alegando que propicia más el desarrollo económico de lo que pueden hacerlo unos planes de igualdad. Hoy la figura de Ayn Rand quizá no sea muy conocida en Estados Unidos, pero durante los años 30 se prodigó entre los círculos elitistas del pensamiento político norteamericano, apareciendo incluso en un sello de 33 centavos de la época, y posteriormente tendría una relevancia significativa en la configuración del ideario conservador desde los años 70. Su resurrección no es una coincidencia azarosa, sino que viene a servir de empuje a la implantación social de los principios que defienden los republicanos, aunque en este caso se haga recurriendo a una sutil invitación a la lectura.
Lo que en un principio parecía la benigna ocurrencia de un friki en busca de notoriedad, se
convierte al mirar más de cerca en una sutil campaña de propaganda, en busca de nuevos lectores de la biblia conservadora. La época en la que la publicidad aérea se reducía al
revoloteo de una avioneta por encima de las playas españolas, anunciando planes de pensiones o refrescos, ha terminado. Es la era de Internet. Los mensajes, subliminales o no, se dibujan ahora sobre los mapas de Google Earth, a la espera de que algunos incautos, como yo, piquen el anzuelo y lean.
Quizá el día menos pensado, al abrir nuestro Google Earth, nos llevemos una sorpresa al comprobar cómo sobre la orografía de la Siberia extremeña o los cerros de Úbeda se dibuja la recomendación del último best seller de Rajoy o del libro de horas del buen progresista. Al tiempo.
Ramón Besonías Román


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