Revista Cine

Rear Window Timelapse

Publicado el 20 diciembre 2012 por Nacho_c

Hace unos meses me encontré con un vídeo un tanto extraño, es una mezcla entre making of, experimento y resumen de la película de Hitchcock “Rare window” (La Ventana Indiscreta). Rápidamente me atrapó por su sencillez, su originalidad y la música. Estaba viendo algo distinto.

Jeff Desom se encargó de recrear el patio de la película gracias a cada momento en la película en el que veíamos ese patio. Cogió ventana a ventana, pared a pared, acting a acting, y lo compuso de tal manera que pudiéramos ver lo que el personaje de James Stewart (L. B. Jeff Jeffries) veía sin solución de continuidad cada vez que se apostaba delante a ver pasar la tarde.

El patio en su momento fue hecho en decorado y plasma perfectamente esa especie de vida en comunidad que llevamos en las grandes ciudades. Uno no vive solo. Nos planteamos un piso donde podamos tener nuestro hueco, nuestro refugio, nuestra isla de calma, y lo hacemos pensando en nosotros mismos o en nuestras parejas, pero en “La Ventana Indiscreta” una idea secundaria con la que casi nunca contamos se vuelve protagonista. Salta a primer plano y nos dice: yo soy importante, simplemente no me prestas atención. Y es la idea de que todos compartimos piso con compañeros que no buscamos, nuestros vecinos.

Desafortunadamente en nuestras vidas se cuelan, como visitantes inesperados, actores secundarios que tienen mayor o menor presencia y no son más que desconocidos a medio metro de distancia separados por una fina línea de ladrillos. Algunos serían lo equivalente a pasar cinco minutos por casa a tomar un café, otros serían el despertador de todos los días que te somete a base de ruidos inoportunos, o son las visitas que se alargan y no se van, o los tacones que resuenan a las 6.30 de la mañana o las fiestas de los alquilados.

Todos estos están plasmados en la película de Hitchkock. Han pasado casi 60 años y en las grandes ciudades han cambiado pocas cosas. Bueno, en algunas grandes ciudades.

Algo que me llamó mucho la atención de la película fue cómo plasmaba la sensación de verano pegajoso. En ese remanso de la comunidad de vecinos, como un lago en un claro del bosque, con una ligera reminiscencia al mundo exterior que representa la calle en segundo plano por donde pasan los coches, la vida se hace en familia, con las ventanas abiertas, de cara al público. Algunos vecinos hacen públicas sus conversaciones a voz en grito, otras vecinas van ligeras de ropa, como si no les importara que alguien de la familia les estuviera viendo, y algunos duermen en el balcón. El perrito baja en una cesta y las plantas las cuidan ellos en sus lugares comunes. Por lo que sea, es una comunidad ideal en la que un sonido acoplado infecta la apacible convivencia. Un ruido molesto, un bacilo disolvente, es capaz de poner el punto negro de tinta que se extiende con su inefable maldad, silencioso pero atroz. El asesinato de una mujer por su marido. Por un cigarro que luce en la oscuridad, rojo como el ojo de un tuerto diablo. Un verano pegajoso como el que uno se puede imaginar en “A sangre Fría” (no sé si está enmarcado en verano pero tengo ese recuerdo) de Truman Capote o en el Los Ángeles de James Ellroy.

Y por último la fotografía. Cuidada, intentando hacer de la noche algo donde se pueda ver. Combinando las luces de las ventanas, del alumbrado público, de la luna… es una fotografía un tanto falsa para lo que estamos acostumbrados hoy en día pero que tiene un innegable sabor a cine clásico.

Este proyecto de Jeff Desom Nació de la idea de ser proyectado sobre 10 metros de pantalla alineando 3 proyectores pero nosotros lo vemos como un único vídeo en el que buceamos de rincón en rincón, de ventana en ventana.


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