Revista Cine
Antes de nada hay que tener en cuenta que Ready Player One, la nueva película del creador de sueños, Steven Spielberg, había generado mucho hype entre el público en general. Ya no tan solo por estar bajo su dirección, también por ser la adaptación del libro de moda escrito por Ernest Cline.
No voy a entrar en comparativas con la fidelidad entre la novela del autor y el film, ya que no tengo los conocimientos necesarios sobre la misma, vamos, que no la he leído. Me voy a limitar a analizar el film que este fin de semana, a pesar del puente festivo, ha ocupado el tiempo de la mayoría del fandom con ganas de maravillarse y que ha llenado salas de cine con gran entusiasmo.
La novela evoca a toda la cultura pop del mundo de los videojuegos y el cine, especialmente de los 80 y 90. Aunque, en el film se centra muchísimos en estas dos décadas, también se extralimita con facilidad a otras épocas sin rasgarse la vestiduras.
Son tantísimas las referencias visuales y verbales a las que te somete Spielberg, que ni el más erudito en la materia es capaz de detectarlas y absorberlas procesando toda la información. Aunque, sin duda, hay un buen número de ellas que son especialmente evidentes y hará disfrutar al niño que todos llevamos dentro. Pura nostalgia.
Pasado el periplo inicial del preestreno y el estreno en el que se le han otorgado notables opiniones, mi experiencia como espectador ha hecho que moderase mis expectativas a niveles mínimos. Un acierto en mayúsculas. Creo que Ready Player One es una película que funciona muy bien con expectativas comedidas, pero insuficiente si vas con el hype por las nubes.
Año 2045. Wade Watts es un adolescente al que le gusta evadirse del cada vez más sombrío mundo real a través de una popular utopía virtual a escala global llamada "Oasis". Un día, su excéntrico y multimillonario creador muere, pero antes ofrece su fortuna y el destino de su empresa al ganador de una elaborada búsqueda del tesoro a través de los rincones más inhóspitos de su creación. Será el punto de partida para que Wade se enfrente a jugadores, poderosos enemigos corporativos y otros competidores despiadados, dispuestos a hacer lo que sea, tanto dentro de "Oasis" como del mundo real, para hacerse con el premio.
Con multitud de referencias visuales a toda la cultura audiovisual con la que hemos crecido los que sobrepasamos los 30 con holgura, Spielberg ha realizado una película moderna y adecuada para las nuevas generaciones de veinteañeros que, posiblemente, ellos recordarán mucho mejor que nuestra generación, siendo un referente para los más jóvenes cuando sean adultos, tanto como lo han sido todas y cada una de las películas a las que se les otorga un guiño u referencia dentro de Ready Player One.
Esto no significa que la película no sea lo suficientemente disfrutable, lo és. Sin embargo, a los de mi quinta lo que más encandilará, al menos de entrada, son todas las referencias visuales y personajes imaginarios de la cultura pop. Un compendio de referencias amalgamadas entre miles de luces de neón que tan de moda se han puesto con el estilo New Retro Wave que decoran las escenas de acción bastante pomposas, pero visiblemente centradas. La idea no es nueva ni mucho menos. Trey Parker y Matt Stone ya hicieron su propio homenaje a toda esa cultura pop en su capítulo triple Imaginolandia hace más de una década y cuatro años antes que la novela de Cline.
En cuanto al apartado visual, solo hay que ver un trailer para afirmar que la película desprende una calidad técnica excelente. A golpes de animación 3D y muchísimas horas frente a un equipo informático, se levanta un mundo imaginario donde todo es posible y aun tratandose de videojuegos en este caso, se nota como este sector ha influenciado al cine en general.
El quid de la cuestión y la eterna pregunta es si Spielberg y su equipo iban a ser capaces de sintetizar la fórmula y características del cine de los 80 más allá de lo puramente visual. La respuesta es, sí, han sido capaces. Cumpliendo con todos los estereotipos y elementos funcionales del cine de aventuras de los 80, el guionista de Los Vengadores, Zak Penn, se las apaña para dar sentido lógico y emociones suficientemente creíbles a unos personajes que al principio cuesta creerlos en su versión digital. Es el contacto con la realidad lo que refuerza los vínculos dentro de los personajes en Oasis.
Y al final, personalmente, lo que ha hecho que gane puntos todo el conjunto y me deje buen poso al llegar a los créditos finales, es el mensaje que transmite la película, el contacto con la realidad. Un mensaje al que le veo una parte de crítica en la plenitud de la era digital en que vivimos absortos en redes sociales y realidades virtuales perdiendo así el contacto con la gente en el mundo real. Lo que comúnmente se llama socializar en la calle. Además, el film fomenta valores sobradamente conocidos por el espectador; el amor, la amistad, el valor, la honestidad etc. pero que funcionan a las mil maravillas y hacen que la propuesta no sea algo vacuo sustentado únicamente por un serial de referencias nostálgicas.
En cuanto a la banda sonora de Alan Silvestri (Depredador, Regreso al futuro, Abyss) tiene mucho que decir. Con la intensidad característica de Regreso al Futuro sin utilizar los mismos compases salvo en el guiño momentáneo, éste adorna la película y la intensifica como una gran red eléctrica con piezas que suenan a todos los clásicos visuales que homenajea Spielberg a lo largo del film, pero sin llegar a sonar exactamente igual.
Y no podían faltar canciones acordes con la época que se rinde tributo en el film, entre la distinguida y extensa banda sonora encontramos temas de artistas como Jump de Van Halen, We're Not Gonna Take It de Twisted Sister o Take on Me de A-Ha, entre muchos otros. Exquisitez músical.
Y ya por último, creo que toca mencionar a los actores que dan vida los personajes reales y su versión digital. Tye Sheridan (Mud) que da vida a Parzival y Wade, dos caras de una misma moneda aunque intente aparentar otra cosa en el mundo digital. El complemento perfecto de Parzival es Art3mis en el mundo digital, interpretado por Olivia Cooke (La señal) que da vida a Samantha en la realidad. Ambos cruzan sus destinos de forma algo fortuita pero se van compenetrando mejor a medida que avanza la historia.
Apariciones como las de Simon Pegg (Hot Fuzz) son meramente anecdóticas pero muy emotivas llegado el momento. Para completar el reparto principal Ben Mendelsohn da vida a Sorrento, director de IOI, la empresa que trae de cabeza a todos los jugadores de Oasis. El punto débil del film, es no gozar de un villano más característico, pero ya vemos que la tendencia de los blockbusters actuales es centrarse en los héroes, no en los villanos, así que es perdonable. En Ready Player One tenemos un equipazo de cinco héroes/jugadores que lo cumplen a la perfección.