Revista Espiritualidad
Por: Yoel Rivero Marín.Para muchos de los lectores de este sitio estoy seguro que le resultó muy extraño que un día tan señalado como el de ayer, 14 de febrero, Sagua Viva no publicara un comentario alegórico a la fecha, pues son el amor y la amistad los pilares que sostienen la paz y la unión entre los seres humanos, esa paz y unión que profeso día tras día y que tanto necesita la gente de esta tierra, muchas veces distanciada tanto en cuerpo como en alma. Les aseguro que en lo personal reboso de motivos para escribir de esos dos sentimientos esenciales para el espíritu. Amigos incondicionales no me permitirían decir lo contrario, desde New York hasta Pekín, desde Santiago de Cuba hasta Pinar del Río, desde Villa Alegre hasta el barrio San Juan. De quienes profeso un amor pleno me siento extremadamente orgulloso, pues siento día a día que soy correspondido, desde los seres más pequeños de mi hogar, hasta esa mujer con la que decidí compartir mis días, o esa gran mujer que hace pocos días se fue de mi lado, dejando una vacío físico pero no espiritual, ella sigue cerca desde el momento en que se hace el café bien temprano en la mañana hasta el momento de cerrar las puertas del hogar para ir a la cama.Aún así me fue imposible escribir en este 14 de febrero. Siempre he confiado en el mejoramiento humano, siempre he buscado lo mejor en las personas, porque sé que en cada ser existe lo bueno, lo digno, lo justo, los elementos esenciales para que amor y amistad tengan razón de ser, pero a veces uno es sorprendido por la vida, una vida que cada vez más se llena de personas egoístas, arrastradas en su existencia por la ignominia y la deshonra. Tal vez los tiempos actuales son muy agresivos con el ser humano, teniendo este que acorazarse para no ser lesionado. Me paro en una esquina y si doy una mirada profunda, puedo ver a seres con espinas que van y vienen y se evitan y se erizan y se acechan, agazapados en palabras dulces, en lisonjas ridículas, calculando un espacio, calculando siempre. Tal vez fui creado con esa tonta ingenuidad que hasta en los niños es difícil encontrar en esta nueva era, automatizada y veloz, pero les aseguro amigos míos, que tengo que poner día tras día mi mayor empeño para comprender al ser humano, para desenmarañar sus actos y palabras. En el día del amor trato de aislarme, disfrutar de la intimidad, gozar del corazón de quienes amo y me aman. Evito sentirme una pieza más en el engranaje comercial y seductor del amor que seres con espinas gritan de esquina a esquina. Pero me sorprenden en las noticias, me sorprenden en las redes sociales, me sorprenden en lugares donde he intentado en algún momento de mi vida sentirme como en mi hogar. Incluso así, seguiré las palabras del poeta, aprenderé a endurecer el alma sin perder la ternura y seguiré confiando en el mejoramiento humano y un día después de esta guerra despiadada contra la razón, si después de la guerra existe un día, hablaré de amor, de este amor que disfruté a plenitud ayer, que disfrutaré hoy y siempre.