Fallecido FELIPE V, sube al trono su hijo FERNANDO VI, que mantuvo al frente de la S ecretaría de Marina, al marqués de ENSENADA, que la ejercía desde 1743. Una vez firmada, el 18 de octubre de 1748, La paz de Aquisgrán, el marqués, tras elevar la propuesta al rey y enviar a JORGE JUAN y a Antonio Ulloa a espiar al resto de potencias europeas, diseñó la política de la "Paz Armada". Obtenidos los informes de ambos le escribía al rey en 1751: "Proponer que V.M. tenga iguales fuerzas de tierra que Francia, y de mar que Inglaterra, sería delirio [...] pero proponer que no se aumente el ejército, y que no se haga una decente marina, sería querer que la España continuase subordinada a la Francia por tierra y a la Inglaterra por mar". Determinando que: sumadas las fuerzas de tierra con Inglaterra, se podría tener un potencial equiparable a Francia, y si se sumasen los barcos españoles con los de Francia, las fuerza se nivelaría con la de Inglaterra. Para conseguir estos objetivos, ENSENADA , se propuso conseguir cien batallones de infantería, cien escuadrones de caballería, setenta navíos de línea y setenta y cinco fragatas. Para lo cual, previamente a este plan de 1751, el rey había firmado la orden de construcción de los Arsenales.
Lo que de la orden de , fue de tal calidad y envergadura, que se puede decir, sin miedo a equivocarse, que aquellas infraestructuras, aunque en algún caso utilizadas para otras actividades, están todas en uso. Como el carenero habilitado por FERNANDO VI se hizo, gracias a la actividad y al celo de Patiño era pequeño y mal emplazado, pues no era posible su ampliación, en 1747 se construyó el nuevo arsenal de La Habana que fue, el que más navíos de madera construyó en el siglo XVIII. Hoy en día sus instalaciones las ocupan la Estación Central de Ferrocarriles de La Habana, donde se conserva una buena parte de la muralla y la acequia que abastecía su famosa "sierra de agua", un avance tecnológico que ahorró mucha mano de obra en el aserrado de grandes troncos. ENSENADA
El 1 de julio de 1749, se dispuso la construcción del arsenal de Cartagena, pero el precio de lo allí construido era más caro que lo de Ferrol, por lo que JORGE JUAN dijo: "Ferrol para construir (el grueso de la Armada), Cádiz para conservar y Cartagena para reformar y atender a los descalabros". En la ley de Maura Ferrándiz de 1908, se consagrará de forma muy parecida, esta doctrina.
El 15 de enero de 1750, una Real Orden previno la construcción en Ferrol de una dársena capaz de albergar 70 navíos, cantidad que eran los . En 1752 se botaban desde Esteiro los doce navíos que, por su número, se denominaron "imprescindibles" de "El Apostolado". De ellos, dos se desguazaron tras cien años de vida, lo que nos indica la calidad de su fabricación. ENSENADA
La producción de material naval fue creciendo con algunos parones, como el provocado por la caída de ENSENADA en 1754, o por las pérdidas de Manila y La Habana en 1762, para alcanzar su máximo histórico en 1793, cuando, aliados con Inglaterra, ocupamos durante algunos meses el Arsenal de Tolón durante la Guerra de la Convención.
Un dato curioso que representa un acierto orgánico, es el hecho de que los tres ministros que sucederán a ENSENADA, entre 1754 y 1795, serán escogidos por su antecesor. Tras ENSENADA llegó el baylío frey Julián Arriaga, tras él don Pedro González de Castejón y, finalmente Antonio María de Valdés y Fernández Bazán.
Llegamos a la última década del siglo XVIII con un material excelente, buenos arsenales y astilleros, mejores ingenieros, extraordinaria reglamentación y magníficas Ordenanzas. Se logró un brillante cuerpo de oficiales, aunque criticados de nepotismo y favoritismo, pero que no destacaba sobre otros cuerpos. Los marinos no eran una isla en el mundo despótico en que nació. El favoritismo se basaba en la desigualdad de oportunidades, pero los favoritos, para tener la ocasión de ascender, eran colocados en los lugares de mayor peligro.
En cuanto a la "clase dirigente", hay que destacar que las múltiples operaciones conjuntas Ejército-Armada, del siglo XVIII, estuvieron dominadas por las continuas peleas entre los generales y los almirantes de turno. En lo que respecta a las principales batallas navales, destacamos la huida en el CABO SANTA MARÍA, en minoría, y el estrepitoso revés sufrido en el CABO DE SAN VICENTE, a pesar de estar en mayoría y con buenos buques, pero con un nefasto mando impuesto por Godoy en contra del consejo de MAZARREDO y con escasas y mal adiestradas dotaciones.
Sin embargo, de esta época son . En cuanto a las pérdidas de La Habana y Manila, el honor se salvó gracias a los capitanes de navío Las Reales Ordenanzas de 1793, fruto del esfuerzo de MAZARREDO y la meticulosidad de ESCAÑOVelasco y González de Bassecourt, pero los males orgánicos se agravaron al faltar la exigencia de responsabilidades, por la blandenguería de los Consejos de Guerra y por los perdones reales.
Sea como fuere, nos quedaremos con lo mejor del siglo XVIII: la sapiencia náutica alcanzada por la Real Armada; los esfuerzos cartográficos e hidrográficos; la participación en todos los foros de la ciencia; en la reglamentación de los pesos y medidas; e incluso en la adopción del meridiano de referencia; entre otras muchas notoriedades.
Llegamos al final de el nacimiento y los primeros años de nuestra Real Armada, que tantos hechos ha protagonizado en nuestra Historia. No me refiero solamente a los combates en los que intervino, hay otras muchas acciones de cartografía y navegación, que han servido para el desarrollo de otras muchas Marinas.