Corría la segunda semana de agosto de 2016. Todavía no nos habíamos despedido del Sonorama de Aranda de Duero cuando la alegría festivalera se nos aguó al leer en la prensa que Supersubmarina había sufrido un grave accidente de tráfico. Han transcurrido nueve meses desde entonces, nueve meses en los que hemos seguido escuchando sus canciones, pero en los que, indudablemente, se los ha echado de menos en los escenarios.
En un intento de llevarnos bien con la nostalgia, tuvimos la idea de hacer cuatro pinceladas de uno de los álbumes que más idolatramos de la banda, un EP de 15 minutos de duración que en su momento de salida fue la continuación a una trayectoria que había comenzado en 2009 con sus primeras grabaciones. Poco después llegaría «Electroviral», su primer LP, y en 2011 lo que para muchos sería la prologación de este: «Realimentación», un corta duración compuesto por cuatro canciones que ponía de manifiesto el incuestionable progreso de los jienenses. Repasemos una a una esas canciones:
Kevin Mc Alister, además de ser el tema que abre el EP, es también el nombre del protagonsita del film Solo en casa. Fiesta, noche, música (como la de MGMT), drogas (como el MDA)… La canción narra la experiencia psicotrópica del joven Mc Alister, o lo que es lo mismo: lo que pasaría si Kevin se quedara solo en casa con veintitantos años. En el estribillo cantan “Y ahora yo quiero jugar a ser gigante”, toda una declaración de ambición e inconformismo que prueba que su potencia no sale exclusivamente de las guitarras. En directo es uno de los temas más motivadores, el público se entrega extasiado y José Chino logra, casi sin esfuerzo, que todo el Razzmatazz se ponga a botar.
En segundo lugar encontramos el que fue single del álbum, Puta vida, esa canción que aparentemente cuenta la historia de una relación gobernada por el amor-odio. Sin embargo, bajo ese disfraz de reproche sentimental, se esconde la indignación con la clase política y una metáfora del sentimiento de confusión, de no encontrarse uno mismo; ‘ese quiero y no puedo’, ‘todo y nada’. La polémica de la canción no la traía ese ‘puta’ del título, sino el vídeo, que se estrenó en Los 40 Principales y del que la crítica escribió que era de ‘alta carga erótica con escenas de explícita sexualidad, rozando el softcore’. Luis Germanó, realizador del clip, explicó en su momento que “Hemos intentado buscar, como dice la letra de la canción, esas esquinas de la vida en las que se pretende salir del aburrimiento buscando nuevas experiencias. Todo esto acaba deformándose con situaciones límite y lo que parece un juego deja de ser algo placentero para convertirse en algo doloroso, representando las obsesiones llevadas al extremo”.
Emperatriz arranca con una melodía extraída de una de las películas del agente 007 y habla sobre lo complicado que es para los hombres comprender a las mujeres –princesas o emperatrices–, a las que deben dar la razón siempre. A nivel creativo, alguna vez se ha oído decir que esta canción sirvió de inspiración a los ciezanos Lucky Duckes para componer su Bajo su poder. Tampoco pasaría desapercibida para Paula Sífora, joven malagueña que llevó a cabo el proyecto «Dibusicados», una exposición de 15 ilustraciones basadas en 15 temas musicales entre los cuales estaba la emperatriz de Supersubmarina. A efectos del directo, resultan graciosos los cambios de Chino en la letra, de los cuales rescatamos de la memoria el “Déjate de tanto actualizar todos los perfiles y el puto WhatsApp” o “Y apuntando con el secador me dice ‘¡Que te follen!’ que sola está mejor”.
Y por último, El encuentro, la canción del álbum con mayor carga lírica y metafórica en la letra. Habla de aviones, de miradas, de palabras… De un encuentro mágico y real que sucedió en Madrid y que aconteció tema de cierre del EP. Más de una vez se le escuchó decir a Chino que, de todas las del grupo, El encuentro era su canción favorita. Con seguridad se ha convertido en la banda sonora de esas personas que quieren ver a alguien a quien quieren y que tienen lejos.
Escrito por
Antònia Fontirroig